jueves, 7 de julio de 2016

NO PUEDE GOBERNARNOS UN PARTIDO IMPUTADO

 Hablar en tiempo pasado es fácil, porque la historia permite situar el punto de inicio de cualquier relato donde más interesa a quien lo realiza, y la interpretación de los resultados del 26 J viene a ratificarlo. Si escuchamos como se cuenta lo acontecido ese día, PSOE y Unidos Podemos ponen el inicio de la historia donde a cada formación le interesa.

UP puede repetir mil veces, que si estamos ante la posibilidad de un gobierno del PP, es la consecuencia del acuerdo erróneo entre PSOE y  Ciudadanos, pero no puede ignorar que la historia del desencuentro no se inicia con ese acuerdo, sino que ya comienza la noche del 20 D. Y de la otra parte, por mucho que se empeñe Sanchez en repetir que Podemos no permitió un gobierno progresista votando en contra el día de su investidura, tampoco puede ignorar que antes llegó a un acuerdo con Ciudadanos que debía intuir que no iba a permitir acercarse a Podemos.

Ahora UP apela a la posibilidad de impedir ese nuevo gobierno del PP, pero mientras sigue acusando al PSOE de estar ya pactándolo con los de Rajoy. Esa posibilidad se ha acrecentado tras la celebración de estas segundas elecciones, y poca memoria tendría Iglesias si no recuerda a su segundo, Errejón, afirmar tras el 20 D,  que Podemos estaría muy cómodo con unas segundas elecciones, y también debe recordar, que mientras Pedro Sánchez se reunía con el jefe del Estado, él le humillaba con un exceso de arrogancia que ahora estamos pagando quienes creíamos que  un acuerdo progresista era posible.

 Aquella oportunidad se frustró, y no solo por  egocentrismo o ansias de poder de Iglesias, vendiendo la piel del oso antes de cazarlo y con ello provocando el rechazo del sector menos progresista del PSOE. De manera secuencial, eso forzó a Sánchez al acercamiento previo con Ciudadanos, y cualquier posibilidad se esfumó con el veto de Podemos a Ciudadanos, lo que mantuvo a Rajoy en la Moncloa.

Repito que es más fácil hablar a tiempo pasado, pero ahora sí me parece bastante claro que si el objetivo de Podemos erá “tocar el cielo”, los de Iglesias no supieron administrar una victoria, que lo era  por sí misma, y no por el resultado del PSOE. Le faltaron humildad, coherencia y responsabilidad para gestionarla.

Pero tampoco se acertó por el PSOE. Hoy, visto el resultado del 26 J, se puede afirmar que el pacto alcanzado con Ciudadanos y defendido por Sanchez, pese a ser ratificado por las bases en respuesta a una pregunta ambigua, fue una gran decepción para el sector más de izquierdas del PSOE, convencida de que debió intentarse primero con la otra fuerza de izquierdas con más escaños. No es difícil verlo hoy como otro acto de arrogancia, similar a la mostrada por Iglesias, puesto que ofrecer a Podemos sumarse a un pacto ya consumado y que por su contenido era a todas luces muy difícil de aceptar por ellos, era también una forma de  humillación.

Aquellos polvos trajeron estos lodos, y la campaña electoral del 26 J se inició con un denominador común entre PSOE y UP, "el otro tiene la culpa de todo". El primero lo ha repetido como un mantra toda la campaña, y UP se ha dedica a calentar los cascos al electorado socialista con sonrisas en exceso, con muestras de un amor fraternal impostado hacia quien días antes eran los manijeros de la cal viva, o declarándose  portadores de una ideología socialdemócratas que los socialistas no tenían, todo tácticas de campaña más propias del club de la comedia que de una campaña electoral seria que busca el encuentro.

Y así transcurren los días hasta hoy, preludio del Comité Federal del PSOE, día en el que Felipe Gonzalez apunta hacia la necesidad de que se forme gobierno por quien ha sido el más votado, señalando sin decirlo, que el PSOE no debería impedirlo, invitando calladamente a la abstención, conocedor del peso que tiene su opinión entre las filas socialistas. Y no solo no se ha oído un “¿por qué no te callas? sino que otras voces de peso le apoyan en ese planteamiento, y seguro que encontraran motivos para justificarlo. Pero quienes así opinan, no deberían olvidar que no puede ser calificada como “postura responsable” en ningún caso, la de dejar que nos gobierne cuatro años más, una mafia disfrazada de partido, capaz de conspirar contra sus rivales políticos utilizando para ello los resortes del Estado. Y menos aún deben ignorar algo más importante, que una gran mayoría de los votantes socialistas no se lo va a tolerar en silencio.

Dejando a un lado todas las elucubraciones tacticistas propias del momento, lo cierto es que no se vislumbra si tras estos resultados habrá gobierno,  o si estamos abocados a una tercera cita electoral. En cualquier caso, para quien se sienta socialista del PSOE, el resultado del 26 J no debería ser evaluado como una victoria sobre UP, sino como el peor resultado electoral del PSOE desde que tenemos democracia, que invita a reflexionar y rectificar errores. Que UP haya tenido 1.200.000, no es excusa para que el PSOE haya obtenido 110.000 menos.


Pero desde luego, las disputas entre los líderes de la izquierda no pueden servir como excusa, para que cerremos los ojos y porque el PP haya obtenido 600.000 votos más poner una alfombra hacia la Moncloa. Hay una realidad innegable, que el PP es un partido  que no ha parado de robar a los ciudadanos y de financiarse ilegalmente, por mucho que haya obtenido el apoyo de un importante número de españoles el 26 J.  Por muchos votos que haya obtenido, no puede calificarse legitimado por ello, porque con más o menos votos sigue siendo un partido imputado, y a un imputado se le expulsa de cualquier responsabilidad en política, sobre todo de la de presidir el gobierno.

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