lunes, 28 de julio de 2025

Rendición ante un chantaje. Así entregó la UE su soberanía ante Trump

Para este viaje no hacían falta alforjas. La historia recordará el día de ayer, por el reciente acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos. Y no lo hará celebrando el día que alcanzó un pacto digno entre socios, sino como la capitulación sin condiciones de la UE ante las amenazas de Washington, sellada con la firma de la presidenta de la Comisión Europea. Lo pactado, por mucho que trate de presentarlo eufemísticamente Bruselas, es en realidad una humillación sin precedentes compatible solo con la palabra “rendición”.

Basta que analicemos los hechos acontecidos para darnos cuenta de que es eso. EE.UU. amenazó con imponer aranceles del 30% a todas las exportaciones europeas. ¿Cómo respondió la UE? Cediendo, aceptando un arancel general del 15%, una medida punitiva que castiga a la industria europea y de la que solo se salvan selectos sectores por puro interés estadounidense. Los productos más avanzados y emblemáticos de Europa, como aviones y semiconductores, han escapado gracias a una negociación evidentemente condicionada. Hablar de que se busca “estabilidad” o  de “previsibilidad” es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos europeos. Llamemos a las cosas por su nombre: hay miedo y sumisión.

Pero el entreguismo y la rendición no termina ahí. Europa, según dice el acuerdo, comprará energía estadounidense por 750.000 millones de dólares e invertirá otros 600.000 millones más en suelo norteamericano.  ¿Pero no era la popular (porque es del PP europeo) Von der Leyen   la que defendía la autonomía estratégica europea? ¿Dónde queda que tanta palabrería defendía? Se firman compromisos de compra en sectores clave para contentar a Trump que se ha permitido poner la pistola sobre la mesa. Mientras tanto, los aranceles al acero, aluminio y cobre europeos que ya son del 50% se mantienen, porque ni siquiera eso ha conseguido revertir la presidenta. Y el remate o lo que es peor aún, el hecho de que la UE acepta comprar más material militar estadounidense, en un guiño explícito a la dependencia, aunque se nos ocultan esas cifras. 

Esta serie de concesiones se pueden definir muy fácilmente: Washington exige y  Bruselas cumple. Las justificaciones de la presidenta vendiéndonos la moto de la supuesta “cooperación transatlántica” son palabrería vacía, papel mojado porque  en la práctica, la Unión Europea ha aceptado que los veintisiete miembros vamos a ser rehenes económicos a cambio de evitar sanciones aún más gravosas. La actitud de Von der Leyen, lejos de proteger los intereses europeos, los ha entregado en bandeja a Estados Unidos. 

El mensaje es muy claro: la UE ha permitido que la amenaza y el chantaje marquen sus políticas, legitimando la coacción como elemento base de la relación transatlántica. Es un precedente peligroso. Hoy es el comercio; mañana será la política exterior o la defensa común. Los ciudadanos europeos merecemos algo mejor que una presidenta que claudica ante la primera amenaza real. Lo pactado condena a la industria y erosiona la escasa soberanía que le queda a Europa en las grandes decisiones estratégicas. 

Ha llegado la hora de exigir cuentas, porque el mandato de Von der Leyen ya no puede verse como otra cosa, sino como una rendición ante el chantaje de Estados Unidos y sus intereses.


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