martes, 15 de julio de 2025

¿Quien representa hoy el centro político en España?


En los últimos años, el escenario político español ha experimentado una fuerte polarización, con el PP adoptando posturas cada vez más próximas a VOX. Este camuflaje para captar votantes de VOX, a la vez ha generado un efecto de rechazo entre votantes moderados de derecha y, especialmente, entre electores de centro, quienes ven con recelo la deriva hacia posiciones consideradas extremas.

La consecuencia de este desplazamiento es clara: ni los votantes de centroderecha ni los de centroizquierda encuentran un espacio cómodo en los proyectos políticos que abrazan el discurso de la ultraderecha. El riesgo es evidente: la pérdida de apoyo electoral por parte de quienes buscan políticas constructivas y alejadas de la confrontación.

Para los votantes de centroizquierda y de izquierda, el tiempo hasta las próximas elecciones generales se presenta como una oportunidad para evaluar el desempeño del gobierno de coalición progresista. La expectativa es que este gobierno avance en la defensa de valores fundamentales como la democracia, la igualdad, la justicia social y la libertad, todos ellos amenazados en el contexto actual. Además, se espera un firme compromiso con la Unión Europea, con el multi lateralismo y la lucha contra el cambio climático, pilares esenciales para afrontar los retos globales y proteger el bienestar de la ciudadanía.

El desencanto de ciertos sectores, como las mujeres que han retirado su apoyo al PSOE tras episodios polémicos, merece una reflexión profunda. La existencia de manzanas podridas ilustra la necesidad de separar los casos individuales de la integridad general del partido. La regeneración política pasa por apartar a quienes dañan la imagen colectiva y recuperar la confianza en las instituciones.

El centro político, tradicionalmente visto como un espacio de moderación y consenso, es hoy un refugio para "cazadores de la derecha" que buscan atraer a votantes incautos. Sin embargo, la realidad muestra que el viaje de algunos partidos hacia posiciones más extremas aleja cada vez más a quienes buscan equilibrio y diálogo. El lenguaje agresivo y la retórica incendiaria, lejos de persuadir al adversario, parecen dirigirse a consolidar la base más radical y a captar a sectores aún más extremos del electorado.

Existe una creciente disonancia entre el debate parlamentario y la realidad social. El Congreso parece haberse emancipado de la sociedad a la que dice representar, generando una brecha entre el "ruido" institucional y la "verdad" que se vive en la calle. Esta desconexión alimenta la desconfianza ciudadana y dificulta la recuperación de la credibilidad política.

La política española se ve condicionada por pronósticos y análisis que, en ocasiones, se alejan de la realidad cotidiana. La tendencia a anticipar resultados electorales a partir de percepciones y rumores contribuye a un clima de incertidumbre y desinformación. Ocurre cómo  con los diagnósticos médicos infundados, porque hay que basar las decisiones en hechos y no en suposiciones.

España se enfrenta a un momento crítico donde la polarización, la desconfianza y la desconexión entre representantes y representados amenazan la estabilidad democrática. Recuperar la confianza pasa por apostar por políticas de avance social, regeneración ética y diálogo real, alejándose de discursos extremos y de la política del ruido. 

Solo así será posible reconstruir un espacio común donde la democracia, la justicia y la igualdad sean los verdaderos protagonistas, y no construir un sucedáneo de democracia a base de titulares periodísticos o televisivos que solo obedecen a la voz de su amo.

Buen lunes desde este muro.

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