Estimado señor Feijoo,
Resulta entrañable observar con qué pasión se prodiga últimamente usted en la crítica a la gestión del presidente del gobierno, reclamándole transparencia, ética pública y pulcritud en todas las actuaciones que realiza, tanto en el ámbito público cómo en el privado. Sin embargo es muy llamativo que a la vez, cualquier cosa que afecte al partido Popular, solamente es parte de un pasado, en el que usted desempeñaba cargos para su partido, pero nada de lo que acontecía entonces era de su responsabilidad, como hoy nos ha dicho sobre el caso Montoro y sobre todos los asuntos turbios que el PP tiene pendientes en los juzgados. Ante eso, ¡Quién mejor que usted para dar lecciones que tan pulcramente condujo la Xunta de Galicia!
Permítame, desde la más sincera admiración a su hipocresía mayúscula, recordarle algunos episodios memorables que definieron su legado gallego y que sin duda lo cualifican para erigirse en el azote moral del gobierno, y postularse cómo próximo presidente de nuestro país.
Podemos comenzar recordándole Eulen y los contratos familiares. Confío que la experiencia de ver adjudicaciones multimillonarias (casualmente) a la empresa donde su hermana ocupaba altos cargos le ayude a reconocer de lejos cualquier atisbo de favoritismo, aunque la fiscalía no apreciase ilegalidad manifiesta. ¿Quién podría sospechar de usted, si todo quedaba en familia y, por supuesto, bajo el más estricto concurso, eso sí, menor?
Sigamos con Telemark-Coremain, lo del cuñado y el 112. Porque nadie como usted para señalar las supuestas irregularidades del gobierno, después de ver cómo la empresa del cuñado, en el buen sentido, gestionaba emergencias y rastreos Covid sin apenas experiencia previa. Seguro que su celo por la meritocracia en la administración inspirará a las siguientes generaciones de nuestra querida patria.
Usted, como seguro admirador de Michel Phels, vive nadando en un nepotismo ejemplar, puesto que la galería de sus parientes promocionados, y la de sus allegados estratégicamente emplazados en cargos públicos gallegos, es la mejor muestra de que la "red de colocación", y no es solo una acusación vacía… sino toda una estructura. Pero, claro, todo esto se quedaba en el ámbito del cariño institucional.
Ayuso farda de ático y hasta nos ha ocultado que disfruta de un chalé en la sierra madrileña propiedad de la Comunidad, pero usted no la envidia, porque puede hacerlo de un chalé con vistas (y barrera) en su Galicia natal. Me imagino su indignación con la ocupación ilegal de espacios públicos, sobre todo pensando en la polémica del chalé en O Con, propiedad de su pareja, que cerró el paso a la playa. A veces los expedientes abiertos son solo una muestra de envidia costera…
Pero no seamos tan quisquillosos fijando la mirada solo en su entorno familiar, porque también podemos hablar de lo público, por ejemplo del Hospital Álvaro Cunqueiro, más conocido por el lema “la transparencia hecha ladrillo”. Pocos presidentes autonómicos pueden presumir de adjudicar un hospital de referencia con sobrecostes y modelo tan transparente que nadie lo entiende salvo los beneficiarios. Pero está claro que todo lo que usted ha hecho y hace es por el bien público, ¿verdad?
Y tampoco podemos pasar por alto la inconmensurable creatividad documental de sus asesores, puesto que los casos que rodean a su asesora de confianza, entre presuntas falsificaciones y patrimonios ocultos, son perfectos para ilustrar en sus mítines lo imprescindible que es en nuestro país la regeneración democrática. Eso sí, la de los demás, que usted ya nos viene regenerado de serie.
Por todo esto, es indudable que la vara de medir ajena siempre le queda corta por lo larga que es la suya. Quizás, como experto en convivencias familiares, concursos menores y expedientes polvorientos, su auténtica oferta política es enseñarnos a todos cómo compatibilizar polémicas con una defensa férrea de la honestidad, que es lo que usted ha demostrado saber hacer, aunque solo cuando gobiernan otros.
Le anímo, pues, a seguir predicando su ejemplaridad. El espejo de su propia trayectoria seguro que le devolverá una imagen impoluta.
Cordialísimos saludos, de un ciudadano admirado por su desparpajo y cinismo.
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