Después de tanto boato alrededor del debate sobre el estado
de la nación, hoy el PP se ha despachado admitiendo tan solo cuatro
propuestas de resolución, de las noventa que le han formulado el resto de
partidos políticos. Tres las ha presentado de CIU y una es de UPN, siendo lo
más llamativo que de las formuladas desde posiciones de izquierda, no se han
dignado a admitir ninguna.
Además de mentir en el debate, para finalizarlo se
muestran soberbios. Para el PP parece que la política significa
confrontación, y eso explica que siempre actúen tratando de eliminar de
raíz al contrario cada vez que abra la boca. Han sido casi quince horas de
debate en el Pleno del Congreso, para acabar con el resultado de mientras yo
mande aquí se hace lo que yo diga. La interpretación del significado de
la “mayoría absoluta” para el PP, se antoja nefasto para mejorar la
convivencia, y actuando así, el partido del gobierno da muestras del nivel
de su talante democrático.
Se quejan a veces, de que la oposición no le formula
propuestas, lo cierto es que hacerlo es una pérdida de tiempo, porque si
las propuestas no son de sus filas, no merecen ser tenidas en consideración.
Todo esto podría hasta verse como normal, si en la calle no se notará que este
país cada vez necesita más del dialogo, sobre todo porque nos encaminamos a
una situación donde para que exista un gobierno capaz de gobernar, habrá que
recurrir a los pactos, y a eso solo se llega a través del dialogo. Al ver a
nuestro gobierno actuar de esa manera, recuerdo la máxima de Rousseau de que el
hombre es bueno por naturaleza y luego es pervertido por la sociedad. Debe ser
que Rajoy es bueno, y lo están haciendo malo los partidos de la oposición.
Creo que esta teoría es errónea, y que cualquier hombre
tiene las mismas oportunidades de buscar el bien, que el mal, con independencia
de la sociedad en la que se encuentre. Solo depende de nosotros hacia donde
decidamos inclinar la balanza. Si depende esa decisión de nuestra educación y
del nivel de cultura, este gobierno nos hace pensar que la estupidez con la
que está actuando, tiene que deberse necesariamente a que gobernar
conlleva enfermar de soberbia y arrogancia.
Se mire como se quiera, la intolerancia y casi odio que
mostrado por Rajoy en su réplica a Sanchez y Garzón, en la que pareció
convertirse en el brazo ejecutor de la ira de Dios contra los rojos de la
izquierda, recuerda a épocas de la Santa Inquisición, la organización
que actuando en nombre de Dios, y convencida de actuar en nombre del
bien, recurría sin reparos al usos propios de la barbarie. No parece
viendo a Rajoy irritado, que el paso de los siglos haya vuelto a la forma de
expresar el poder más civilizada que entonces.
Mi amigo y profesor de Economía para postgrados de la
Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), y asesor de varios organismos de la
ONU, Ladislau Dowbor, escribía recientemente en un artículo que “El
mal no está en las personas, sino en los sistemas de organización social que lo
convierten en odio colectivo y organizan su expresión en nombre de la justicia,
Dios, Patria, o la pureza racial”. Eso parece que le está ocurriendo
a este partido que nos gobierna, ensimismado en los alrededores de su ombligo.
Todo lleva a concluir, que para el PP la forma de
entender la democracia, es que la autoridad debe ejercerse pensando en el
sector más afín a sus teorías, y no en la totalidad del pueblo,
olvidándose que democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo. Las
dictaduras se definen siempre como sistemas perfectos.
Lo único que reconforta, una vez finalizado el debate
y sus derivados, es pensar que esa mayoría absoluta, que es ejercida como si
de una dictadura se tratase, tiene los días contados.