Menudo ambiente el que se respira. A los que somos de
pueblo, nos recuerda esas escenas en las que dicen que “el aire puede
cortarse”. A partir del 26 será oficial la candidatura de Diaz y ya estarán
todas las cartas sobre el tapete.
Diaz es la candidata favorita para la gestora. Intenta
aparentar un aire conciliador que a todos nos una, ser la costurera del roto y
del descosido, pero se equivoca porque con ello recuerda que hay un roto y
alguien provocó el enganchón que lo produjo. No le ayuda a Diaz en su objetivo,
que el portavoz de la gestora sea su brazo derecho. No le ayuda tampoco, que la
gestora no aclare de donde se pagan sus actos sin ser aún candidata, y esa
misma gestora quiera llevarles las cuentas a los demás aspirantes a la
Secretaría General.
Tampoco le ayudan los halagos que le llegan de quienes hace
un tiempo ejercieron el poder en nombre del socialismo, ni los procedentes de
la banca, ni de los grandes medios de comunicación. Pero menos aún se ayuda
Diaz a ella misma, tratando de mostrarse dócil y afable, y a la vez ejerciendo
como general de un ejército sin uniforme. Ningún animal político es dócil y
cercano, y ella se ha criado amamantada en los pechos de la clase política.
Diaz y su candidatura representan el oficialismo de un PSOE que alcanzó grandes
logros en el pasado, pero que hoy aún muchos identifican con su incapacidad
para hacer frente a la crisis económica, y más recientemente con su tolerancia
para permitir el gobierno de la derecha, y no haber sabido posicionarse ante
los populismos y los nacionalismos. Es la candidata de un socialismo, que es
la versión española de los partidos socialistas europeos que se han hundido por
no saber afrontar esa nueva situación.
Cuenta con todo el aparato del partido, que intenta una gran
movilización de todos los militantes socialistas alrededor de ella. Pero eso
aumenta el convencimiento de que Diaz es solo la cara amable del aparato de siempre, lo que otorga un plus de valor a quien se le sitúa frente a
ella, la candidatura de las bases, una candidatura con un liderazgo que en gran
parte lo ha propiciado la propia Diaz en aquel Comité Federal de octubre. Igual
no ha valorado Diaz, que si no hubiese acontecido ese Comité con todo lo que le
rodeo, quizás hoy podría haberse impuesto por aclamación.
Pero ya es tarde para eso, porque cada vez que mueve ficha
la Gestora contra Sanchez, se visualiza la mano de ella meciendo la cuna. Eso
propicia que a los apoyos de Sanchez les sea fácil hablar de guerra sucia, de
censos manipulados, de censura, de falta de neutralidad de la gestora, de
intentos de descrédito de un compañero, por quien se ha llenado la boca llamando a
todos los socialistas compañeros. Sanchez no cuenta con barones que le apoyen,
sino con barones socialistas que le acusan de haber derrochado el respaldo
electoral del PSOE. Ni los Lambán, Puig, Fernandez, o Page quieren acordarse de
que ellos derrocharon una herencia de votos mayor que de la que acusan a
Sanchez haber dilapidado.
A ninguno de esos barones se le ocurre hablar mal de Lopez, el
tercero en discordia, porque todos están convencidos de que López solo va a
intentar restarle apoyos a Sánchez. Ayer mismo en Euskadi, el portavoz de su
candidatura atacaba a Sanchez, mientras que a Diaz ni la cita en sus
intervenciones. Lopez se postula como la vía de en medio, pero estratégicamente para
aparecer en medio, tienen que existir dos referentes, y Lopez presentó su
candidatura cuando ni Sanchez ni Diaz habían aparecido en escena como
candidatos.
En provincias se vive también una disputa más localista,
reflejo de la disputa federal. En Albacete por ejemplo, el representante de la
Junta se pronuncia favorable a Diaz, mientras el diputado nacional se declara
partidario de Sanchez. Lo mismo ha ocurrido en la mayoría de provincias donde
el peso del poder regional se ha visto desafiado. Se suceden los actos en apoyo
a Sanchez y en apoyo a Diaz, aun no habiendo presentado su candidatura
aún, Situaciones similares en todos los diferentes ámbitos del socialismo, pero
son ámbitos que huelen a partido roto y con difícil compostura post congresual.
Aún no ha comenzado la disputa pero ya algunos buscan hacer
sangre al que hasta ayer era compañero o compañera, y lo hacen con más inquina que si
del rival popular se tratase. Nos esperan días con juegos de prestidigitadores
profesionales con los censos; con secretarías de organización que encontraran
razones perentorias para evitar la más mínima posibilidad de verse en la
obligación de doblar la rodilla; de cargos públicos que incordiaran al otro de
las formas más impensables. Todos con el mismo fin: evitar que salga el otro,
aunque sea la militancia quien lo elija. Si a pesar de sus denodados esfuerzos
por evitarlo, así ocurriese, muchos ya dicen que esto no se habrá terminado.
Por si alguien entre las bases aún no se ha dado cuenta,
Sánchez ya es culpable de presentarse como candidato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario