domingo, 27 de julio de 2025

El riesgo social del trumpismo

En la España de hoy, la irrupción de los pseudomedios representa uno de los retos sociales más relevantes y peligrosos para nuestro país. Plataformas como EDATV o 7NN han sido señaladas por generar polarización, victimismo y carecer de rigurosidad. Aparentan ser medios tradicionales, pero adoptan, sin ambages, el manual del trumpismo: polarización, bulos, desprecio a la verdad y sensación de enfrentamiento perpetuo entre supuestos “pueblo” y “élite”. 

Pero no nos engañemos, porque su labor va mucho más allá de la simple manipulación política, porque hoy ya constituyen un verdadero caldo de cultivo para que la sociedad pierda el rumbo de lo real y adopte versiones ficticias de la actualidad, alimentadas por el ruido y la desinformación.

Quizá a simple vista resulte difícil hacer un paralelismo entre este fenómeno y lo que ya acontece en Estados Unidos donde Trump ni siquiera lleva un año en el poder. Pongamos cómo ejemplo la devastadora crisis del fentanilo, un problema que asola ese país con  más de 70,000 muertes anuales por sobredosis. No solo eso ha reducido drásticamente la esperanza de vida, sino que ha profundizado la marginalidad y la desestructuración social. Sin miramos con detenimiento, tanto la potenciación de los pseudomedios cómo este tipo de problemas,  forman parte de una misma patología: la vulnerable que resulta una sociedad cuando esta renuncia al juicio crítico y se le entregan las riendas del poder a agentes que promueven la manipulación, la evasión y la mentira.

El auge del problema con el fentanilo no puede entenderse sin un contexto de permisividad, de desinformación médica, de banalización de sus riesgos. Pero fundamentalmente de  la incapacidad de los sistemas públicos para responder con eficacia a un grave problema. De igual manera, el crecimiento de los pseudomedios es consecuencia de una desatención masiva a la importancia de la veracidad, la pluralidad y el contraste de fuentes. 

Cuando los  ciudadanos dejamos de exigir rigor y preferimos antes  el espectáculo o el escándalo, cuando normalizamos el relato alternativo, cuando hacemos  caso omiso a las advertencias que se nos hacen, acabamos siendo cómo el niño que pese a las advertencias de sus mayores acaba cruzando la calle sin mirar si viene un vehículo. En este caso, el resultado de los pseudomedios,  el efecto no es que te arrolle un coche, pero acaban repercutiendo en la raíz misma de la convivencia.

La desinformación promovida por pseudomedios y la falta de exigencia de veracidad, prosperan donde hay desamparo, desconfianza institucional y una ciudadanía carente de herramientas críticas. Así se socava el debate democrático, porque hacer caso a quienes manipulan, engañan y alimentan la polarización puede llevarnos, como sociedad, a situaciones límite, donde la marginalidad y la tragedia dejan de ser advertencias ajenas y se convierten en dramas cotidianos. 

No se trata solo de combatir la mentira. Es imperativo reforzar el criterio propio, apostar por la educación y la información verificada, y levantar muros éticos allí donde la rendición a la manipulación llega a deteriorar lo que significa el concepto civilización.  Ignorar esta lección es correr el riesgo de mirar, demasiado tarde, el espejo de quienes hoy sufren en las fronteras de la marginalidad en Estados Unidos, y hoy en nuestro país, la desinformación, la manipulación y la propagación de bulos están haciendo que muchos ciudadanos desconozcan la realidad.

Esta semana la noticia de mayor repercusión ha sido la falsificación de su curriculum por una diputada. Lo de Gaza y la hambruna que mata niños inocentes, parece que a la mayoría de nuestros medios informativos les queda lejos. Está claro que lo importante en política no es la formación académica, sino la honradez, la gestión de cosas importantes como la sanidad pública o la educación entre otras muchas. Sin embargo, vemos cómo esto ha pasado a un segundo plano, porque lo importante es encontrar el insulto perfecto para demostrar tu alto nivel educativo y, de paso, asegurarte un futuro prometedor gracias al club privado en que se han convertido los partidos que siempre tienen un “apañito” a mano. Nos enseñan que lo de menos es la preparación, lo importante es saber a quién llamar cuando el CV no da para mucho.

Ver cómo la derecha, se apoya en sus medios afines y en esos pseudomedios, para convertir a farsantes en salvadores de la patria, es parte de esa manipulación trumpista a la que nos quieren conducir si o sí. Nada mejor que  sus propuestas populistas, manipuladas y en ocasiones falsas, con las que  buscan convencernos de que todo está muy mal faltando a la realidad, donde cómo siempre y en todos los países hay cosas que funcionan muy bien, bien, regular, mal o muy mal, pero no todo es apocalíptico cómo nos dibujan. Quieren presentarse como una opción de cambio honesta  cunado no lo es. Pero no son solo sus mentiras, sino la falta de espíritu crítico con todo lo que nos cuentan los medios, antes de tomar nuestra propia decisión de que camino es el más conveniente. Un mal diagnostico implica un mal tratamiento y en la mayoría de los casos, la muerte del enfermo.


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