El discurso de Feijoo hoy sobre los acontecimientos de Torre Pacheco presenta un sesgo xenófobo y racista, aunque cuidadosamente enmarcados en un tono de “orden” y “convivencia”. El líder del PP comienza su intervención demandando respeto e integración "a los inmigrantes residentes en España", y advierte que "quienes no lo hacen deben saber que no son bienvenidos". El énfasis inicial se coloca sobre la población extranjera, lo que debe interpretarse como la marcación de una otredad, asociando el grupo inmigrante con el riesgo de conflicto, desorden o falta de integración.
Al afirmar que quienes hayan "cruzado nuestras fronteras para quebrantar la ley no nos representan", se establece un vínculo discursivo entre migración y delito, reforzando prejuicios y estigmatizaciones habituales en la retórica política sobre inmigración. Aunque a continuación equipara la responsabilidad de nacionales e inmigrantes, el encuadre inicial ya genera un sesgo.
La frase “quienes no lo hacen deben saber que no son bienvenidos” refuerza una distinción excluyente entre "los que cumplen" y "los que no", sugiriendo la posibilidad de expulsar o rechazar a quienes no se integren bajo criterios definidos por el grupo mayoritario. Este es un rasgo típico del discurso nacionalista excluyente, que delimita el derecho a pertenecer o ser aceptado en función de la conformidad con normas definidas unilateralmente.
El discurso se pronuncia en un momento de especial tensión, tras agresiones racistas y campañas de odio organizadas por grupos ultras locales. Al centrar la exigencia en los inmigrantes y sólo en segundo plano condenar a los ultras ("a quienes están llamando a incumplir la ley... les decimos que ya basta"), sus palabras se interpretan como insuficientemente tajantes frente al racismo y la violencia xenófoba, y refuerza el "sentir mayoritario" de sospecha o rechazo hacia la población extranjera.
Equiparar la gravedad de los actos de violencia racista con eventuales delitos cometidos por inmigrantes refuerza una falsa simetría, minimizando el componente estructural de la xenofobia y el hecho de que la violencia en estas semanas partió de grupos organizados para agredir a inmigrantes. Es una forma de "blanqueamiento" del racismo sistémico.
El discurso de Feijoo reproduce los marcos clásicos del nacionalismo excluyente y de la xenofobia indirecta: exige integración solo al colectivo inmigrante, asocia implícitamente inmigración y delito, y desdibuja la gravedad específica de la violencia racista respecto a otras formas de delincuencia. No utiliza expresiones abiertamente racistas, pero contribuye a un clima social de desconfianza y estigmatización hacia las personas migrantes, y justifica políticas más restrictivas o discriminatorias.
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