domingo, 23 de agosto de 2020

NO AGUANTAREMOS 19 DÍAS Y 500 NOCHES

La situación no es buena: los casos positivos diarios se multiplican por 10 con rebrotes en todos los lugares; tenemos una mayor intensidad de rebrotes que en otros países; se hacen más test, y eso ayuda a aumentar el número de contagiados, pero también se hacen más test, porque hay más personas con clínica que nos indica a los médicos una mayor necesidad de realizarlos; las hospitalizaciones aumentan y hoy son más de 1.500 los pacientes ingresados acercándonos al 10% de camas hospitalarias ocupadas; y se muere un 10$ más de personas de lo que deberían hacerlo según las cifras de los pasados años.
La primera barrera de choque está en la atención primaria, esa sobre la que llueven las críticas por no hacer consultas presenciales. No lo tenemos fácil, y menos aún en la situación crispada que se está creando por algunos usuarios de redes que ponen en el centro de sus críticas a la atención primaria. Pocos se paran a pensar, que al reiterado no me quieren atender, se le suman: el paciente que no acude estando con síntomas; el diagnosticado por la clínica al que se le indica aislamiento y se lo salta sin pensar en lo que eso supone; el que ya conoce que es positivo, pero como no tiene síntomas, se cree que con llevar la mascarilla es suficiente para mantener su vida de relación; o el que decide viajar a una clínica privada para hacerse las pruebas por su cuenta, y por realizarlas en un periodo de la enfermedad que no son positivas, se considera libre de enfermedad y mantiene su ritmo e vida habitual. Imposible que con todo esto sucediendo a la vez, se pueda frenar el aumento de la pandemia que estamos viviendo estos días.
Los médicos de atención primaria, empezamos sabiendo que el Covid 19 era como una gripe. Luego nos enteramos que sus síntomas eran fiebre tos y sensación de falta de aire (disnea). A continuación, creció el listado de síntomas: diarrea, dolor de garganta o dolor de cabeza, perdida del olfato, y algunos más. Síntomas que antes se consideraban banales, y los pasábamos en casa sin darles importancia, pero que ahora son motivo de consulta. No es difícil imaginar, que con el miedo a la pandemia de unos, y por la responsabilidad de otros, las demandas de atención en el médico de familia se hayan multiplicado. Tampoco debería ser difícil imaginar para quienes me leéis, el invierno que nos espera con las gripes, refriados y Covid todas las clínicas juntas. Será una especie de tormenta perfecta.
Pero este verano, entre consultas telefónicas y presenciales, muchos hemos estado desbordados. Añadamos a esto la falta de sustitutos para suplir en vacaciones, y puede que sabiendo eso muchos entiendan la situación de estrés que soportamos, y que muchas de las críticas que recibimos, no es que no sean justificadas, es que son injustas porque no podemos más. Es fácil culpar del aumento de casos al otro, nunca a uno mismo. La crítica es cada día más generalizada a los sanitarios, como también lo es al conjunto de los ciudadanos, pero somos más los que hacemos las cosas bien, que los que las hacen mal. Pero ya sabemos que es mas noticia una muerte accidental que un trasplante de órganos con éxito.
Supongo que otros compañeros, como yo, atienden simultáneamente al paciente que está frente a nosotros, a la llamada al teléfono fijo, a la llamada del móvil, mientras le firma el parte de ILT que amable y caritativamente ha impreso por ti para ayudar. Perdón si no lo conseguimos, pero no fuimos a formarnos al Circo de la Ciudad de los Muchachos para ser malabaristas, sino a una facultad de medicina para ser médicos. Lo cierto y verdad es que cada vez somos más multioficios que facultativos. Por eso duele tanto, ver cómo ha oscilado la balanza en poco tiempo. Pasar, en un abrir y cerrar de ojos, de admirables profesionales a vagos y maleantes, es duro de asumir.
Aunque nada debería extrañarnos en un país, que también ha pasado de protestar por no disponer de mascarillas al inicio de la pandemia, a protestar por tener que llevar mascarilla obligatoriamente, o de prohibir los congresos o conciertos, a la vez que permite procesiones o botellones. A quienes nos insultan o amenazan a los médicos en las redes, solemos ignorarles o calificarlos de locos. Pero no lo son, son personas llenas de odio y que se sienten obligados a regar las redes con su odio. Si queremos frenarles hay que actuar denunciándolos.
Para muchos sanitarios, estos han sido los peores meses de nuestras vidas. Una mezcla de nuestro propio miedo con el de los pacientes, viendo una pesadilla tras otra en pacientes que llevas años tratando, algunos hasta te han arrancado lagrimas, mientras tratabas de curarles sabiendo que sería más que difícil, y teniendo en ocasiones que consolar a los familiares. Duele que ahora se nos trate así.
Cuesta entender, como se ha actuado desde algunos sistemas sanitarios autonómicos. Incomprensible ver como algunos responsables de las gerencias, siendo también médicos, no se hayan negado, sabiéndose sin los recursos necesarios, a cambiar el modelo asistencial, salvo que esos gestores pensaran que las teleconsultas no suponen tiempo y dedicación. Deberían haber conseguido antes de implantarlas, esos recursos: personal de admisión de los centros sustituido, o que si no disponían de suficientes facultativos, haber contratado personal de enfermería para hacer el triaje o filtro de esas teleconsultas y a la vez ayudar al paciente y al facultativo. En algunos centros de salud y hospitales, ya es enfermería la que realiza el triaje de forma telefónica y funciona bastante bien, disminuyendo la presión sobre la consulta de medicina de familia.
No hacerlo así, ha convertido las agendas médicas en demenciales. Es imposible no ir con retraso, y menos cuando además debes suplir a un compañero o compañera. No es raro ver, cómo salir de tu consulta a alguna gestión de otro paciente, implica comentarios como “se irá a desayunar y nos deja aquí”. Parecen olvidar la de veces que viene sin cita, o que atender a otro paciente por teléfono no significa que estás ocupado. En los pueblos no ocurre igual, aunque también, hay genios del “qué hay de lo mío” que se permiten ese tipo de comentarios. Se nos ha arrojado a los sanitarios a los pies de los caballos.
Se ha pervertido el sistema al permitir una desproporción entre las necesidades de la población y los recursos disponibles. Yo no me hice medico para hacer de administrativo, celador o asistente social. Pero mucho menos para que se nos arroje al barro como ahora se está haciendo. Puede que de persistir esa situación sea el momento de que los médicos de familia digamos basta, porque nuestro trabajo debe ser respetado y reconocido. O lo nuestro durará, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rock.
Igual estoy predicando en el desierto, pero lo que se piensa debe decirse. Buen domingo.

sábado, 22 de agosto de 2020

AGRESIONES VERBALES A LOS SANITARIOS ¿SIRVEN DE ALGO?

Hoy leía una noticia en la revista “redacción médica”. En ella se reflejaba un aumento del 200 %, de las agresiones a los médicos en las redes sociales. Es consecuencia del descenso de la actividad sanitaria presencial a causa de la pandemia por el Covid-19. Del amor al odio hay solo un paso, y esto es la demostración. De aplaudidos desde los balcones, a vilipendiados en redes y no redes.
No debería ser tan difícil entender, que la tensión a la que el Covid-19 somete a los sistemas de salud (lo queramos o no), también reduce la calidad asistencial al impedir operar tan eficazmente como estábamos acostumbrados. Eso parece no entenderse, y la consecuencia es la frustración del  paciente. Puede que no tenga la culpa él, sino un sistema que pivota sobre la urgencia y no sobre la prevención y la educación sanitaria, que no se ha planteado informar al paciente exhaustivamente, de lo que rodea a esta situación. Eso provoca que no se entienda el porqué de muchas cosas del funcionamiento actual. Amén de errores e imprevisiones que también las hay.
Esta sociedad nos ha convertido en creyentes del “primero yo, luego yo y después yo". Somos incapaces de entender, que los servicios públicos, esos que sostenemos con los impuestos de todos, debe imperar siempre un concepto de solidaridad: se atiende antes a quien más lo necesita. En ningún caso se plantea atender, a uno si y a otro no, sino a todos pero priorizando cada caso. Ese concepto de solidaridad debería hacernos entender, que en una pandemia, lo primero en que debemos pensar es en “no ser un eslabón en la cadena de contagios”, y luego en nuestro problema personal. Porque esa es la mejor forma, de estar pensado primero en nuestro problema. Pero no es fácil, y un egoísmo indocumentado triunfa y el ombliguísmo se impone.
Como médico veo a diario, pruebas de lo que acabo de afirmar. Os doy algunos ejemplos: “soy positivo, puedo contagiar, pero no lo digo a nadie para que no me miren mal”; “no me importa que me hayan aislado porque puedo contagiar, yo me salto el aislamiento y me voy a hacerme las pruebas por mi cuenta que para eso puedo pagármelas”; “nos juntamos setenta a comer, y si alguien se contagia que se arregle, mientras no me contagie yo…”; “tengo un bar y llevo siempre mascarilla, pero si el cliente no quiere ponerse la suya, yo no le voy a obligar a ponérsela, que mi negocio es lo primero”, etc.
Luego están los “facultativos” del rellano de la escalera: “como coincidí con fulano que ha sido positivo, me tienen que hacer la prueba ya”; “exijo que se tomen medidas para el inicio del curso escolar, para que mi niño no se contagie” (sin preocuparnos que hace ese mismo niño en el parque o con su pandilla de amigos, que le ponga en riesgo de contagiarse); vemos a ilustres munícipes reclamando test masivos a toda su población (eso sí, después de haber ignorado fiestas alternativas o botellones en esa población); “pues no me dice el cabrón de mi médico que me aísle sin hacerme las pruebas” ¿os suenan?. La lista sería inacabable.
Por todo lo anterior, creo que no está de más un poco de pedagogía, aunque sólo consiga el alcance limitado de este artículo.
Empecemos por afirmar (por si aún se duda) que este virus es impredecible y que no tenemos todas las respuestas. Hoy se debate entre si estamos o no en una segunda oleada, pero lo que pocos pueden cuestionar es que esta pandemia de COVID-19 se está comportando como una "única gran ola" que aumenta y desciende, y que en lugar de un único gran pico, puede tener idas y venidas durante largo tiempo. El  papel esencial en la lucha contra la pandemia, está en manos de todos y cada uno de los ciudadanos, no solo de las autoridades y de los  sanitarios. No es admisible, que algunas actitudes personales, teóricamente “con la mejor intención”, se conviertan en el mayor factor de riesgo para todos los demás.
Primero.- Estamos ante un aumento progresivo de casos de COVID-19 con infección activa, lo que requiere de un diagnóstico precoz, no para hacer las de inmediato pruebas, sino para primero realizar un aislamiento, y con el estudio y seguimiento posterior de cada caso y de sus contactos, impedir el aumento de los contagios.
Segundo.- Imprescindible la coordinación de todos los estamentos sanitarios para lograrlo. Pero la población debe mantener una actitud responsable que nos permita la optimización de los recursos que tenemos, que no son infinitos. Solo un uso racional y responsable de los recursos, nos puede permitir llegar a la meta, y no sufrir escasez de medios en el camino.
Tercero.- No se debe pedir una PCR sin un aislamiento previo del paciente, bien porque presente síntomas o porque haya sido contacto estrecho de un positivo. Y no un aislamiento de “me quedo en casa” sino un aislamiento efectivo, incluso respecto a aquellos con los que convivimos. La prueba debe solicitarse en su momento, no de manera caprichosa.
Cuarto.- Si el resultado es negativo pero tú sigues con síntomas, tu facultativo te la repetirá, pero si eres asintomático, finalizará tu aislamiento. Si es positiva, te vigilaran la evolución telefónicamente y en caso de signos de alarma, se te asistirá de manera presencial en domicilio o en hospital. El aislamiento puede durar diez o catorce días, según cada caso, pero eso lo decidirá tu facultativo dependiendo de tu clínica y de si has precisado hospitalización o no.
Quinto.- Si has convivido con un caso positivo con clínica (convivir no es haber coincidido en el bar o en la tienda con alguien que luego resultó positivo)  te harán la PCR pero dando prioridad entre los convivientes, a aquellos que sean de salud más vulnerable, no es cuestión de “yo la pedí primero”. Lo que es imprescindible es que todos los convivientes con un positivo con clínica, hagan aislamiento los catorce días, tanto si ya tienen la prueba hecha como si está pendiente de hacer, e incluso si la PCR fue negativa.
Sexto.- Solo los convivientes que han pasado la enfermedad en los últimos seis meses, están exentos de esa cuarentena. Pero cada situación hay que valorarla de forma individual. Lo que no puede admitirse es que cualquiera que sospeche haber estado en un lugar donde ha existido un positivo, inmediatamente exija que se le realice una PCR, y pretenda que su ansiedad se convierta en el motivo para esa prescripción.
Séptimo.- La PCR está indicada en paciente con síntomas de sospecha, en los contactos estrechos con un caso ya confirmado, personal que ayuda a domicilio de personas vulnerables, y a profesionales de servicios sociosanitarios o esenciales. Pero en todos esos casos, se debe valorar la disponibilidad de recursos y el beneficio esperado por el resultado que se obtenga en su realización. También hay determinadas situaciones epidemiológicas que pueden requerir de su realización para determinar un dato epidemiológico concreto.
Octavo.- Una PCR no se realiza para dejar al paciente tranquilo, y menos sin haber realizado primero la prescripción de aislamiento, pero tampoco para cualquier persona que lo solicite sin haber documentado que se trata de un contacto estrecho con un positivo. La consideración de  “contacto estrecho” y la solicitud de la PCR, no la fija el paciente sino el profesional, una vez efectuado el estudio de los contactos que parten de un caso positivo.
Noveno.- Y una cuestión que es muy importante pero que muchos pacientes no entienden: que el alta a un contacto estrecho de un paciente con infección por COVID-19 confirmada, se produce a los 14 días de cuarentena y no. tras el resultado negativo de la PCR. Ese es un error que impide romper la cadena de contagios.
Décimo.- Los médicos y científicos saben más sobre el COVID-19 ahora que hace 4 meses y por lo tanto son capaces de tratar mejor a los pacientes, por eso hoy es mayor la supervivencia que hace cinco meses para aquellos que se infectan. Y esto es así, porque sabemos hoy más: antes creíamos que el Covid mataba por la infección pulmonar (neumonía), y hoy sabemos que son los coágulos que se forman  en los vasos sanguíneos de los pulmones y de otras partes del cuerpo y eso lo tratamos con anticoagulantes que lo previenen; antes esperábamos a que apareciera una disminución del oxígeno como síntoma, y el paciente llegaba tarde al hospital, pero hoy conocemos que existe la llamada hipoxia silenciosa que no da la cara,  hoy hacemos control de esa saturación de oxígeno y les llevamos al hospital antes; antes no disponíamos de medicamentos para matar el virus, sino que tratábamos las complicaciones de la falta de oxígeno, hoy podemos prevenir que los pacientes se nos infecten gravemente, y por lo tanto curarlos antes de presentar esa falta de oxígeno; la respuesta de nuestro cuerpo al virus, no solo mata al virus sino también al paciente, pero hoy podemos prevenir esa respuesta del cuerpo y poder frenarla; hoy sabemos que disponemos de un medicamento que usábamos para la gota, que sirve para prevenir los micro coágulos en los vasos sanguíneos de los pulmones.
Creo que este decálogo de cuestiones, demuestra a las claras, que si cumplimos unas normas y practicamos la solidaridad y la prudencia, hoy los pacientes (nosotros) tenemos mayores oportunidades de supervivencia que teníamos en marzo. Demostrado que lo importante es contagiarse cuanto más tarde mejor, porque dispondremos cada vez de mejores respuestas.
No es cuestión de cargar contra nuestros sanitarios, sino de dar tiempo a que la ciencia nos ayude, y con nuestra actitud evitar que se sature nuestro sistema de salud. Ya tenemos bastante los profesionales de la salud con el desgaste físico y mental que llevamos sufriendo desde marzo. Hagamos solo aquello que realmente tiene sentido: usar mascarilla (para evitar exhalar, y toser partículas con coronavirus); lavarnos las manos constantemente o usar gel de alcohol; mantener la distancia entre personas.
Si no lo entendemos, no será fácil acabar con este drama.


Solo un comentario.


Entre los profesionales de esta región, existía mucha expectación por conocer las medidas del nuevo decreto regional para frenar la expansión del coronavirus. Hoy sábado en que escribo, se publicará. En el decreto se recogen, entre otras cuestiones, el cierre de prostíbulos y clubs de alterne, limitación del aforo a los velatorios, prohibición de comer y beber en el transporte público, suspensión total de fiestas populares, cierre a partir de la 1.00 de la madrugada de establecimientos de hostelería, cierre de discotecas y salas de baile, reuniones familiares de un máximo de 10 personas, y restricción a las salidas de residentes en centros de mayores. Puede parecer duro el contenido, pero con la evolución de la pandemia en nuestra región, son medias más que necesarias y para algunos debería haber sido más estricto, aunque siempre debemos pensar, que según evolucionen los acontecimientos, estas restricciones pueden ser aún ampliables en otras materias.
Desde luego, espero que a partir de hoy, los cumpleaños, bautizos, reuniones familiares y encuentros de amigos, cumplan esos contenidos y empecemos a darnos cuenta, que el concepto de nueva normalidad no significa que ya no pasa nada. No vale mirar para otro lado, y es necesario que en aquellas localidades donde sus ayuntamientos han suspendido las fiestas, no sea solo una suspensión de escaparate, y sus responsables municipales impidan las fiestas alternativas, las calles cortadas de bares y alguna que otra carpa, donde el riesgo de contagio aumenta. Y qué decir de los prostíbulos y salas de fiestas donde lo de mantener la distancia social es una paradoja absoluta, o todo lo relativo al transporte público, que debería ser inherente a esa denominación de “publico” y no de sala de comidas.
En realidad, el decreto viene a constatar algo que creo que muchos ya pensamos hoy. Que lo que hicimos mal no fue el confinamiento durante el estado de alarma tan criticado, sino un des confinamiento precipitado, sin tener las estrategias y los dispositivos preparados y bien definidos,para responder ante los rebrotes, garantizar que los sistemas de vigilancia y control de posibles rebrotes estaban en perfecto estado de revista y dotados de los rastreadores necesarios, y (algo no menor) a la población suficientemente concienciada de la importancia del problema al que nos enfrentamos y de su papel fundamental en esta lucha. Ya lo comenté hace tiempo, en principio todo podía justificarse por la sorpresa de la pandemia, ahora, no responder con las medidas y los recursos adecuados, ya no es imprevisión es negligencia por parte de las autoridades responsables y de los ciudadanos incumplidores, aunque estos sean una minoría.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Diario del coronavirus 193

Este miércoles son 3.715 nuevos casos de covid-19. Si ayer se notificaron 2.128, hagan la cuenta y salen casi 1.600 hoy. En total de ayer iban 364.196 y hoy son 370.867. Han fallecido 131 personas con PCR positiva en la última semana, mientras que el martes eran 63 lo que hace un total de 28.797 personas muertas desde el inicio de la pandemia en España con PCR positiva. Esta semana han ingresado en el Hospital 1.336 pacientes por la enfermedad y son 84 los de las unidades de Cuidados Intensivos (UCI).
Me resulta difícil por triste,escuchar los gritos del domingo “¡Falsos positivos, falsos test!”“Gobierno genocida”, “¡Queremos respirar!” .
Seguro que los 131 que se han ido, también querían respirar.

El coronavirus no solo se ha llevado demasiadas vidas, aunque ese sea el número que parece más nos duele. Sobre todo nos ha robado los sueños. El sueño de la igualdad entre sexos, del que los españoles nos estamos despertando ahora, pero mucho más desiguales de lo que éramos antes de llegar el bicho. Nos ha arrancado el sueño de luchar contra la pobreza, ese en el que imaginábamos una sociedad más justa y equilibrada. Nos despertamos del sueño en que creíamos ver un planeta más limpio por el confinamiento, con un freno al cambio climático que amenazaba con destruirlo y pintar de gris oscuro el futuro de las nuevas generaciones de humanos, pero todo fue eso, solo sueño efímero e iluso.
Pero sobre todo se ha llevado por delante el sueño de mejorar nuestra salud y los sistemas con los que que intentábamos salvaguardarla. La salud ha sido convertida en esa niña que corría desnuda, desvalida y abrasada por el napalm, en el casi olvidado documental de la guerra de Vietnam. La actitud negligente de gobiernos y tribus negacionistas, unos por omisión y los otros por acción, están contribuyendo a una eutanasia sórdida de los mayores. Sus residencias levantadas para una falsa conciliación familiar, se han convertido en fuente de desconsuelos. El recién nacido estado de bienestar, se ha convertido en esa sombra que siempre encontramos al doblar el cabo de la desesperanza.
El arte y la cultura como tales, han sido arrasados, y solo aún sobrevive la inmortal cultura del dinero. Lo único que sigue siendo válido como sueño, es el dinero. El amasarlo, el disponer de él a espuertas. Olvidando que, como el agua o la energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Como si ignorásemos que para ver mi espuerta llena, no fuese necesario que estuviese vacía la del otro.
A los románticos, y a los soñadores, solo nos queda contar la verdad, aunque solo sea la nuestra. Porque de no hacerlo, de poco habrán servido los años de lucha en la España de la paz de cementerios, que parece empeñada en regresar.

martes, 18 de agosto de 2020

Despierten, que está anocheciendo

Despierten, que está anocheciendo
En una conspiración denunciable, siempre se empieza manipulando la información, lo que resulta ser muy fácil hacia un lado como al otro. Si tu defiendes el Ministerio de Igualdad, ellos defienden el ministerio de “Igual me da”. Lo que a ti te huele a fascismo, a ellos les sabe a progresismo. Sabiéndose arriba, se declaran de abajo. Denuncian el abuso, pero abusando. Libertadores censores, ilustrados majaderos. Cultura degradada. Bazofias adornadas. No son ni de derechas ni de izquierdas, solo son superiores, y eso les permite vivir en el péndulo. Curanderos del cáncer con mostaza. En una sociedad necesitada de creer en algo, aunque el algo sea increíble. No es su filosofía lo que importa, sino el momento que vivimos. Hay gente manifiestamente despreciable, que básicamente conoce de motu proprio, todos los males que aquejan al mundo. Es gente como tú y como yo, pero diferente a ti y a mí. Para ellos, lo paranormal es lo normal, las pseudo ciencias son sus ciencias, los ovnis son lo terrestre y lo extraterrestre es el expreso Cádiz-Barcelona. Necesitan ayuda. Todos necesitamos ayuda. Da igual que sea con luna llena o con luna nueva, porque la libertad es hermosa bajo cualquier luna. Pero también hay un peligro en la libertad así entendida. Pero duerman, que ya amanece.

lunes, 17 de agosto de 2020

Antivacunas

En su libro Sivainvi, Philip K. Dick escribió “Es asombroso que cuando alguien suelta los disparates en los que uno cree, es posible percibirlos como tales”. Parece que algunos aún no han alcanzado ese grado de análisis. Solo así se puede entender que en plena oleada de brotes de coronavirus y sin que se haya superado todavía la pandemia, varios cientos de personas protesten por el uso obligatorio de mascarillas, y con proclamas como “queremos ver el virus”, “no a la vacuna obligatoria”, o “falsos test, falsos positivos”. No faltaron a la cita los "antivacunas", ni tampoco la siempre socorrida petición de dimisión del gobierno, los insultos a la prensa, o los gritos de libertad. Curiosa coincidencia con las proclamas ya escuchadas en el barrio de Salamanca no hace tanto.
Jugar con temas que afectan a la salud es algo muy peligroso. Todo puede ser fruto de una conspiración en estos tiempos. Ver una conspiración en la aparición de la pandemia, sin datos que lo prueben, es apostar en ese peligroso juego. Puede decirse muy alto, pero mientras no se demuestre lo contrario, nada claro prueba, que el coronavirus haya salido de un laboratorio o esté causado por una tecnología. También podemos pensar, que la manifestación de ayer es el fruto de una conspiración, pero parece absurdo siquiera imaginarse tal sandez.
Aquí se escuchan demasiadas sandeces en estos días. Empezaré por afirmar que desaconsejar el uso de las mascarillas hoy, carece de evidencia científica. Ni causan hipoxia, ni hipercapnia, ni cáncer, ni anulan el sistema inmunitario, ni aumentan la frecuencia cardiaca,. Si eso que se afirma fuese cierto, los países con mucha contaminación, donde llevan años usando las mascarillas, sencillamente se habrían extinguido.
Igual ocurre con la afirmación de que la pandemia se trata de una conspiración. Es una idea alentada por algunos, que suelen ser expertos en descubrir conspiraciones. Podemos empezar por la iglesia católica, la misma que veía en la llegada de la democracia a nuestro país, que era fruto de una conspiración judéo masónica. Ver como un cardenal se ha permitido utilizar un argumento tradicional de los antivacunas (las vacunas (ahora la del COVID-19 ) se fabrican con células de fetos abortados), sin haber escuchado a nadie de la cúpula vaticana responderle "¿por qué no te callas?, solo apunta en esa dirección de la "anticiencia" tan tradicional en esa organización religiosa.
Deberían saber, que los investigadores utilizan como medio de cultivo unas células a las que infectan, pero que han sido obtenidas de cultivos celulares en un medio artificial. Y aun procediendo de animal o de persona, han sido obtenidas de una muestra de tejido de un órgano (como por ejemplo de un pulmón), y de ahí se seleccionan aquellas células que puedan interesar en cada investigación. Luego se cultivan, y son células nuevas que nunca formaron parte del órgano del que proceden originalmente, y que ven así multiplicado su potencial para uso científico.
Ser antivacunas es algo que resulta chocante si se da un breve repaso a los libros de historia para comprobar lo que la humanidad le debe a las vacunas. Las vacunas han servido a lod humanos para protegernos de pandemias, desde que surgieron como forma de hacer frente a las mismas. Recomendar no vacunarse puede estar justificado, pero solo mientras no esté garantizado, que los efectos secundarios son exhaustivamente conocidos. Pero eso en ningún caso guarda relación, con la afirmación de que se fabrican con metales tóxicos o que se les añaden sustancias ilegales.
Hay que empezar por señalar, que todos los medicamentos pueden sanar o matar, dependiendo fundamentalmente de la dosis en que se administren. Los metales que existen en una vacuna están en una cantidad que no es dañina, son tan minimas que incluso son cantidades inferiores a las que ingerimos en los alimentos naturales, incluso en la leche materna. Los pediatras saben que las sales de aluminio se usan desde hace 70 años como adyuvantes de vacunas y sirven para estimular el sistema inmunitario y disminuir la cantidad de antígeno que es necesario inocular, y se desconocen efectos adversos del aluminio que llevan algunas vacunas, que no todas. En cualquier caso, las vacunaciones no son obligatorias, en España no es obligatorio vacunarse, pero las vacunas si son uno de los grandes avances de la medicina moderna y las responsables de haber salvado muchas vidas.
Pero si lo anterior es llamativo por ilógico, mucho menos lógico resulta, que se afirme que las vacunas del Covid 19, llevarán un microchips para controlar a los individuos, propiciado por Bill Gates. Estamos ante un “tutus revolutum” de mentiras y medias verdades, en el que se mezclan, un tema de financiación, con otro de identidad digital. Algo difícil de entender para un médico de primaria, porque conocer si nos hemos realizado una PCR, o si y de que nos hemos vacunado, es una información de la que ya dispone nuestro médico de atención primaria en la historia clínica, y es una información útil para conocer nuestro estado de salud.
De ahí, a ver en la vacuna del Covid 19 una estrategia para alcanzar un dominio global de la humanidad y pensar que todos nos veremos convertidos en borregos a su servicio, creo que hay alguna distancia, al menos mental. Quienes esto crean, carecen de una información de la que podrían disponer si les interesara conocerla. En la revista científica Lancet, hay un comunicado de varios científicos donde literalmente se afirma: "Científicos de múltiples países han analizado genomas del agente causal y los resultados concluyen, de forma abrumadora, que el origen está en la vida silvestre”.
Yo les creo antes a ellos, que a un cantante y sus seguidores, aunque esa es mi opinión personal, que no tiene porque ser compartida por todo el mundo. Lo he señalado antes, no es obligatorio vacunarse de nada. Pero creo que tampoco es obligatorio tener que contagiarse muchos, por la pseudociencia de unos pocos.
Buenas noches.

El respeto en los dirigentes.



Dos de las tres personas más importantes en mi vida se han marchado esta mañana para pasar las vacaciones. Lo han hecho tranquilas, porque saben que viajan libres de contagio por coronavirus, pero a la vez  inquietas, porque saben también, que nadie está libre del riesgo de poder  contagiarse.

Yo no puedo acompañarlas porque me quedo aquí trabajando. Y a la inversa de ellas, yo he pasado unos días  intranquilo por el riesgo que poder  contagiarlas, y ahora más respiro más relajado, al  saber que ya no seguirán corriendo ese riesgo junto a mí, algo implícito al ejercicio de mi profesión y a nuestra convivencia.

Esa situación de incertidumbre se ha producido, porque en estos días atendí a una paciente que resultó ser positiva en su PCR, y me he visto obligado a hacerme esa prueba, y descartar así la posibilidad de ser un foco de contagio para mis pacientes y mi familia. Mi resultado negativo en el test PCR ha sido tranquilizador, y no solo en lo personal y familiar. Tengo asumido, que aunque digan que lo que pesan son los kilos y no los años, en mi caso, si sufro un contagio por coronavirus, pesarían los años que ya tengo bastantes. En lo familiar, un contagio lo llevaría bastante mal.

Por otra parte, de haber sido positivo el resultado, hubiese afectado a otros compañeros médicos de mi centro y a mis pacientes. Hubiera supuesto no poder pasar las dos consultas que haré hoy lunes. No poder atender el próximo martes la residencia de mayores. Pero también habría obligado al regreso de alguno de mis compañeros que ayer han iniciado sus vacaciones, al no existir posibilidad de encontrar un sustituto que haga la suplencia. 

Pero darle vueltas a la situación que se podía haber creado de ser positivo, me ha hecho volver a comprobar, que siguen siendo muchas las cosas que hay que revisar y cambiar en el modo de funcionar de la atención primaria. Porque lamentable resulta, que con la de médicos/as formados en nuestras universidades y hospitales, nuestro país no disponga de ellos cuando les necesitamos, por la falta de una oferta de empleo público (que la pandemia ha visibilizado como imprescindible), pero ya denunciada con anterioridad. Si queremos que el sistema sanitario público no haga aguas, toca evitar esa marcha de profesionales fuera, con un empleo de calidad aquí, y una estabilidad laboral que hoy no se ofrece en el sistema público de salud.

Como lamentable es que por esa falta de médicos/as en bolsa de empleo, se obligue a limitar el número de los profesionales que pueden tomar sus vacaciones en periodo estival. Pero mucho más lamentable lo hace el hecho, de que ese ratio de un máximo de personal de vacaciones, no se aplique de igual manera, también a los responsables de las gerencias, donde es frecuente encontrar como en verano la mayoría toman sus vacaciones, con independencia a si se está en situación de pandemia o sin ella. Parece que como dice el refrán, no recuerda el cura cuando fue sacristán.
Tampoco es admisible, que no se haya sustituido al personal de administración de los centros de salud, porque en esa área si hay bolsa de trabajo y podría haberse contratado. Esa falta de personal de administración, colapsa la atención telefónica e impide la teleconsulta. El mostrador es la puerta de entrada del paciente a la asistencia, y un funcionamiento deficitario del mismo, deteriora la imagen de los centros de salud y de sus profesionales ante los usuarios. Si la teleconsulta es la forma más útil de atender las demandas en la actual situación, debe garantizarse su buen funcionamiento, porque para un paciente conseguir hablar con sus sanitarios no puede convertirse en calvario o una lucha por conseguir una línea telefónica libra para hacerlo. No solo faltan respiradores, hay más cosas que adquirir para un funcionamiento correcto.

Algunos ingenuos, creíamos que se iba a aprender mucho de la pandemia, pero parece que los únicos obligados a aprender, siempre somos los de abajo, que arriba deben estar convencidos de que ya saben bastante. A los sanitarios del primer escalón, tanto de atención primaria como hospitalaria, siempre nos toca ser y ejercer de responsables. A nadie parece importar el desasosiego y la presión emocional que nos provoca, tener que acudir cada día a trabajar, a cumplir con nuestra obligación, con la presión personal y familiar que ello supone. Lo hacemos de buen grado, o ya habríamos arrojado la toalla.
                
Pero ello no es óbice, para que nos duela y nos hiera, ver como quienes son autoridad (en sus distintos niveles de responsabilidad), en el desempeño de sus obligaciones, no se apliquen los mismos criterios que nos exigen cumplir a los demás. No deberían limitarse a hacernos recomendaciones generales, sino que deberían ser adoptadas por ellos mismos para servirnos de ejemplo. 

Todos tenemos derecho a disfrutar de nuestro tiempo de ocio, pero en el país de las desigualdades, la mejor forma de predicar la lucha por la igualdad, no es con grandes palabras, sino predicar con el ejemplo. Un dirigente no tiene ganado el respeto por ser dirigente, debe ganarlo por cómo actúa con sus dirigidos.


domingo, 16 de agosto de 2020

Diario del coronavirus 192

No quería hacer más publicaciones hoy domingo, pero he encontrado un cartel en un muro, que por su capacidad de difusión al ser el de una persona famosa, me parece necesario aclarar y luego que cada cual opine como quiera. Lo que no debe nadie (famoso o no), es afirmar cosas sin la evidencia científica suficiente para hacerlo, y menos sobre un tema que por desgracia MATA.
Miguel Bosé tiene un cartel en su muro de Facebook en el que afirma varias cuestiones que no son ciertas: que la Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconseja el uso generalizado de las mascarillas, que las PCR no son fiables y que los asintomáticos no contagian.
Muchas de sus canciones me gustan, pero no se me ocurre salir a un escenario a cantarlas sin saber cantar. Tal vez por eso no entiendo porque se cree cosas (supongo que si las publica es porque se las cree), y se mete en charcos en los que los más expertos aún tienen algunas dudas. Veamos lo que sabemos sobre sus afirmaciones.
La OMS, Organización Mundial de la Salud, recomienda en la actualidad el uso generalizado de las mascarillas. Lo que sí es cierto, es que antes solo recomendaba su uso a quienes atendiesen a una persona de la que se sospechase que estaba infectada, y para los que presentaban tos o estornudos. Pero hoy ya no es así, porque a principios de junio, la OMS cambió sus recomendaciones y consideró las mascarillas adecuadas “para prevenir la transmisión comunitaria de la COVID-19”. No se limitó solo a eso, sino que además recomendó a los gobiernos, que impulsaran el que todo el mundo usase mascarilla para interrumpir la transmisión del coronavirus (en el transporte público, tiendas, centros de trabajo, reuniones, escuelas, iglesias, mezquitas y en otros lugares concurridos).
La segunda afirmación del cartel es referente a las PCR y también es errónea. Dice que la prueba de PCR no es fiable, cuando es la manera más fiable de conocer si alguien está contagiado o está sufriendo la enfermedad. Esta prueba no nos da falsos positivos que pudiesen deberse a que la infección está causada por otro virus. Es una prueba específica del Covid 19 o SARS-CoV-2 y no para otros virus. Si alguien duda esto, le basta con buscar bibliografía y comprobar que es específica para esta infección. Puede que su confusión se deba a que existen otras PCR generales para todos los coronavirus, pero hoy se utiliza una que es muy específica para el actual Covid 19. En muchas pruebas existen falsos positivos, en esta no, y si la clínica no concuerda con el resultado obtenido, lo que debe hacerse es repetirse la prueba para confirmarlo, y eso es lo que hacemos en los casos en que la clínica de sospecha existe y nos da la PCR negativa.
Por último, en ese cartel afirma que los contagiados asintomáticos no pueden contagiar la enfermedad. Tampoco eso es cierto. Los asintomáticos tienen la enfermedad y la contagian como los que tienen clínica. Lo hacen por las gotitas que se expulsan cuando tosemos o estornudamos, y al hablar porque las partículas permanecen en el aire y la otra persona las puede respirar y contagiarse, y no podemos olvidar que en una conversación normal entre dos personas, contagiadas o no, estas gotitas las expulsamos en una cantidad suficiente para que puedan transmitirse enfermedades respiratorias, puesto que aunque sean de pequeño tamaño, pueden transportar los virus, entre ellos el Covid 19 o el de la gripe común, por eso habréis oído comentarios sobre que el uso de las mascarillas disminuirá el número de casos este año.
Resumiendo: las mascarillas protegen aunque no todas ni del todo, pero son una barrera al virus; las PCR son específicas y no suelen dar falsos positivos; y, según las últimas publicaciones al respecto, todo señala que los asintomáticos pueden contagiar.
Ya no os aburro más hoy.

Diario del coronavirus 191

A propósito de la prohibición de fumar en lugares públicos sin guardar la distancia de seguridad necesaria. Esto no es un capricho. Si vemos las recomendaciones de los expertos en neumología, lo podemos comprobar.
La SEPAR recuerda en su página web estos tres puntos:
1. Fumar o vapear en tiempos de la pandemia COVID-19 conlleva un mayor riesgo de padecer una forma grave y de peor pronóstico de la enfermedad.
2. Es recomendable mantener todos los ambientes, tanto cerrados como al aire libre, 100% libres de humo de tabaco.
3. Además de no consumir tabaco, es necesario cumplir con las principales medidas higiénicas para combatir el SARS-CoV-2: lavado frecuente de manos, mantenimiento de distancia de seguridad a más de 2 metros y utilización de mascarillas.
Pero no son solo los neumólogos, porque también la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) insta a que todas las terrazas de bares y restaurantes se conviertan en espacios sin humo; así como playas, espectáculos al aire libre y coches particulares.
Para entender el porque de estas recomendaciones y de la prohibición, es importante saber los seis siguiente datos:
Primero, que aunque el virus no se transmita por el humo del tabaco, el acto de fumar sí que aumenta el riesgo de contagio.
Segundo, que no hay evidencia suficiente como para garantizar que el virus pueda "viajar" a través del humo de un cigarrillo, pero si es cierto que el propio acto de fumar conlleva una serie de circunstancias que pueden facilitar el contagio de la COVID-19.
Tercero, que el fumador no usa la mascarilla mientras está fumando, por tanto es lógico que se le pida que cuando fume esté a más de un metro y medio del resto de las personas.
Cuarta, que la mascarilla es útil para disminuir el riesgo de contagio: sea higiénica, quirúrgica o EPI, si la utilizamos correctamente, porque representa una barrera física que dificulta el contacto con cualquier patógeno que sea susceptible de entrar en nuestro organismo a través de las vías respiratorias, la nariz y la boca, como ocurre con el coronavirus.
Quinto, que mientras se fuma, no solo no se utiliza mascarilla, sino que esta además se toquetea en exceso. Si se ha tocado una superficie infectada puede contagiarse.
Sexto, que al expulsar el humo del cigarro, como sucede al hablar, toser o estornudad, hay más posibilidades de expulsar gotículas de saliva susceptibles de estar infectadas con el virus y que pueden permanecer, según SEPAR, hasta 30 minutos en el aire. Si estas llegan a las vías respiratorias de terceros, podrían contagiarles. La evidencia científica demuestra que el coronavirus se transfiere entre personas a través de las gotitas de Flügge y por vías de contacto con superficies.
La mejor recomendación es no fumar.
Espero que os sirva este comentario. Buen domingo.

Diario el coronavirus 190

 Llevamos cinco meses desde el inicio de la pandemia, y ya hemos superado los veinte millones de contagios. En Europa tenemos un aumento de casos en varios países. Todos coinciden en la causa: la relajación de las medidas de distancia social. Alemania, Francia, Grecia nos informan de que ellos también afrontan graves rebrotes. No solo ocurre en España, pero aquí sucede en mayor medida.

Del mando único ante la pandemia, a los diecisiete mandos únicos. De las críticas al confinamiento, a plantear la necesidad de confinamientos regionales. Del no a las competencias en el Estado, a las críticas al gobierno del Estado, por no tomar decisiones comunes para las diecisiete CCAA, como si en caso de hacerlo ya no se le criticaría. Curiosos los informativos, donde la prohibición de fumar en la vía pública, no se ve como una medida acertada, sino como un golpe mortal a la hostelería. Curiosas las informaciones, para las que el cierre de los establecimientos de ocio nocturno, son un atentado contra sus propietarios, pero los contagios que en ellos se producen, no son un atentado contra nuestras vidas.
Y qué decir de la asistencia sanitaria. Del aplauso, a la crítica visceral. Ahora, ser atendido telefónicamente, se entiende como la falta de ganas de trabajar por parte de los sanitarios, y no como una forma de evitar que se multiplique los contagios. Algunos olvidan, que quien se siente enfermo por Covid, acude a esas consultas y debe ser atendido, pero sin riesgo de contagio para los otros pacientes, que pueden acudir por otras causas. Otros nos tachan de "quejumbrosos" por declararnos cansados de que se incumplan las medidas, y de que no hacerlo nos conduce a sufrir un mayor riesgo de una nueva oleada. Pues ya está aquí, y los datos de algunos hospitales lo demuestran.
Parece, que de nuevo el Ministerio ha tomado cartas en el asunto con fuerza. Mejor tarde que nunca. Esperar a que la situación fuese irreversible, ante la disparidad de medidas de una CA a otra, era su error. Permanecer impasible, es no ejercer una responsabilidad que los ciudadanos le hemos dado y nuestras leyes le otorgan. La oposición criticaba que el Ministerio interviniese, ahora lo hace porque no ha intervenido. Habla de una irresponsabilidad del gobierno del Estado, sin ver su misma irresponsabilidad en las Comunidades donde la oposición es gobierno, cuando la responsabilidad es idéntica. Pueden ser medidas aún insuficientes, pero la importancia de ellas, es que son comunes en todas las CCAA. Como ya es una costumbre en la pandemia, saca los pies del tiesto la Comunidad de Madrid, de la que es preferible no hablar, para no enfermar. De ella se puede oír una cosa y la contraria, sin pudor por si con ello se está arriesgando la salud de sus ciudadanos. Estaría bien que se realice ese estudio pedido por los científicos, para analizar la gestión de la pandemia. Pero hágase en su totalidad, porque estoy seguro que nos enseñará muchos más errores cometidos en esta fase de gestión autonómica, que en la primera del estado de alarma.
Pueden calificarse estas palabras, como lo deseen sus lectores. Ellos son tan libres de no compartirlas, como yo de escribirlas, aún a riesgo de que molesten, cosa que no deseo. Soy un convencido de que administraciones y administrados, nos hemos confiado en exceso. Que hemos bajado la guardia ante la amenaza. Pero la realidad debería despertarnos de ese sueño placido y devolvernos a la sensación real de que esto no se ha acabado, que el riesgo sigue ahí a nuestro lado. La escalada de contagiados continúa. Y eso no es una cuestión puramente estatal, o puramente autonómica. Es responsabilidad de todas las administraciones, empezando por el municipio más pequeño, las diputaciones provinciales, Comunidades Autónomas, Gobierno y Jefatura del Estado. Últimamente hasta del poder judicial. No nos vale a los ciudadanos él “y tú más” sino “¿Cómo sumó, y como puedo ayudar yo?
Y desde luego, también estamos ante una cuestión de responsabilidad individual. La celebración del cumpleaños de un hijo donde asisten los abuelos. Los besos. Los abrazos. Relajarnos en el uso de las mascarillas. Compartir el plato del aperitivo. Organizar una barbacoa de verano. Una cena entre amigos. Tomar una copa por la noche. Parece que todo eso debería darnos igual, porque somos familia, pero no debe ser así, porque no es prudente hacerlo. Compartir cosas solo con familia y amigos, solo facilita el rastreo si se produce un caso, y aunque en el ocio nocturno, eso es mucho más difícil, lo familiar también comporta riesgo. No hay que renunciar a la familia ni a los amigos, pero si procurar que la prudencia impere en esos encuentros.
Y algo importante que se nos olvida: que nadie en una reunión tenga síntomas, no significa que nadie este contagiado. No es cuestión de pensar en que este país va a tener suerte frente a la pandemia. La madre de la suerte es la diligencia de los gobernantes junto a la responsabilidad de los gobernados.
Buen sábado.

Diario del coronavirus 189

Estrategia para justificar un saqueo con los rastreos
Primero pido voluntarios gratis. Luego, como los titulados me piden un contrato, no se lo hago con la justificación de que hay que hacer un concurso público. Luego se lo concedo a una empresa privada, justificándolo en la urgencia de la situación (de la que se habían dado cuenta los demás pero yo no), y así llevo a manos privadas el dinero de la sanidad pública. Todo acaba en manos de mis amigos de la empresa privada. Es la mejor manera de aprovechar una situación de urgencia, creada por mi mismo, en beneficio de mis amigos.
Eso sí, el personal de la sanidad pública, debe conformarse con los aplausos desde los balcones, que es lo importante, y así se olvidan de que tiene unas condiciones de trabajo para llorar, y unos contratos precarios.

¿Alguien sabe donde está Gabilondo? Es urgente encontrarle. O se frena esto, o no quedará nada de sanidad publica en Madrid. 


CASOS CONFIRMADOS EN ESPAÑA A 11 DE AGOSTO
Total de casos registrados en España y distribución por CCAA desde que se registró el primero en La Gomera (Canarias), el 1 de febrero de 2020:
- Cataluña: 89.015 (5.706 fallecidos)
- Madrid: 83.606 (8.464 fallecidos)
- Castilla y León: 21.994 (2.802 fallecidos)
- Castilla-La Mancha: 19.445 (3.035 fallecidos)
- Aragón: 18.849 (991 fallecidos)
- País Vasco: 19.110 (1.565 fallecidos)
- Andalucía: 17.758 (1.443 fallecidos)
- Comunidad Valenciana: 15.663 (1.439 fallecidos)
- Galicia: 10.284 (622 fallecidos)
- Navarra: 7.564 (531 fallecidos)
- La Rioja: 4.301 (366 fallecidos)
- Extremadura: 3.626 (521 fallecidos)
- Baleares: 3.501 (225 fallecidos)
- Murcia: 3.039 (148 fallecidos)
- Canarias: 3.041 (164 fallecidos)
- Cantabria: 2.759 (219 fallecidos)
- Asturias: 2.715 (334 fallecidos)
- Ceuta: 168 (4 fallecidos)
- Melilla: 174 (2 fallecidos)
Cifras parciales y totales:
- Casos confirmados en las últimas 24 hs: 1.418
- Casos confirmados por PCR: 326.312
- Fallecidos en las últimas 24 horas: 5
- Fallecidos en los últimos 7 días: 64
- Personas fallecidas desde el inicio: 28.581

MENORES NO ACOMPAÑADOS

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