Elegir a quien debe ser el candidato/a a Secretario General,
no es algo que desde principio se realice por los militantes, aunque sean luego
éstos quienes en las urnas dirán si la elección fue acertada o no. Esa
designación se suele realizar en los despachos de los partidos y el
procedimiento de elección se gesta durante mucho tiempo, pero siempre se espera
al momento adecuado para hacerlo público. Creo que es un ejercicio
políticamente saludable, intentar reflexionar sobre cuáles son las
características que se deben buscar en la persona que opte a ejercer el
liderazgo socialista, y más aún, en estos tiempos precongresuales.
No es fácil hacerlo cuando en las redes parece confundirse
al líder político con los Messi o Ronaldo, porque más que valoraciones
políticas, asistimos a un verdadero y desmedido “forofismo”. Pero aún a riesgo
de que se me tache de maniqueo o de mantenerme en una lucha entre buenos y
malos, y de que unos no las entiendan y otros no las atiendan, creo que merece
la pena analizar las cualidades que son aconsejables buscar en los
candidatos/as a ejercer esos liderazgos en el PSOE.
No hay una fórmula mágica y única para todas las contiendas
electorales, pero sí unas cualidades y aptitudes que no pueden faltar en un
candidato/a que tenga posibilidades de ser elegido o elegida: honestidad,
competencia, integridad y capacidad de liderazgo, son condiciones que los
ciudadanos consideran imprescindibles. No entraré en el debate de, si el
político nace o se hace, pero no se puede negar que para transmitir esos
valores democráticos, el candidato/a debe mostrar: carácter, honradez,
experiencia, dinamismo, cercanía, humildad, generosidad, sentido del humor,
capacidad de emocionar, empatía,
talento para ilusionar, ¡para motivar!,
saber escuchar y buena oratoria, entre otras. Para algunos solo serán
cualidades recomendables, pero para otros son exigibles.
Serán diferentes los factores, pero es imprescindible saber
leer el contexto electoral, sin obviar la importancia que pueden tener algunos
factores externos en el momento en que se producirá la votación. Aun reuniendo
el candidato/a todos esos requisitos, nada garantiza que el nuestro es el
mejor, porque en el resultado final va a influir la oferta que se le oponga,
y esa valoración global dependerá también: del momento político, de si se viven
tiempos de cambio o de estabilidad, de si se precisa un líder fuerte o un
perfil de negociador, de si existe hartazgo de la forma de hacer política, de
si el escenario es de desideologización o de interés por la política, etc. Todo
son factores que hacen que la elección de cuál es la mejor opción sea una ecuación
de difícil solución.
A lo anterior se añade el ámbito de la elección (regional o
provincial) porque el contexto es diferente y, en ello, influye también la
imagen que tiene la sociedad de los partidos y de los políticos -hoy, es
muy mala, agravada por los casos de corrupción que a diario ven la luz, tanto
políticos, como institucionales, o del ámbito financiero-. Y en los últimos
años debe considerarse otro factor, y no menor, como lo es la aparición de
nuevas formaciones políticas.
Todo lo expuesto pesa, pero el gran condicionante es que la
gente necesita alguien en quien confiar y, por eso, no se pueden dejar en
segundo plano las cualidades profesionales del candidato/a, ni las individuales
de la persona. Las primeras van a transmitir a los electores qué capacidad
tiene para ejercer el cargo, su grado de preparación, su nivel de experiencia y
su capacidad de análisis y de gestor. Las individuales, son las que le van a
diferenciar de sus adversarios: hombre o mujer, si “se ha hecho a sí mismo”, empresario
de éxito, trayectoria como activista social... Todo importa para construir un
relato personal.
Y qué decir de la imagen personal que hoy ha adquirido una
importancia fundamental y puede hacer que, por ella, un candidato gane votos o
los pierda. Un candidato/a nunca debe aparentar ser lo que no es, porque el
ciudadano rechaza más la apariencia, que los defectos innatos. La imagen
debe ser acorde con lo que se dice y se hace y nunca un disfraz para participar
en política. Son conocidas las dicotomías entre: si con traje o sin él, con o
sin corbata, descamisado, etc. En definitiva, coherencia, entre “vivir como se
piensa”, frente al “pensar cómo se vive”.
Pero no todo dependerá del candidato/a. Tan importante
como él, resulta el equipo de personas del que se rodea, que debe compartir
todo lo dicho para el candidato/a, y de no ser así, el equipo se convierte en
el punto débil de la candidatura por donde será atacado por sus adversarios. El
candidato/a debe dirigir y gestionar ese equipo, para que trabaje con entusiasmo.
El complemento a candidato y equipo, es una estrategia definida,
para que incline la balanza a nuestro favor.
Por último, no olvidar que pese a los esfuerzos por
transmitir una imagen y un proyecto coherente, la percepción que de ambos tengan
los ciudadanos no va a depender totalmente del candidato y de su equipo. Un
gran proyecto y un buen candidato pueden no percibirse así y, en comunicación
política, ya se sabe, que la percepción del votante es la única realidad
existente, y todo lo demás es humo.
He aquí, a continuación, un decálogo de cuestiones sobre
este asunto, para la reflexión del lector interesado.
Una.- ¿Cómo encajarán las mujeres del partido, de
nuevo, que un hombre vuelva a dirigir el partido, y no se opte por una
candidata?
Dos.- ¿Por qué no apostar, de una vez por todas, por
una mujer para romper con el predominio masculino de candidatos en la región y
en las provincias?
Tres.- ¿Dos meses o tres después, siguen tan
equilibradas las dos formas de entender el Partido, como equilibradas
estuvieron en las primarias?
Cuatro.- ¿El militante considera que los procesos
electorales contarán con una absoluta neutralidad por parte de las
actuales ejecutivas?
Cinco.- ¿Qué es exigible por parte de los militantes
en las actuales circunstancias políticas de Castilla-La Mancha a los
candidatos/as?
Seis.- ¿Será suficiente el curriculum de los
candidatos/as, o se les debe exigir, además, una vasta experiencia?
Siete.- ¿Conocemos si tienen compromisos los
candidatos/as que pudiesen condicionar sus decisiones?
Ocho.- ¿El candidato/a ha demostrado, en anteriores
puestos de responsabilidad, que sabe afrontar problemas graves de buenas
maneras y los resuelve?
Nueve.- ¿Tiene el candidato/a un discurso fluido y
coherente capaz de arrastrar a masas y que llega a la gente con facilidad?
Diez.- El líder que necesita hoy el socialismo en
toda Castilla-La Mancha y sus provincias, ¿debe tener dotes como líder, pero
ser modesto/a o humilde, de nuestros días, y alejado del perfil de gran
personaje? O por el contrario, ¿se necesita un líder tradicional?
A nadie se le escapa que es muy difícil que se den en
alguien todas las cualidades expuestas, pero tampoco se nos debe escapar que
este partido necesita tener al frente a alguien que no se limite a arengar
(aunque sepa apasionar hasta el forofismo),
sino a alguien capacitado/a para
aplicar lo decidido como modelo de partido en el 39 Congreso del PSOE y, a la
vez, esté comprometido e ilusionado en la lucha por un futuro mejor y
capaz de impulsarnos en la salida de la injusticia generada en estas tierras
por la desigualdad.
Solo cabe esperar que a los votantes del PSOE se les
ofrezcan, “unos” o “unas” líderes que les escuchen y que se comprometan a
respetar los programas electorales. De ahí que sea importante saber si son de
ese tipo de políticos los candidatos/a que concurrirán en los próximos meses,
porque son de ese tipo de políticos de los que necesita y pide la
militancia, harta de acabar eligiendo lo menos malo.
Veremos cuál es el desenlace de la película. Se aceptan
sugerencias, porque continuar con perfiles como los actuales, supondría
haber hecho un viaje en el 39 Congreso para el que no hacían falta tantas
alforjas.