sábado, 12 de julio de 2025

Las puertas giratorias, su prohibición es solo una cuestión de voluntad política

El fenómeno de las puertas giratorias en la política española representa uno de los mayores retos a la credibilidad y transparencia institucional del país. Mediante este mecanismo se produce el tránsito de altos cargos públicos, como diputados, ministros o secretarios de Estado, hacia puestos de responsabilidad en grandes empresas privadas, especialmente en sectores estratégicos como la energía, la banca o las telecomunicaciones, justo después de dejar su cargo político.

La crítica principal a esta práctica reside en el conflicto de intereses que puede surgir: quienes han regulado o supervisado sectores clave desde el poder público pasan a ocupar posiciones donde pueden beneficiarse de la información privilegiada o de las redes de influencia tejidas durante su etapa política. Esto erosiona la confianza ciudadana y alimenta la sospecha de que, en ocasiones, las decisiones públicas pueden estar condicionadas por futuras oportunidades personales más que por el interés general.

Aunque existen leyes que establecen periodos de incompatibilidad —como la Ley 5/2006 y la Ley 3/2015, que fijan un “periodo de enfriamiento” de dos años—, la realidad muestra que los controles son laxos y las autorizaciones para el salto al sector privado se conceden con facilidad. En muchos casos, el paso a la empresa privada se produce apenas días o semanas después de dejar el cargo público.

No existe un registro oficial y exhaustivo de todos los diputados que han hecho uso de este mecanismo, pero diversas investigaciones y listados periodísticos permiten hacer una estimación y destacar algunos nombres relevantes, que van desde José María Aznar, Ángel Acebes, Rodrigo Rato, Isabel Tocino, Agustín Conde, Ignacio López del Hierro, Luis de Guindos, Fátima Báñez procedentes de  los gobiernos de Aznar y Rajoy. De los gobiernos de González y Zapatero encontramos a Felipe González, Elena Salgado, Jordi Sevilla, Javier Solana, Luis Atienza, Carmen Montón, Guillermo de la Dehesa, o Joan Clos. Diversos medios han documentado que recurrieron a las puertas giratorias, en una cifra es similar en el caso del PP, y del PSOE sobre todo en los sectores energéticos y de infraestructuras. La práctica es tan común que se puede considerar estructural y transversal a ambos grandes partidos.

Entre los castellanomanchegos que han hecho uso de las puertas giratorias aparecen algunos nombres señalados en prensa local y nacional. La Junta de Castilla-La Mancha ha aprobado recientemente una ley para endurecer las incompatibilidades y evitar que ex altos cargos trabajen durante dos años en empresas con las que hayan tenido relación contractual o de subvenciones. No existe un listado cerrado de todos los castellanomanchegos que han hecho uso de este mecanismo, pero la preocupación ha llevado a la región a aprobar una normativa específica para limitar estas prácticas y reforzar la vigilancia sobre los casos de conflicto de intereses.

El fenómeno de las puertas giratorias está estrechamente vinculado al riesgo de corrupción en la gestión pública. Cuando un cargo público sabe que puede obtener un puesto bien remunerado en una empresa privada tras dejar su cargo, existe el riesgo de que pueda tomar  decisiones políticas que beneficien a esa empresa mientras aún está en el sector público.

En nuestro sistema político, sabemos que las empresas pueden influir en la regulación y supervisión pública al contratar a expolíticos o altos funcionarios, lo que puede llevar a normativas favorables para intereses privados y no para el interés general. Los excargos públicos pueden aprovechar conocimientos y contactos adquiridos en su etapa política para beneficiar a empresas privadas, lo que puede derivar en prácticas corruptas como el tráfico de influencias. Y la facilidad con la que se produce el tránsito entre lo público y lo privado alimenta la sospecha social sobre la existencia de favores, trato de favor o corrupción sistémica en la administración pública.

Las puertas giratorias no son corrupción en sí mismas, pero sí constituyen un terreno fértil para que se produzcan prácticas corruptas o poco éticas, debilitando la confianza en las instituciones democráticas. La persistencia de este mecanismo sigue siendo un desafío para la ética pública en España. La falta de transparencia y la facilidad con la que se conceden permisos para el salto al sector privado hacen imprescindible una regulación más estricta y controles más efectivos para proteger el interés general y la confianza ciudadana.

Buen domingo a todos los que habitualmente visitáis este muro.




Da igual, no van a parar.

Que muchos periodistas nos quieran hacer comparar al actual presidente del gobierno con el fenómeno orensano es totalmente injusto. Para el presidente, claro. Desde que este señor llegó a la capital, su misión ha sido clarísima: montar escándalos, insultar a todo el mundo, contar historias dignas de un guionista de telenovelas y, por si fuera poco, respaldar a sus presidentes autonómicos más presentables (o mejor dicho, impresentables cómo Mazón). Feijoo ha hecho de la confrontación su bandera. Insultos, ruido, y ninguna ley apoyada que beneficie a la gente de a pie. Eso sí, promete “devolver la normalidad” y “gobernar en solitario”, siempre y cuando Sánchez le deje el sitio libre. ¿Y apoyar alguna ley que beneficie a la gente común? ¡Ni hablar! Eso sería demasiado mainstream para alguien tan original.

Sánchez, puede presumir de su mejor logro: que absolutamente todos los miembros de la fachosfera —jueces, banca, iglesia, prensa— lo tiene en su lista negra. Eso sí que es un sello de calidad, casi como una estrella Michelin de la crispación nacional. Los que en las filas socialistas comparten con el PP que la solución es que Sánchez desaparezca, se olvidan de que el “lawfare” va a seguir, esté quien esté al frente del PSOE, porque la derecha es tan creativa que nunca se queda sin excusas para bloquear cualquier cosa en el Congreso. Al parecer, no tienen bastante con el hecho de que el gobierno, en minoría y bloqueado, sobrevive gracias a la entrañable aversión de los nacionalistas por VOX, una alianza basada en el amor al mal menor. Pero hay que matar políticamente a Sánchez si o también.



Torre Pacheco, epicentro de la tensión social


La localidad murciana de Torre Pacheco se ha convertido en el símbolo de la escalada de tensión social y política en torno a la inmigración. El presidente regional de Vox, José Ángel Antelo, ha aprovechado la coyuntura para reforzar el discurso de su partido contra la inmigración ilegal, responsabilizando al PSOE y  al PP de la situación y evitando condenar explícitamente los ataques y persecuciones a migrantes magrebíes. Sus declaraciones, cargadas de consignas alarmistas y generalizaciones, han encendido aún más los ánimos en una localidad marcada por la convivencia —no siempre fácil— entre población autóctona y migrante.

Las redes sociales han servido de plataforma para la convocatoria de auténticas “cacerías” contra personas magrebíes, con mensajes amenazantes y la difusión de datos personales, pese a que la policía ha desmentido varias de las informaciones alarmistas. Diversos grupos ultras han aprovechado la situación para sumar fuerzas y fomentar el odio, llegando a amenazar con ataques a comercios y lugares de culto regentados por magrebíes.

Frente a la escalada de violencia y miedo, voces como la de Nabil Moreno, representante de la comunidad migrante, han llamado a la calma y han denunciado el riesgo de criminalizar a todo un colectivo por delitos individuales. Moreno subraya la importancia de no caer en la generalización y recuerda que la mayoría de los migrantes han encontrado en España una oportunidad de crecimiento, pese a las dificultades de integración y convivencia.

La respuesta institucional ha llegado con la advertencia de la delegada del Gobierno sobre la investigación en curso y la promesa de actuar con contundencia contra cualquier alteración del orden público o incitación al odio, venga de donde venga. Los partidos de izquierda han condenado unánimemente la escalada de odio, señalando a Vox y al PP como responsables de alimentar un clima social envenenado mediante discursos xenófobos y bulos.

En este contexto, Torre Pacheco se ha transformado en una olla a presión, donde la ultraderecha ha logrado convertir la tensión social en una “caza del inmigrante” a plena luz del día. El peligro de que la violencia y el odio se institucionalicen es real, y la reacción de la sociedad y las instituciones será clave para frenar una deriva que amenaza la convivencia democrática.






La forma de actuar de Page,

Igual me equivoco, pero la forma de actuar de Page, disfrazada de “crítica interna”, considero que en la práctica se distancia bastante de los valores de colectividad, disciplina, autocrítica y solidaridad propios del socialismo clásico, aunque lo que dice criticar es la nueva visión del socialismo que hoy es la más respaldada en su partido.

En sus declaraciones, hay seis elementos que distan mucho la ortodoxia socialista que se observan en la actitud de Page respecto a su secretario general y a su partido en los últimos meses:

1. Page ha pedido abiertamente que el secretario general se someta a una cuestión de confianza o convoque elecciones, desafiando la autoridad y cohesión interna, elementos fundamentales en la tradición socialista de partido fuerte y disciplinado.

2. Su insistencia en ejercer el “derecho a la discrepancia” y en no alinearse con la mayoría, incluso en momentos críticos, rompe con la lógica socialista de unidad frente a adversidades y decisiones colectivas.

3. Page ha sido muy crítico con los pactos del PSOE con partidos independentistas, rechazando medidas como la amnistía y los indultos, y defendiendo una visión centralista y de igualdad territorial, más cercana a posiciones conservadoras que a la flexibilidad negociadora del socialismo contemporáneo.

4. Ha denunciado la ausencia de autocrítica y el exceso de autocomplacencia en la dirección nacional, sugiriendo que el partido está más preocupado por aparentar fortaleza que por abordar problemas reales, lo que se aleja del principio socialista de autocrítica y mejora continua.

5. Ha criticado abiertamente la tendencia a convertir el partido en una “fotocopia de su líder” o en una organización con “puto amo”, rechazando el liderazgo fuerte y carismático que, aunque criticado, ha sido una constante en la historia de la izquierda europea.

6. Page ha buscado respaldo y legitimidad en la opinión pública y en su propio entorno regional, en vez de dentro de los órganos del partido, lo que rompe con el principio socialista de construcción de legitimidad y debate dentro de los cauces internos.




Page en las redes

Hay en las redes mucho defensor a ultranza de la actitud de Page respecto a su partido, y como argumento principal utilizan su concepción del socialismo clásico, que aunque anterior a Surennes, lo identifican con Felipe González. Expongo unos comentarios al respecto. Igual me equivoco, pero la forma de actuar de Page, está disfrazada de “crítica interna”, pero en la práctica se distancia bastante de los valores de colectividad, disciplina, autocrítica y solidaridad propios del socialismo clásico, aunque lo que dice criticar es la nueva visión del socialismo que hoy es la más respaldada en su partido.

En sus declaraciones, hay seis elementos que distan mucho la ortodoxia socialista que se observan en la actitud de Page respecto a su secretario general y a su partido en los últimos meses:

1. Page ha pedido abiertamente que el secretario general se someta a una cuestión de confianza o convoque elecciones, desafiando la autoridad y cohesión interna, elementos fundamentales en la tradición socialista de partido fuerte y disciplinado.

2. Su insistencia en ejercer el “derecho a la discrepancia” y en no alinearse con la mayoría, incluso en momentos críticos, rompe con la lógica socialista de unidad frente a adversidades y decisiones colectivas.

3. Page ha sido muy crítico con los pactos del PSOE con partidos independentistas, rechazando medidas como la amnistía y los indultos, y defendiendo una visión centralista y de igualdad territorial, más cercana a posiciones conservadoras que a la flexibilidad negociadora del socialismo contemporáneo.

4. Ha denunciado la ausencia de autocrítica y el exceso de autocomplacencia en la dirección nacional, sugiriendo que el partido está más preocupado por aparentar fortaleza que por abordar problemas reales, lo que se aleja del principio socialista de autocrítica y mejora continua.

5. Ha criticado abiertamente la tendencia a convertir el partido en una “fotocopia de su líder” o en una organización con “puto amo”, rechazando el liderazgo fuerte y carismático que, aunque criticado, ha sido una constante en la historia de la izquierda europea.

6. Page ha buscado respaldo y legitimidad en la opinión pública y en su propio entorno regional, en vez de dentro de los órganos del partido, lo que rompe con el principio socialista de construcción de legitimidad y debate dentro de los cauces internos.

El PP y la manguera de la verdad: El arte de la insinuación


En el circo político español, el Partido Popular (PP) parece haber encontrado una nueva vocación: la de ilusionista de la post verdad. ¿Pruebas? ¿Para qué, si se pueden llenar titulares con insinuaciones y noticias de dudosa procedencia? Feijoo, siempre tan preocupado por la ética (la suya, claro), ha decidido que el debate público merece un poco más de picante, aunque sea a costa de la reputación de los difuntos.

Feijoo, sufre se “ética selectiva”, se siente “indignado” por los recordatorios sobre su amistad con un narco gallego en los noventa, y ha decidido que la mejor defensa es un buen ataque. Así, sin despeinarse, sugiere que Pedro Sánchez se ha beneficiado de negocios de prostitución vinculados a su suegro fallecido. ¿Pruebas? Ninguna. ¿Remordimientos? Menos aún. Según él, todo lo ha leído en “los periódicos”, esos mismos que hasta hace poco solo eran leídos en ciertos círculos ultras. Pero no importa, porque Feijoo asegura tener “un nivel ético muy superior” al del presidente. La humildad, evidentemente, no es uno de sus puntos fuertes.

Ester Muñoz, la nueva portavoz del PP en el Congreso, ha elevado el listón del periodismo de investigación: “Nosotros tenemos informaciones periodísticas. No hace falta que haya pruebas absolutamente de nada”. Así, con solemnidad y sin rubor, redefine el concepto de rigor informativo. Si lo dice un periódico, aunque sea uno que hasta el horóscopo duda de sí mismo, ya es suficiente para lanzar una acusación en horario de máxima audiencia.

El PP no ha inventado la pólvora, pero sí ha perfeccionado la técnica de la “manguera de falsedades”. Esta estrategia, importada de las mejores campañas de desinformación rusas, consiste en inundar el debate público con afirmaciones sin base, esperando que algo quede. Es la versión política del “calumnia, que algo queda”, pero con la velocidad y saturación propias de la era digital.

Ahora nos toca asistir a como el PP ha decidido que la política es más divertida cuando las pruebas son opcionales y la ética, un accesorio de temporada. Cuando la ética es de quita y pon ¿quién necesita argumentos cuando se puede armar ruido? Han pasado de que el gobierno es socio de ETA, a que Sánchez es proxeneta.

Esperemos que algún día vuelva a llover sensatez.

"Una llamada a la razón y la convivencia".


Frente a la irracionalidad del racismo y la xenofobia, es necesario responder con datos, argumentos y humanidad. La migración no es un problema, sino parte de la solución a los desafíos demográficos y económicos de España. Apostar por la convivencia y el respeto mutuo es la única vía para avanzar hacia una sociedad más justa, segura y próspera para todos.

Hago esta introducción porque en los últimos días, la localidad murciana de Torre Pacheco está siendo testigo de episodios lamentables de odio y violencia tras una agresión aislada. Lo que comenzó como una concentración pacífica en apoyo a una víctima, degeneró en una caza injustificable de jóvenes de origen magrebí, impulsada por consignas racistas y la incitación de grupos extremistas. Estos hechos no solo son moralmente reprobables, sino que carecen de fundamento racional y ponen en peligro la convivencia social.

El racismo y la xenofobia se basan en prejuicios y generalizaciones que atribuyen a todo un colectivo las acciones de unos pocos individuos. Este tipo de pensamiento ignora la realidad compleja y diversa de nuestras sociedades, y fomenta el miedo y la división. La historia y la evidencia demuestran que el odio solo genera más violencia, sin resolver los problemas de fondo.

Algunos no se quieren enterar. Lejos de ser una amenaza, la migración es un factor clave para el sostenimiento y el crecimiento de la economía española. Los datos lo demuestran:

España enfrenta un grave problema de envejecimiento poblacional y baja natalidad. En 2023, el 20% de la población tenía más de 65 años, mientras que la tasa de natalidad se situaba entre las más bajas de Europa. Sin la llegada de personas migrantes, la población activa disminuiría drásticamente, poniendo en riesgo el sistema de pensiones y el bienestar social.

Otro segundo elemento es que más de 2,5 millones de personas extranjeras cotizan a la Seguridad Social en España, representando aproximadamente el 12% del total de afiliados. Su presencia es especialmente relevante en sectores como la agricultura, la hostelería, la construcción y el cuidado de mayores, donde cubren vacantes que la población local no suele ocupar.

Además, los migrantes aportan más a las arcas públicas de lo que reciben en prestaciones. Un informe del Banco de España señala que, en promedio, los inmigrantes generan un saldo fiscal positivo, ayudando a financiar servicios públicos esenciales.

Los discursos de odio y las acciones violentas no solo son injustas, sino que además perjudican a toda la sociedad. La convivencia, el respeto y la integración son valores fundamentales para construir una España próspera y cohesionada. La diversidad cultural enriquece nuestra sociedad y potencia la innovación, el emprendimiento y la creatividad.

Esta situación que vemos merece el más contundente rechazo hacia los grupos de ultraderecha y fascistas que promueven redadas y violencia en Torre Pacheco. Son la demostración de la incapacidad y la irracionalidad de quienes incitan al odio, y sus acciones son tan desorganizadas y absurdas que podrían acabar dañándose entre ellos mismos.

Si esto no nos convence de la arbitrariedad y el peligro que representa dejar en manos de personas violentas el poder de decidir a quién agredir, basándose únicamente en prejuicios superficiales como la apariencia, la vestimenta o la propiedad de un negocio, nada lo hará. Este tipo de actitudes ha sido siempre característica del fascismo: la agresión por intolerancia y odio.

En conjunto, los comentarios expresan indignación ante la impunidad de los exaltados y la falta de consecuencias legales para quienes incitan o ejercen la violencia, reclamando la intervención de la justicia y el rechazo social a los delitos de odio. El ayuntamiento y la Comunidad autónoma bien actuarían haciendo una llamada institucional a la responsabilidad social para frenar estos comportamientos.

Las puertas giratorias, su prohibición es solo una cuestión de voluntad política

El fenómeno de las puertas giratorias en la política española representa uno de los mayores retos a la credibilidad y transparencia instituc...