Hay razones clave para que no dimita Sánchez, pero el problema grave es el panzismo de muchos en su partido, que hace más difícil diseñar la estrategia del PSOE, que para resistir en la Moncloa.
La decisión de no dimitir Sánchez, se apoya sobretodo en el aprendizaje del error cometido por el socialismo portugués. Además cuenta con el respaldo interno, con la necesidad de mantener la estabilidad gubernamental y la necesidad de tiempo para la preparación de una respuesta política sólida.
Son los elementos de mayor peso para sostener su permanencia al frente del Ejecutivo y su manera de evitar una crisis aún mayor tanto para el PSOE como para la izquierda española.
En medio de una de las crisis políticas más intensas de su mandato, Sánchez enfrenta presiones internas y externas tras la irrupción del caso Cerdán. Sin embargo, tanto su entorno cercano como destacados politólogos consideran que la dimisión no es la opción adecuada en este momento, tomando como referencia la experiencia reciente del socialismo portugués.
Lo de Portugal fue un error, una trampa en la que los socialistas portugueses cayeron. Hacer la misma estrategia de Costa, ósea la dimisión del primer ministro portugués, que hoy es evidente que fue un error estratégico. La Fiscalía portuguesa cometió errores en las transcripciones, lo que llevó a una implicación injusta de Costa. Como consecuencia, el socialismo portugués pasó de tener mayoría absoluta a convertirse en la tercera fuerza política en apenas un año.
Este precedente tiene que servirle como advertencia al PSOE y a Sánchez, que ya rechazan de plano repetir esa vía, conscientes del alto coste político que supuso para el socialismo luso. La dimisión sería caer en una trampa similar a la portuguesa. Por mucho que quieran marcar perfil los demás partidos de la investidura, el liderazgo de Sánchez sigue siendo visto como esencial para el PSOE, para el espacio de la izquierda en España y para la estabilidad del Gobierno.
Hay algo que parece marcar la hoja de ruta, y es que el presidente está convencido de que puede resistir y, mientras llega el Comité Federal de su partido y la comparecencia en el Parlamento, Sánchez estará trabajando discretamente en una hoja de ruta que conoceremos cuando la presente ante el comité federal de su partido. Ese comité será clave no solo para su futuro personal, sino para el rumbo del Gobierno y del propio PSOE, en un momento en el que sus socios de coalición exigen respuestas más ágiles y contundentes.
Pero hay un lastre importante, que la entrada en prisión de Cerdán ha generado una imagen desgarradora del PSOE y eso pesa e impide actuar sin miedos. La dirección socialista apuesta por una respuesta política firme en vez de una retirada, para evitar el desgaste que provocó al socialismo en Portugal la dimisión precipitada de Costa.
Pero no deberían engañarse en Ferraz, porque el problema no es solo las secuelas de un Ábalos y un Cerdán corruptos dentro (que también). Tienen uno mayor, que está en sus mecanismos de funcionamiento como partido desde los tiempos de Felipe. Son muchos los cargos locales, provinciales y regionales, a los que hemos visto pasar de ser felipistas, a defensores de Zapatero, a adoradores de Sánchez, a lapidarios de Sánchez y amantes de la gestora que permitió el gobierno de Rajoy, para volver a defender un Sánchez resucitado. Eso no es socialismo, eso es ¿qué hay de lo mío? es el panzismo, porque a muchos (y nunca nada es generalizable), les priva más poder seguir en sus cargos, que da defensa del proyecto político de su partido. Eso conlleva la endogamia de los amigos de mis amigos.
Imitar al partido corrupto rival, que es maestro en ese modelo de partido piramidal, es asumir sus mismas corruptelas y sus mismas carencias. Ojalá este palo les sirva a los socialistas para aprender algo, pero es dudoso que lo sepan hacer. No les va a bastar con apartar a los próximos a Cerdan, le van a quedar muchas más horas de aspiradora y fregona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario