No domino versos ni rimas, dejo que las palabras fluyan, sin reglas ni prisas. Este poema va dedicado a los migrantes, y nace del sentimiento sin disfraces ni artificios, que me generó el racismo respirado estos días. .
MIEDO QUE PERFUMA TODO
El miedo viaja rápido.
Un hombre cruza una frontera. No es noticia.
La noticia es que se le teme.
No se habla de él, se habla contra él.
Le llaman invasor, aunque solo busca pan.
Le llaman peligro, aunque solo es carne con frío.
Le llaman delito, aunque su único crimen fue nacer del otro lado.
El miedo no necesita pruebas.
Solo necesita una cámara encendida y un micrófono obediente.
La estadística susurra, pero el grito gana votos.
Un político alza la voz: "Vamos a proteger lo nuestro".
Y con esa frase, consigue lo que quiere: «Nosotros» contra «ellos».
Lo simple seduce.
Lo complejo duerme.
Un tuit, una imagen, una mentira brillante como neón.
El algoritmo la empuja, la cámara la repite, el barrio la cree.
Y ya no importa qué pasó, solo importa qué se dijo.
La verdad se sienta sola a esperar su turno.
El prejuicio ya está en campaña.
Se construyen muros, no con ladrillos, sino con palabras:
"seguridad", "identidad", "orden", "pureza".
Y el migrante se convierte en un espejo roto,
donde los miedos se reflejan.
Ya no se le ve. Ya no importa su nombre.
Solo importa que no somos él.
Dicen que la convivencia no vende.
Que los buenos ejemplos son aburridos.
Y que el odio, en cambio, mueve audiencias.
Así, la democracia se guarda en una vitrina,
mientras la desconfianza hace titulares.
Y el discurso se vuelve ley, y la ley, costumbre,
y la costumbre, violencia.
Porque cuando al otro lo hacen menos,
algún día te harán menos a ti.
La historia lo ha contado mil veces.
Pero ahora no hay tiempo para historia.
Solo hay tiempo para miedo.
El miedo no tiene patria, pero fabrica fronteras.
Y en su nombre, se roba, se calla, se golpea, se elige.
Y mientras tanto, un hombre cruza otra frontera,
con la esperanza al hombro y el alma en vilo.
Quizás nunca sabrá que fue convertido en enemigo antes de poner un pie.
Pero camina,
porque eso es lo que hacen los hombres
cuando se les cierran todos los mapas,
caminan, aun huela el perfume de miedo.
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