La postura expresada por Feijoo mostrándose dispuesto a pactar con Vox representa su claudicación alarmante de los principios democráticos más elementales. Que el líder del PP, con aspiraciones a gobernar España, se abra a acuerdos con una fuerza política que niega avances fundamentales en derechos humanos, igualdad de género, justicia social y memoria democrática, refleja una preocupante falta de firmeza ética y visión de país.
Feijoo pretende normalizar a un partido que sistemáticamente deslegitima el Estado de Derecho, ataca a las minorías, ridiculiza la lucha feminista y propaga discursos de odio camuflados de ‘verdades incómodas’. Al buscar el apoyo de los votantes de Vox e incluso tender la mano abiertamente a sus líderes, el PP demuestra que está dispuesto a supeditar los valores constitucionales y la convivencia democrática a una estrategia meramente aritmética y electoralista.
Resulta especialmente contradictorio que un político que apela constantemente a la "moderación" se disponga a legitimar con acuerdos a una fuerza abiertamente reaccionaria, cuyo objetivo declarado es revertir décadas de avances sociales. Pactar "en asuntos mollares" con una formación que niega la violencia machista, cuestiona el sistema autonómico y promueve un nacionalismo excluyente es cruzar una línea roja que jamás debería traspasarse.
El equilibrio institucional y el respeto por el pluralismo no pueden sacrificarse a cambio de sumar escaños. Porque no se trata de si con Vox se puede o no pactar técnicamente, sino de si es moralmente admisible compartir, aunque sea un centímetro de terreno político, con quienes desprecian los pilares del consenso democrático construido desde 1978.
Señor Feijoo, entérese de una vez, liderar no es conquistar el poder a cualquier precio. Liderar es ejercerlo con principios firmes y responsabilidad histórica, y usted no cumple ninguna de esas dos condiciones cuando está coqueteando con el extremismo. ¿Ha probado a ver si se encuentra la vergüenza por algún bolsillo o es que la ha perdido?
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