martes, 21 de marzo de 2017

DIAZ, SANCHEZ Y EL APARATO

Menudo ambiente el que se respira. A los que somos de pueblo, nos recuerda esas escenas en las que dicen que “el aire puede cortarse”. A partir del 26 será oficial la candidatura de Diaz y ya estarán todas las cartas sobre el tapete.

Diaz es la candidata favorita para la gestora. Intenta aparentar un aire conciliador que a todos nos una, ser la costurera del roto y del descosido, pero se equivoca porque con ello recuerda que hay un roto y alguien provocó el enganchón que lo produjo. No le ayuda a Diaz en su objetivo, que el portavoz de la gestora sea su brazo derecho. No le ayuda tampoco, que la gestora no aclare de donde se pagan sus actos sin ser aún candidata, y esa misma gestora quiera llevarles las cuentas a los demás aspirantes a la Secretaría General.

Tampoco le ayudan los halagos que le llegan de quienes hace un tiempo ejercieron el poder en nombre del socialismo, ni los procedentes de la banca, ni de los grandes medios de comunicación. Pero menos aún se ayuda Diaz a ella misma, tratando de mostrarse dócil y afable, y a la vez ejerciendo como general de un ejército sin uniforme. Ningún animal político es dócil y cercano, y ella se ha criado amamantada en los pechos de la clase política. Diaz y su candidatura representan el oficialismo de un PSOE que alcanzó grandes logros en el pasado, pero que hoy aún muchos identifican con su incapacidad para hacer frente a la crisis económica, y más recientemente con su tolerancia para permitir el gobierno de la derecha, y no haber sabido posicionarse ante los populismos y los nacionalismos. Es la candidata de un socialismo, que es la versión española de los partidos socialistas europeos que se han hundido por no saber afrontar esa nueva situación.

Cuenta con todo el aparato del partido, que intenta una gran movilización de todos los militantes socialistas alrededor de ella. Pero eso aumenta el convencimiento de que Diaz es solo la cara amable del aparato de siempre, lo que otorga un plus de valor a quien se le sitúa frente a ella, la candidatura de las bases, una candidatura con un liderazgo que en gran parte lo ha propiciado la propia Diaz en aquel Comité Federal de octubre. Igual no ha valorado Diaz, que si no hubiese acontecido ese Comité con todo lo que le rodeo, quizás hoy podría haberse impuesto por aclamación.

Pero ya es tarde para eso, porque cada vez que mueve ficha la Gestora contra Sanchez, se visualiza la mano de ella meciendo la cuna. Eso propicia que a los apoyos de Sanchez les sea fácil hablar de guerra sucia, de censos manipulados, de censura, de falta de neutralidad de la gestora, de intentos de descrédito de un compañero, por quien se ha llenado la boca llamando a todos los socialistas compañeros. Sanchez no cuenta con barones que le apoyen, sino con barones socialistas que le acusan de haber derrochado el respaldo electoral del PSOE. Ni los Lambán, Puig, Fernandez, o Page quieren acordarse de que ellos derrocharon una herencia de votos mayor que de la que acusan a Sanchez haber dilapidado.

A ninguno de esos barones se le ocurre hablar mal de Lopez, el tercero en discordia, porque todos están convencidos de que López solo va a intentar restarle apoyos a Sánchez. Ayer mismo en Euskadi, el portavoz de su candidatura atacaba a Sanchez, mientras que a Diaz ni la cita en sus intervenciones. Lopez se postula como la vía de en medio, pero estratégicamente para aparecer en medio, tienen que existir dos referentes, y Lopez presentó su candidatura cuando ni Sanchez ni Diaz habían aparecido en escena como candidatos.

En provincias se vive también una disputa más localista, reflejo de la disputa federal. En Albacete por ejemplo, el representante de la Junta se pronuncia favorable a Diaz, mientras el diputado nacional se declara partidario de Sanchez. Lo mismo ha ocurrido en la mayoría de provincias donde el peso del poder regional se ha visto desafiado. Se suceden los actos en apoyo a Sanchez  y en apoyo a Diaz, aun no habiendo presentado su candidatura aún, Situaciones similares en todos los diferentes ámbitos del socialismo, pero son ámbitos que huelen a partido roto y con difícil compostura post congresual.

Aún no ha comenzado la disputa pero ya algunos buscan hacer sangre al que hasta ayer era compañero o compañera, y lo hacen con más inquina que si del rival popular se tratase. Nos esperan días con juegos de prestidigitadores profesionales con los censos; con secretarías de organización que encontraran razones perentorias para evitar la más mínima posibilidad de verse en la obligación de doblar la rodilla; de cargos públicos que incordiaran al otro de las formas más impensables. Todos con el mismo fin: evitar que salga el otro, aunque sea la militancia quien lo elija. Si a pesar de sus denodados esfuerzos por evitarlo, así ocurriese, muchos ya dicen que esto no se habrá terminado.


Por si alguien entre las bases aún no se ha dado cuenta, Sánchez ya es culpable de presentarse como candidato.

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