Si pensabas que el thriller político español había tocado techo, prepárate porque no. Quedan muchos estrenos de temporada. Entre legajos, audios misteriosos y anotaciones, el país entero espera el próximo giro de guion. El futuro de la nación no lo deciden las urnas, sino el suspense judicial: ¿quién será el próximo protagonista de la operación QUE DIOS NOS COJA CONFESAOS?
Hoy un juez con el pelo poco revuelto ha comenzado el rodaje de una nueva serie titulada “los daños que causa Bolaños”, cuyo primer episodio hoy pretenden que sea telonero de la comparecencia presidencial de mañana. Según la teoría del compañero del ilustre hidalgo, dar un paso al costado es siempre una idea brillante. Está convencido de que nada como retirarse hace que el adversario se sienta aún más inseguro y desorientado. Quiere que el capitán del barco le ceda el protagonismo al grumete gallego, convencido de que seguro que los debilita y les quita las ganas de presumir de que mandan en la agenda política. En sus viajes por lo largo y ancho del Comité de las regiones ha aprendido lo que todos sabemos: que, si ignoras a las fieras, se vuelven dóciles y hasta te aplauden.
Pero pienso que eso a lo único que nos va a conducir es a que con PP y Vox en La Moncloa viviremos de cine. Volverá el reestreno en Catalunya de la “Nostalgia del procéss 2017”. También tendremos el estreno de “Servicios públicos, Urgencia terminal”, e Iker Jiménez ya no nos deleitará con sus psicofonías, sino que nos ilustrará sobre como la ciencia se estudia consultando la Biblia.
Con Santiago, la inmigración, según la nueva doctrina, se gestionaría con murallas y recortes, mientras los derechos LGTBIQ se archivarán en una carpeta titulada “Cosas que nunca debieron ocurrir”. ¡Ah! y no se puede olvidar que la ley de Memoria democrática se rebautizará como “Ley para un selecto club de nostálgicos del nacional catolicismo”. Todo lo anterior con la bendición de las sotanas y el visto bueno de los jueces.
Pero lo mejor será el gobiernazo que nos espera. Abascal vicepresidente; Tellado ministro de la presidencia; ministro de Sanidad el presidente del Quirón; ministra de Educación una “personal shopper” experta en lujo; ministro de Hacienda el novio de España; ministro portavoz Hannibal Lecter. El resto de los cargos será procedente de un casting de Gran Hermano VIP, escogido de entre los desestimados como concursantes, pero sin el menor atisbo de humor.
Veremos al nuevo presidente, rodeado de analistas y politólogos que brotan como setas tras la lluvia, expondrá varias opciones en la nueva Ley de protección presidencial, sobre la mesa varias opciones, todas igual de apetecibles que una ensalada de cactus para quien se atreva a ser oposición.
Y como no, las maravillosas televisiones con tertulianos de sobremesa nos prometen debates dignos de un circo romano, con las gladiadoras Muñoz y Álvarez de Toledo como grandes atracciones, mientras la derecha avanza con paso marcial y la izquierda se debate entre el insomnio y la nostalgia de tiempos mejores.
La corrupción, el machismo y la mediocridad campan a sus anchas, y el debate público se ha convertido en un lodazal donde solo prosperan los más viscosos.
Entonces me desperté y me puse a buscar una solución y la encontré: Menos resignación y más acción.
Hacedme caso porque el futuro político de España se juega entre el esperpento, el miedo y la ironía, mientras el respetable asiste atónito al espectáculo, esperando que, al menos, la función no termine en tragedia griega.
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