“Ha optado por un papel peculiar: el de crítico incansable, pero sin facilitar una alternativa concreta a la propuesta de autonomía financiera y corresponsabilidad fiscal recientemente expuesta por el Gobierno central, aportando opciones a cada apartado, hasta siete, que ayuden a resolver el complejo puzle de la financiación autonómica”
En el siempre vibrante debate sobre la financiación autonómica, la equidad entre comunidades es un principio irrenunciable para quienes creen en la cohesión territorial y la justicia fiscal. Sin embargo, en este escenario, Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, ha optado por un papel peculiar: el de crítico incansable, pero sin facilitar una alternativa concreta a la propuesta de autonomía financiera y corresponsabilidad fiscal recientemente expuesta por el Gobierno central, aportando opciones a cada apartado, hasta siete, que ayuden a resolver el complejo puzle de la financiación autonómica.
García-Page continúa en su línea de frentismo al gobierno del Estado y ha elevado el tono en los últimos días, denunciando lo que considera un “trato de privilegio” hacia Cataluña y alertando sobre una supuesta “barra libre” de cesiones al independentismo. Según él, la corrupción ha traído consigo más debilidad y más negocio para los socios del Gobierno, lo que, en su opinión, vulnera el principio de igualdad “sagrado para la izquierda”.
No obstante, mientras otros líderes autonómicos socialistas, como los de Asturias o la Comunidad Valenciana, han defendido abiertamente la necesidad de un modelo de financiación más justo para todas las regiones, García-Page ha preferido instalarse en la trinchera de la denuncia. Eso sí, sin descender al incómodo terreno de las propuestas técnicas o los modelos alternativos. Porque, claro, proponer un sistema concreto de financiación autonómica podría exigirle algo más que titulares y le obligaría a retratarse ante sus propios electores y compañeros de partido.
Me permito revisar la nueva propuesta de financiación autonómica, para intentar ver qué características la pueden hacer rechazable por el Gobierno de Castilla La Mancha, porque creo que el nuevo modelo de financiación autonómica que propone el Gobierno respecto al anterior introduce una serie de mejoras orientadas a solventar las deficiencias detectadas en el sistema vigente y a avanzar en la equidad, suficiencia y autonomía de las comunidades autónomas.
Son siete las principales mejoras que se identifican en esta propuesta: mayor autonomía financiera y corresponsabilidad fiscal. Se amplía la capacidad normativa de las comunidades autónomas sobre los impuestos cedidos, permitiendo una mayor corresponsabilidad fiscal y autonomía en la gestión de sus recursos. Se incrementa el porcentaje de impuestos estatales cedidos a las comunidades, lo que reduce la dependencia de transferencias del Estado central.
En segundo lugar, se propone un incremento de los recursos disponibles. El nuevo modelo prevé un aumento sustancial de los recursos asignados a las comunidades autónomas para garantizar la financiación adecuada de los servicios públicos fundamentales (sanidad, educación y servicios sociales). Se contemplan mecanismos para ajustar la financiación en función de las necesidades reales de gasto, considerando factores como la dispersión, envejecimiento y singularidad de la población.
En tercer lugar, refuerza la equidad y solidaridad interterritorial, asegurando que todos los ciudadanos, independientemente de la comunidad en la que residan, tengan acceso a servicios públicos con niveles de calidad similares. Se revisan y mejoran los fondos de nivelación y compensación para reducir las desigualdades entre territorios.
Otro aspecto es que se mejoran transparencia y rendición de cuentas, porque el nuevo modelo introduce mecanismos que las mejoran en la asignación y uso de los recursos, facilitando la rendición de cuentas y la visibilidad de la responsabilidad fiscal de cada comunidad autónoma. Se promueve una mayor claridad en la relación entre los ingresos y los gastos autonómicos, lo que permite a los ciudadanos entender mejor el origen y destino de los fondos públicos.
Un quinto aspecto es que plantea una condonación parcial de deuda autonómica generada por la infrafinanciación del modelo anterior, lo que permitirá a las comunidades reducir su carga financiera y recuperar capacidad de inversión.
En sexto lugar, el nuevo sistema incorpora mecanismos de revisión periódica para adaptarse a los cambios demográficos, económicos y sociales, garantizando su sostenibilidad a largo plazo.
Y por último se produce un reconocimiento de las singularidades territoriales, al tener en cuenta las características particulares de cada comunidad (como dispersión geográfica, envejecimiento, insularidad, etc.) para ajustar la financiación y asegurar una distribución más justa y eficiente.
Con estas mejoras, el nuevo modelo busca corregir los desequilibrios y carencias del modelo anterior, dotando a las comunidades autónomas de mayor autonomía, recursos suficientes y mecanismos de control y equidad, en línea con los principios de corresponsabilidad fiscal y cohesión territorial. Cosa diferente es que estas líneas transversales no se compartan, pero entonces lo que se debe hacer es plantear una alternativa y nunca un no rotundo con el argumento de que utiliza un favoritismo que habría que constatar y acreditar con números.
Resulta curioso que García-Page, tan preocupado por la igualdad entre territorios, haya decidido ejercer su “lealtad” al PSOE con la misma flexibilidad que un funambulista en plena tormenta. Mientras el Gobierno central y la dirección federal del partido insisten en buscar un acuerdo multilateral y en garantizar que ninguna comunidad sea agraviada, el presidente manchego prefiere el papel de verso suelto, siempre dispuesto a señalar los supuestos errores ajenos, pero sin arriesgarse a proponer una solución propia y alternativa que sirva para todos.
Quizá en su próxima intervención, García-Page nos sorprenda presentando su modelo de financiación autonómica... o tal vez siga perfeccionando el arte de la crítica sin alternativa, ese noble ejercicio tan español de exigir soluciones a los demás mientras uno se reserva el derecho a no mojarse.
En un contexto donde la reforma de la financiación autonómica es una asignatura pendiente desde hace más de una década, la equidad entre comunidades exige algo más que discursos grandilocuentes. Requiere propuestas concretas, diálogo y, sobre todo, altura de miras. Mientras tanto, algunos líderes parecen más cómodos en la oposición interna que en la construcción colectiva. Y, como siempre, la ironía es que quienes más claman por la igualdad son, a veces, los menos dispuestos a arrimar el hombro para lograrl
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