viernes, 25 de septiembre de 2015

ESTE NO SERÁ UN DOMINGO CUALQUIERA

Todo apunta a que el domingo 27 se romperá la baraja en Cataluña, y a cada lado de la mesa caerán la mitad de las cartas. Estos lodos son la consecuencia de las polvaredas levantadas por unos y por otros con el silencio cómplice de todos los ciudadanos españoles, de Cataluña o de fuera de ella. Nadie hoy puede ya asegurar después de oídos los contendientes, si las manipulaciones superan a los dislates o estos a aquellas.

Ahora muchos se echan las manos a la cabeza. Un poco tarde, porque sea cual sea el resultado del domingo, la relación entre Cataluña y España ya no volverá a ser la misma. Los ciudadanos tenemos lo que nos merecemos, aunque ahora protestemos por tener que asistir atónitos a esta feria de la insensatez que protagonizan los gobernantes, empeñados desde sus aparatos de información en llevarnos a los ciudadanos de un lado para otro, según eso favorezca a sus intereses personales.

La actitud del Gobierno de España ha sido la mayor impulsora del independentismo, hasta tal punto que dos fuerzas políticas absolutamente antagónicas, CDC y ERC, ha conseguido que se unan. Por omisión cuando era necesario mover ficha  y el gobierno hizo la estatua, o por acción posicionándose como si del apocalipsis se tratara, cuando más necesaria era la cordura. En ambos casos, el gobierno español siempre ha acertado con la postura más activa para obrar en favor del independentismo.

Desde el PP ven un semillero de votos en la situación de Cataluña, que aunque saben que allí no se comerán un colín, si esperan cosecharlos en el resto de España, y así actuando, de paso han conseguido que nadie hable de los recortes a que nos ha sometido a todos los españoles. Desde Génova 13 han conseguido internacionalizar el conflicto catalán, para regocijo de Mas, que no debemos olvidar que también forma parte de la derecha europea, y al fin y al cabo, ha sido su socio de gobierno cuando al PP le ha interesado.

En Convergencia también disfrutan de este escenario, en el que nadie se fija en su pésima gestión para Cataluña durante su último mandato, y favorece a Mas que busca conseguir revalidar su presidencia pasando de puntillas sin un debate serio de su gestión. Puede que esta pugna les permita devolverse los favores prestados mutuamente, el mayor de todos el permitir correr un tupido velo sobre la corrupción que también les es mutuo.

De puertas para afuera, ambos gobiernos anuncian al pueblo respectivo que el mundo se acaba el domingo. A los españoles que si gana el independentismo España se rompe, y a los catalanes que si lo hace el españolismo Cataluña se muere. Son dos pirómanos disfrazados de bomberos que no han movido un dedo por ayudar a los ciudadanos sino que llevan cuatro años  dedicados a alimentar sus propios egos y el de sus respectivas formaciones políticas.

Pero de los demás contendientes electorales, también pueden tomarse algunos apuntes. Una ERC sentada a la puerta de su casa esperando ver pasar el cadáver de su enemigo CDC, aunque simule acompañarle en el entierro. Un  Ciudadanos que en Cataluña se ha retratado como lo que es, un PP disfrazado con caras de maniquí de cualquier boutique de la Diagonal. A Podemos continuar con la misma ambigüedad en Cataluña que mantiene en el Estado, con su sí pero no, y su no pero sí. Y a las CUP que no llegan a creerse cual ha sido su mérito para el domingo poder tener la llave del castillo.

Y, como no, el papel especial desempeñado por PSC y PSOE. De invitar al baile, puede acabar en una llantina. No hace tanto tiempo, que el PSOE no defendió con uñas y dientes el Estatut apoyado por el PSC y auspiciado por Zapatero en 2005, cuando el presidente era Maragall, y no se cambió la legislación para darle encaje. A esto se sumó al golpe bajo a Borrell en Madrid que dolió en el PSC, y que se culminó con el no a Carmen Chacón en Sevilla propiciado por  los llamados "barones" del PSOE. Al socialismo le pasará factura en votos ocurra lo que ocurra el domingo. No puede apoyar la postura de no a la independencia porque para el electorado de izquierda sería aliado del PP, ni tampoco apoyar una negociación con los  independentistas, porque sería la izquierda que rompe la España unida. Ambas posiciones le restaran apoyos en las generales.

Lo bueno para los ciudadanos es que se acaba una campaña electoral, dentro de la campaña electoral interminable que vivimos desde hace años. En ella hemos visto a Borrell y a otros, demostrar que los números de la independencia no son tan favorables a los catalanes como se los pintan, a los banqueros y a los empresarios demostrar a la luz del día que piensan solo en sus negocios, y a los obispos demostrar que una España unida debe serles rentable si merece de sus plegarias.

Lo que esta campaña electoral si ha dejado meridianamente claro, es que nadie piensa en la gente, para quienes la independencia no quitará de en medio a los corruptos, ni cambiará los objetivos de los poderes económicos. Pero también que nuestros políticos carecen de sentido del ridículo, y que la demanda de independencia desde Cataluña puede ser la espoleta que haga cambiar las instituciones y la Constitución. 


Puede que lo que ocurra el lunes sea que se ponga de nuevo sobre la mesa el derecho a decidir, pero también se pondrán otras muchas cuestiones que quizás mejoren nuestra democracia. Mejor quedarnos con una visión desde el optimismo, que con la que esta campaña ha supuesto.

viernes, 11 de septiembre de 2015

DONDE DIJE “DIGO”, DIGO “DIEGO”




Durante la feria de Albacete se ven las cosas de manera muy diferente por los albaceteños y albaceteñas. Aunque sea gallego, ese espíritu ha debido alcanzar también al presidente del gobierno, que esta semana ha cambiado de manera drástica su percepción sobre el asunto de los refugiados. De entenderlo como un problema inasumible para nuestra economía, ha pasado a contemplarlo como una oportunidad para conseguir algunos votos.

A estas alturas, afirmar que este Gobierno está obsesionado con que existe un  riesgo real de que pueda perder las próximas elecciones generales, resulta algo obvio. Para intentar que eso no les ocurra, Rajoy y sus muchachos son capaces hasta de vestirse de hermanitas de la caridad, y eso es lo que en este caso  han hecho, presentándose para ello como personas semejantes al común de los mortales, con piel y hasta con sensibilidad. De la noche a la mañana han cambiado su inicial discurso xenófobo,  pero sin dejar los principios del PP de toda la vida, porque rectificando cumplen con aquella afirmación de Fraga, que señalaba que su partido "solo acierta cuando rectifica".

A la declaración de la reina madre, Angela Merkel, dispuesta a acoger hasta medio millón de refugiados, junto a la buena acogida que les han dispensado los alemanes,  y a la disposición a colaborar de otros países europeos, se ha sumado la puesta en marcha de una red de ciudades de acogida en nuestro país, y todas estas situaciones han sido claves para producir un cambio en la postura de nuestro gobierno, desde un posicionamiento inicial no solo impopular sino hasta ridículo.

Con ese cambio sin explicaciones, una vez más el gobierno nos demuestra que en la política española, hoy se puede decir una cosa y mañana la contraria, sin que aparentemente ello le suponga ningún desgaste en las urnas. Ni la postura inicial del gobierno respondía a un análisis preciso y serio de la realidad, ni tampoco ahora ha necesitado realizar un análisis correcto. Su cambio de posicionamiento se debe al miedo a una reacción social que le ha quitado la iniciativa.

Esa respuesta ciudadana les ha obligado a cambiar, buscando agradar a un electorado que desconfía de ellos tanto por su derecha como por su izquierda. Han debido llegar a la conclusión de que si la sociedad se activa frente a ellos, electoralmente no tienen nada que hacer, y más conociendo que tras una gestión antisocial de la crisis no las tienen todas consigo y que su situación es bastante más vulnerable de lo que los medios afines nos quieren hacer creer.

En su intento por reconciliarse con un sector de la población, Moncloa ha viajado sin un argumento creíble, del “imposible que venga ningún refugiado porque tenemos mucho paro”, a ver a todos nuestros ministros llorando por las esquinas de esos medios de comunicación por el impacto que dicen les ha causado la foto del pequeño sirio ahogado en una playa europea. Parece que los otros cientos de miles de muertos de esa guerra (niños, mujeres, jóvenes, adultos y ancianos) hasta ahora no han existido o eran desconocidos para estos genios de la política derrochadores de bondad cristiana que componen el gabinete mariano.

El impacto ha debido ser tal, que ahora afirman que aceptaremos todos los refugiados que nos diga la UE. Hasta ahora para nuestros hoy tan humanitarios gobernantes, la crisis de los refugiados solo era un problema económico. Sin embargo, tras la intervención de Juncker (otro que  también de la noche a la mañana se ha humanizado por arte de magia), unido a que Rajoy cada vez se muestra más servil con la Comisión Europea por carecer de un discurso propio, han bastado para corregirle el rumbo. Eso sí, con alguna disensión interna, puesto que no hace ni dos días, Margallo afirmaba que “no acoger refugiados para nuestro país era debido a una cuestión presupuestaria”.  Hoy ya somos de nuevo un país rico.

Lo cierto es que ha bastado la movilización social ante las imágenes en las fronteras de Europa, para que el gobierno quiera ser el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Las elecciones han vuelto solidarios a Rajoy, Sorayita, Margallo, Montoro, y toda la corte celestial que rodea al desde hoy conocido como Mariano Primero el sensible. Ya sabemos que en España la proximidad de las elecciones obra milagros, y este es uno más, por eso se han colocado al frente de la manifestación.

Si alguien solo ha seguido este asunto en la última semana, acabará convencido de que nuestro gobierno estaba esperando a los refugiados con los brazos abiertos desde que llegó a la Moncloa. Claro que como en otros muchos asuntos la hemeroteca les traiciona, y no pueden borrar las frases como las de su candidato en Cataluña y otras lindezas de miembros del PP rallantes con lo xenófobo, no hace tanto tiempo, aunque hoy traten por todos los medios a su alcance que nadie las recuerde. Más que la gavota, su símbolo debería ser el camaleón, porque en el PP son camaleónicos y les ha bastado un cambio en el estado emocional de los ciudadanos para cambiar su percepción sobre esta situación y a prometer lo que antes rechazaban.

Pero no hay problema con ese cambio, para el capitalismo lo importante sigue siendo el dinero. Por eso les ha faltado tiempo para anunciarnos que solucionaran el problema de los refugiados bombardeando sus países de origen. Y por si los beneficios en el negocio de la exportación de armamento no les resultan pingües, hay están Rosell y la CEOE para recordarnos que los refugiados pueden representar una nueva oportunidad para abaratar nuestra mano de obra, y mejorar nuestra competitividad empresarial.


En cualquier caso, si las desorbitadas cifras de paro garantizaban la movilidad exterior de nuestros jóvenes, o las inundaciones suponían agua para  nuestros embalses, ahora nuestro gobierno ha decidido que con refugiados o sin ellos en época electoral a ellos les salen las cuentas. El PP en campaña, cada vez se muestra más como dúctil y maleable, pero pese a que ahora se presenten como los abanderados de la solidaridad, ese cambio solo genera una pregunta y es sobre economía ¿Cuánto vale un refugiado para el PP?

jueves, 3 de septiembre de 2015

3 septiembre LA REFORMA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL




Todo son rumores en los mentideros políticos en estos días. Quizás por eso, mientras el ruido de la represión a los refugiados en las fronteras europeas eclipsa cualquier otro acontecimiento,  nuestro gobierno ha vuelto a jugar con las cartas marcadas. Aprovechando una mayoría absoluta que obtuvo hace cuatro años, y que sabe que ya no posee socialmente, ha cursado una reforma del Tribunal Constitucional para parar la iniciativa de independencia en Cataluña.

Su gran baza política para las Elecciones Generales es este asunto, hoy presente en todos esos foros. En ellos se habla de la existencia de un calendario de actuaciones judiciales previsto ya hace tiempo. Incluso hasta se comenta que en la última semana de septiembre puede haber una actuación estelar por parte del PP buscando su rédito electoral. Toda una estrategia partidista, pero no una estrategia de Estado.

Montesquieu afirmaba que "más inmoral que no cumplir las leyes, es hacerlas a la medida de uno". Y por eso es calificable como de inmoral la reforma que ha planteado el PP. La tramita deprisa, con las elecciones catalanas a la vuelta de la esquina. Sin garantías jurídicas, saltándose los informes preceptivos. Sin buscar apoyos, con la oposición en contra y ninguneada. Con esta reforma el PP somete a todos los poderes del Estado a los jueces del Tribunal Constitucional. Todo apunta a que ese reforma no solo es inconstitucional, sino que además es innecesaria, puesto que ya existe el artículo 155 de la propia Constitución.

El gobierno ya ni guarda las formas, porque cualquier medio le parece justificado para conseguir el fin perseguido, que no es otro distinto a tener el Constitucional que el PP desea. Muchas preguntas que hacernos ¿Qué papel le quedará al Parlamento? ¿En una democracia gobiernan los jueces o los ciudadanos? ¿Una mayoría absoluta puede permitir cambiar las leyes al antojo del gobierno?

Esta reforma es una prueba de cómo el PP practica el “si no me gusta lo que haces, te lo prohíbo” y ratifica la sospecha de miedo escénico del gobierno en la toma de decisiones que puedan costarle votos, instrumentalizando el poder judicial en su favor. Con ella se anula la separación de poderes, puesto que al PP no ha debido parecerle  suficiente con sus injerencias en las decisiones judiciales, y ahora con esta reforma intenta subordinar el Tribunal Constitucional a su discurso. De aprobarse, nos convierte en una democracia de baja calidad, y supondrá un verdadero golpe de estado incruento contra nuestra ya debilitada democracia.

Se mire desde el ángulo que se quiera, la iniciativa independentista en Cataluña nos sitúa en un escenario que se retroalimenta. En él, es precisamente el PP quien está más interesado electoralmente en una declaración de independencia de Cataluña. Con esa declaración se vería justificada su actual deriva hacia los posicionamientos de la ultraderecha europea, y encontraría una buena razón para justificar un retraso en la celebración de las Elecciones Generales. En el PP son pescadores expertos en rio revuelto, y eso les permitiría ganar tiempo en espera de recuperar apoyo electoral que han perdido con su pésima acción de gobierno.

La postura de Rajoy de modificar las leyes a su antojo, y la de Mas de declarar unilateralmente la independencia, son expresiones de un mismo discurso. Rajoy y el PP piensan que España es su cortijo particular y como tal tratan al país, y a Mas le ocurre lo mismo con Cataluña. Ante este conflicto interno de la derecha, es de vital importancia la postura de los partidos de izquierda, sobre todo del PSOE.

Los socialistas deben responder con rotundidad y claridad a lo que el PP intenta forzar en beneficio propio. Su posicionamiento es muy importante y su Secretario General se verá obligado a desautorizar al ex presidente Felipe Gonzalez en sus declaraciones, o perderá  autoridad y confianza ante la ciudadanía y ante sus propios militantes. Pedro Sanchez debe salir y dar una respuesta directa, rotunda y clarificadora, después de haber sido despreciado por el PP.

En un estado de derecho las leyes están para cumplirse, y si no se cumplen no sirven, y estaremos en un estado de la ley del más fuerte. Los líderes de Convergencia Democrática de Cataluña están en su derecho a recurrir ante la actuación del Estado, pero eso no les exime de cumplir también las leyes, lo que no parece tan claro que lo hayan hecho en los casos de corrupción en los que se encuentran implicados. Pero para perseguir esos incumplimientos, en un país normal, debe bastarse la administración de justicia con su trabajo, sin necesidad de trampas políticas como parece suceder en este caso.

Cuatro años nos están acostumbrando a sus chapuzas electoralistas, y esta es otra más por parte del gobierno para con el conjunto de los ciudadanos españoles. La sensación que se percibe en las redes sociales es que con esta actuación no conseguirán cambiar la decisión de los ciudadanos catalanes que apoyan la independencia. Muy al contrario, esta reforma se ve en Cataluña como una acción represiva, y todo apunta a que al PP le puede salir el tiro por la culata, y la reforma transformarse en un estímulo para que quienes no tenían pensado apoyar la propuesta independentista, ahora lo hagan.


Una forma penosa de iniciar el nuevo curso político por parte del PP. Para quienes preferimos seguir caminando juntos en libertad, esta reforma es para  echarse a llorar.

CAMBIO DE FASE

Se acabo la fase uno con Feijoo. Entramos en la siguiente fase, esperemos que, con Sánchez, porque el monarca es competente para darnos sorp...