El tabaquismo: responsable de enfermedades graves y muertes evitables en la región
“No solo es la combustión del tabaco, sino que en él se incluyen productos alternativos como los cigarrillos electrónicos o vapeadores, que no están exentos de riesgo. Hay que vigilar y legislar para que los vapeadores no sean la puerta de entrada al tabaquismo”
En marzo de 2024, la Sociedad Española de Hipertensión y las Sociedades Autonómicas de Hipertensión y Riesgo Vascular de España publicaron su documento de consenso sobre tabaquismo y riesgo vascular. En él se señala que el 22% de la población española es fumadora diaria. Más los hombres que las mujeres, aunque las mujeres entre 15-25 años fuman igual o más que los hombres.
El fumador presenta dependencia física a la nicotina, dependencia social y psicológica. El tabaquismo es un factor potenciador del riesgo cardiovascular por ser un agente patógeno para el desarrollo de arteriosclerosis y está asociado a cardiopatía isquémica, ictus y arteriopatía periférica, a la vez que aumenta el riesgo de enfermedades pulmonares crónicas (EPOC) y está relacionado con cánceres de pulmón, genitales femeninos, laringe, orofaringe, vejiga, boca, esófago, hígado y vías biliares, y estómago, entre otros. En la deshabituación tabáquica es importante la implicación personal y se necesita la colaboración multidisciplinar de médicos, enfermeros, psicólogos, etc.
El consumo de tabaco en Castilla-La Mancha, pone en evidencia que tenemos un problema de salud al que hacer frente. El tabaco es la segunda sustancia psicoactiva más consumida en la región, solo por detrás del alcohol, y es la droga con mayor continuidad en el consumo: de quienes lo han probado, la mitad sigue fumando a diario. Aproximadamente un 20% de la población de Castilla-La Mancha fuma a diario, lo que equivale a unas 350.000 personas consumidoras regulares de tabaco y otras 50.000 que lo hacen de manera ocasional. Un dato muy llamativo es que el 62,5% de las personas entre 15 y 64 años ha fumado alguna vez en su vida. Estas cifras se mantienen muy similares a la media nacional.
En la última década, el consumo de tabaco en nuestra comunidad ha mostrado una paulatina reducción. Por ejemplo, en 2010 había 458.000 fumadores diarios y en 2025 la cifra ronda los 350.000, lo que supone una bajada del 30%. Consecuentemente, el número de exfumadores ha ido en aumento, situándose en torno al 20% de la población adulta, similar al porcentaje de fumadores actuales. Y aunque el consumo tradicional de tabaco desciende, se observa un aumento progresivo de nuevas formas de consumo como cigarrillos electrónicos y vapeadores, especialmente entre jóvenes.
Todos conocemos la afirmación “fumar perjudica seriamente a la salud”. Es cierta, pero lo que es un gravísimo peligro para la salud es el consumo de nicotina, sea cual sea su vía de entrada al organismo. En el lado positivo de la situación tenemos que en nuestro país la prevalencia de fumadores está descendiendo, aunque el 40 % de los que fuman a diario, siendo conscientes de los peligros del tabaco, no quiere o no puede dejarlo, lo que demuestra que el tabaquismo es una enfermedad crónica, adictiva y recidivante por su tendencia a reaparecer, no simplemente un mal hábito. Hay que hacerle frente desde todos los ángulos posibles.
Contrariamente a lo que muchos jóvenes creen, el tabaquismo no solo es la combustión del tabaco, sino que en él se incluyen productos alternativos como los cigarrillos electrónicos o vapeadores, que no están exentos de riesgo. Hay que vigilar y legislar para que los vapeadores no sean la puerta de entrada al tabaquismo.
Está íntimamente ligado al desarrollo de cardiopatía isquémica (35,7 % del riesgo total), al 18,9 % de todos los ictus especialmente en varones mayores de 45 años. El riesgo asociado al tabaquismo se incrementa de forma lineal con el número de cigarrillos fumados por día y con el tiempo de exposición; y se agrava por la coexistencia de otros factores de riesgo como hipertensión arterial y dislipidemia, lo que multiplica el riesgo cardiovascular hasta por 16 veces. Solo un dato que muchos desconocen: en la combustión del tabaco se liberan más de 4.000 sustancias tóxicas.
La buena noticia es que, en términos de salud cardiovascular, si la persona consigue abandonar el tabaco, el beneficio es importante y rápido, ya que se produce una reducción significativa del riesgo cardiovascular que puede igualarse al de los no fumadores tras varios años de abstinencia.
Todo profesional médico debe ofrecer al fumador que acude a su consulta la posibilidad de afrontar el abandono tabáquico. Si deseando dejar de fumar no lo consiguen, al menos que intenten apoyarse en productos con ausencia de combustión, sin humo. Hoy disponemos de tratamientos farmacológicos eficaces para la deshabituación tabáquica.
Castilla-La Mancha desarrolla el Plan Respira, que incluye medidas de prevención, sensibilización, programas de deshabituación tabáquica y formación de profesionales sanitarios para el abordaje integral del tabaquismo. Además, se han puesto en marcha campañas informativas específicas para la prevención del consumo, especialmente dirigidas a jóvenes y estudiantes universitarios de Ciencias de la Salud.
Podemos concluir que, a pesar de estas iniciativas, el consumo de tabaco en Castilla-La Mancha sigue siendo un problema de salud pública relevante, aunque las cifras muestran una tendencia descendente en la última década. A pesar de los avances, el tabaco continúa siendo responsable de una alta carga de enfermedades graves y muertes evitables en la región, lo que justifica la continuidad y refuerzo de los planes de prevención y deshabituación tabáquica.
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