Cada
vez encuentro más acertada y aplicable a nuestro medio rural, la frase de Benedetti “Cuando teníamos todas las respuestas, nos
cambiaron las preguntas”.
Sucede más en la casa del pobre, porque si no tenemos problemas, nos los buscan. Las campañas electorales son una
especie de “feria” donde TODOS
LOS PARTIDOS, montan su “tómbola” del siglo XIX. Apoyamos con nuestro voto a un partido, que dice tener un modelo de país con el que nos identificamos. Luego incumplen sus compromisos, llega el descredito de la política, y todos los
partidos son vistos,
como parte del problema y no como solución. En este país, no tenemos un proyecto político que responda a las necesidades del
país, ni hay modelo de país hacia el que caminar. Nuestra meta es el resultado de un corta-pega.
Sumemos a eso que tanto las instituciones, las
leyes
y las estructuras desarrolladas con la democracia, por ser fruto de “transición”, no de ruptura con
la dictadura, conservan muchos
genes
del franquismo, y no han evolucionado al ritmo exigido por los nuevos problemas sociales.
Lógico
que la ciudadanía reclame una profunda transformación de ellas. Por el temor del poder a perder sus privilegios, no hay cambios profundos, y vivimos una situación política, económica y
social, que exige urgentemente una transformación y una adecuación del Estado a
esas demandas de hoy, muy diferentes a
las de ayer. Instituciones y
partidos, han caído en el desinterés, olvidando que estar en el servicio público requiere compromiso político, y han
sido incapaces de
evolucionar al ritmo que la sociedad necesita. El
resultado: se ha deteriorado gravemente el sistema democrático.
Carecer de iniciativa, con una inercia suicida, nos sitúa en un camino sin retorno, porque no se puede hacer política para los
ciudadanos, desde instituciones y partidos, donde priman los conflictos de intereses y el
clientelismo. Es imprescindible revisar todo a fondo, y definir que país
queremos, y no sólo definir
el marco estatal, también los ámbitos regional y local. Urgente que los partidos democráticos elaboren
su planteamiento ante
todas y cada una de las cuestiones que el devenir fugaz de los acontecimientos
les exige. No pueden dudar sobre cual es el lugar que corresponde a cada pieza
del nuevo puzle. Urgente definir lo que ese partido
entiende por “desarrollo sostenible”; como va a garantizar la transparencia en
esas políticas; que proyectos consideran que concilian, y cuales no, lo económico,
social y ambiental sobre el territorio;
como van a exigir su cumplimiento tanto a las iniciativas empresariales,
comunitarias o de individuos. En
resumen, qué entienden indispensable para apoyarlos.
Ya llegan todos tarde, para evitar la polémica
existente sobre la iniciativa de instalación de una macro granja porcina en la
provincia. Compatibilizar esta actividad con preservar la
biodiversidad y los ecosistemas, evitar su degradación, incluir un análisis específico de los impactos que puedan derivar, consumo de
recursos (difícil o lentamente renovables), generación de residuos y emisiones,
etc. no deberían ser principios puestos en cuestión. El pilar ambiental es imprescindible para
que lo social y lo económico resulten estables y asumibles por los ciudadanos. Exigir el cumplimiento estricto de las normativas y
legislación de referencia por parte de las administraciones, no es cuestionable. La duda de que se pueda
actuar en función de que exista mayor o menor presión social, a favor o en
contra, sirve solo para crear alarma social. El Estado de Derecho, debería ser garantía, para
que si se vulneran derechos, por la vía judicial se restituyan. Pero el descrédito de la política por el clientelismo
existente en muchos
partidos y cargos, está detrás de esas dudas.
Leer los múltiples
comentarios hechos sobre
este asunto, hace concluir, que estamos ante un autentico manantial de
mentiras y falacias. Unos pretenden dañar al
que consideran su rival; otros buscan obtener un respaldo público que no
conseguirían sin la falsedad. Puede que no exista intención de dañar, pero tampoco les preocupa herir, si así logran su objetivo. También entremezcladas, opiniones
de quienes lícitamente expresan una visión del asunto, más o menos
justificada, aunque no siempre razonada o documentada. Son mayoritarias las opiniones sin un razonamiento, con
argumentos viciados de origen, o que
son falsos.
Afirmaciones para todos los gustos. Desde considerar cierto o falso algo en función
de quien lo afirma o niega, sin valorar
que se apoya en argumentos fácilmente desmontables; no dar las razones por la que se asume
la validez o falsedad de una afirmación, ni plantearse probar lo que se dice; otros politizan el asunto, manipulan
mostrando como lógico, decidir entre dos opciones (o a favor o en contra) como
si estas fuesen las únicas; hay quien,
falazmente, hace de lo anecdótico la norma general; quienes presentan
que será una situación negativa indiscutible, sin presentar prueba alguna de
ese vinculo causa-efecto, olvidando todos los
factores; y también están los “fans” de su ídolo, cuya
opinión les resulta incuestionable, aunque nadie
posea la verdad absoluta. A modo de resumen, tenemos estas posturas: “si porque si”, “no porque no”, “no porque lo digo
yo”, “no porque lo dice fulanito”, y no falta en
estos casos, el “nos van a envenenar” y el “nos
vamos a tener que ir del pueblo”, etc.
Triste y falaz.
Nada de esto estaría ocurriendo si todas las formaciones
políticas tuviesen una postura definida para este tipo de proyectos. Revisando
hemeroteca vemos que Ciudadanos nunca se ha visto teniendo que decidir; U.
Podemos actúa diferente según donde se produzca la iniciativa, yendo
del “no a la instalación” al “Si, pero con garantías”; el PSOE cambia según
en que CA, y en este caso de Albacete, va desde
“No, porque contamina” (aunque no han recibido ni estudiado el proyecto); “Si
porque creará empleo”, sin documentarlo en cuanto, de que calidad es ese empleo,
dejando en segundo plano el riesgo ambiental;
quien actúa con la prudencia aconsejable, y opta por el “Será
si o no, según el tipo de instalación y las medidas de protección que
incorpore”. Las primeras posturas son jaleadas por partidarios y
criticadas por sus detractores, y la tercera no considerada prudente, sino
ambigua, atacada por todos.
Sin duda merece
un apartado exclusivo el PP. La hemeroteca
muestra un paseo en la montaña rusa de sus opiniones, que van desde lugares
donde no solo lo defienden, sino que alaban la iniciativa, e incluso son
promotores sus militantes; ayuntamientos
gobernados por el PP, que aún siendo afectados, callan y otorgan; y también
tenemos municipios en los que, ya sean gobierno u
oposición, los populares se arrogan militar en el ecologismo radical, son más
ecologistas que Rodríguez de la Fuente, auténticos
talibanes de lo verde, no son ya seguidores del señor de los “hilillos” ni de su
primo experto en cambio climático. Su actitud
irresponsable y visceral, fomenta un alarmismo
innecesario o propicia un ambiente de enfrentamiento social entre partidarios y
detractores que no parece importarles y es frecuente
encontrar en sus militantes, a gente indocumentada, transformada de la noche a
la mañana en Master en ingeniería pecuaria, titulación que
al parecer no es difícil de obtener sin necesidad de examen , para los miembros
de esta formación.
Es un ecologismo
repentino, difícilmente creíble, que despide un olor rancio a cinismo de alta
graduación, con gotas de electoralismo. Ver a estos
luchadores contra el efecto invernadero producido por
las granjas pecuarias, y disfrazados de verdes de toda la vida, no se
lo cree en su pueblo nadie que les conozca. Son las
mismas personas que callan o defienden a ultranza los trasvases de agua al
Levante, los que se declaran partidarios
del fracking en Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel, o que califican
como buena iniciativa que va a crear empleo, la instalación del ATC en Villar de
Cañas. Hay una lista interminable de problemas ambientales en los que les
hemos visto posicionados a favor de esquilmar los recursos naturales, nunca junto a
los ciudadanos que ahora dicen defender de los cerdos.
Antes
de sufrir los escalofríos de la ‘fiebre anti granja porcina”, o lanzarse en pro
de las granjas por el empleo, con la excusa de proteger su querido medio
rural (del que solo se acuerdan cuando interesa a sus fines), deberían
documentarse. Otro gallo nos cantaría a los
pueblos, sin tanto integrista del “o blanco o negro”. Mejor
harían usando el tiempo en aprender, que hoy no es
necesario inventar nada, sino saber copiar bien. Sugiero como ejemplo, ver que
se hace en zonas como Los Monegros, donde la cría de cerdos representa el 50%
de la renta agraria, o en países
de nuestro entorno donde a este problema, hace años que se le dio solución. Es
cierto que hay localidades donde estas instalaciones suponen un atentado ambiental
y contra sus vecinos. Pero parece más
lógico exigir de la Junta una
reglamentación, que establezca un
periodo transitorio de adecuación obligatoria de explotaciones antiguas,
hoy molestas, y en algún caso nocivas por sus vertidos. Oponerse porque esas
funcionan mal, es absurdo. Exijan que de no adecuarse, se desmantelen.
Centrarnos solo en como actúa un partido u otro en estos
casos, sería un error. Se trata de mirar hacia delante, de exigir a todos
los partidos que se dejen de dar bandazos, y definan su postura respecto a estas instalaciones en toda
España. No pueden seguir actuando, según el sol que más
calienta en cada localidad, y mucho menos en el país primer productor mundial de jamón.
No todos los defensores del “No” son vegetarianos, algunos ni
siquiera en cuaresma, sino más bien de chuleta, forro asado, oreja, y como no,
de chorizos. Es temerario e irresponsable que un cargo publico
se declare a favor o en contrario de estas instalaciones sin un informe técnico
que le permita pronunciarse con argumentos reales. Lo contrario, es más
propio de la visceralidad, de indocumentados
técnicos, a los que no les preocupa la protección ambiental, termino
del que muchos desconocen su significado, porque para
ellos prima el rédito electoral que puedan obtener por posicionarse a
favor o en contra.
Cualquier
explotación pecuaria, está obligada a cumplir las exigencias técnicas de
distancia, desodorización y buen trato animal, que una sociedad civilizada
tiene derecho a exigir. Pero dicho esto,
me pregunto, si quienes aquí son exigentes y
beligerantes, lo serían si la inversión la hicieran ellos, un familiar, o una empresa local. El problema
sería el mismo, pero el rival sería un vecino, y les aseguro
que no lo harían, que la mayoría se callarían. En los pueblos,
todos conocemos la existencia de instalaciones
antiguas, hoy molestas por la proximidad, y no por ello ilegales; vemos de
ganados que ensucian calles y aceras. Sirven para
comentario de bar, donde afirmamos que molestan, y para callar en publico porque
el dueño es un conocido. Virtud y defecto del medio rural: todos nos conocemos.
Este asunto es ya un rio revuelto, propicio para
pescadores hábiles. Pero sobre todo es consecuencia de la irresponsabilidad
de todos los partidos, que según su interés electoral, así se han
posicionado, y no les importa apoyar lo uno, y lo contrario. Estar a
favor o en contra, sin disponer de todos los elementos que permitan formar una
opinión documentada, es impropio de responsables
de gestionar una administración. La iniciativa
empresarial, debe cumplir todos los requisitos exigibles, si no
los cumple debe ser rechazada, pero si
cumple con toda la normativa exigible, con la
ley en la mano, una administración no
podrá denegarle el correspondiente permiso.
Si no creemos que esto es siempre así, denunciemos a
los responsables. Si no lo hacemos, digamos
alto y claro, que somos anti sistemas, que no nos fiamos de la cualificación de
los técnicos de la Administración, que nosotros si sabemos y ellos no. Es propio de
hipócritas, exigir inversiones e iniciativas empresariales para el medio rural,
y cuando esos proyectos reúnen las condiciones legales, oponernos a ellas porque electoralmente nos convenga. Y mucho peor,
cuando pensamos que el hecho de que se realice la inversión o no, no depende de
la evaluación técnica de las bondades o defectos del proyecto, sino de si el
alcalde o diputado de turno tiene línea directa con quien debe decidirlas, o
quien se opone es una mosca cojonera que molesta más o menos. La ley
está para cumplirse siempre y no solo debe exigirse su aplicación
con el independentismo, sino siempre.
Reclamo es derecho de opinión y expresión, porque todos y
todas somos libres de opinar y manifestarnos, pero con argumentos contrastados.
Pienso que el medio rural gana mucho más exigiendo el
estricto cumplimiento de las normas y reglamentos, y reservarse levantar la voz cuando la ley no se
cumpla. El medio rural no solo necesita que se
hagan leyes para favorecerlo, necesita sobre todo que se dejen de hacer
políticas que van en su contra. Y sí, el
mundo rural debe ser exigente para su conservación y en la creación de empleo
que lo mantenga vivo, por eso me resulta curioso que ni a
los del sí, ni a los del no, les he oído exigir que esta instalación lleve
simultáneamente inversiones complementarias, de transformación de la materia
prima, para que el valor añadido que eso lleva apareado se quede en Castilla La
Mancha, y no se vaya siempre a la región de origen de esos inversores. Me ha parecido rara, claro que igual el raro
soy yo.
Para desgracia de los ciudadanos rurales, los
partidos se oponen a todo lo que sus adversarios proponen, y así nos va. Se han obviado aplicar economías de
escala y economía circular, y carecen de métodos de planificación
para un desarrollo eficiente en las Zonas Desfavorecidas.
Las redes, se han convertido en
instrumentos que algunos utilizan para construir sus mentiras y llamarlas “postverdad”.
Por eso es urgente que los partidos políticos de nuestra provincia dejen muy
claro, no solo su postura respecto a las macro granjas, que
también, sino dejar claro, por escrito y sin letra pequeña, que
medio rural quieren para esta provincia. Si alguna vez lo
hacen de verdad, no solo pronunciando bonitos discursos para el aplauso
fácil del auditorio, dejarían de hacerle el juego a quienes, en casos
como este, defienden intereses particulares, aunque disfrazados de defensores
del interés general. Esa defensa corresponde a las administraciones y no pueden
hacer dejación, y que tengan que hacerlo los ciudadanos.
Si no lo hacen, los
vecinos de los pueblos tienen derecho a preguntarse ¿en manos de quien estamos?.
Hay un noventa por ciento de pueblos en nuestra provincia que
se convierten en “pueblos fantasma” a partir de las tres de
la tarde. Sus necesidades son tan variadas, como variados son los comentarios
generados en sobre la macro granja. A
quienes opinan de lo que debe hacerse o no en el medio rural, sin vivir o
trabajar en él, les resultará muy ilustrativa sobre hacia donde caminan muchos
pueblos, la canción de Serrat “Mi pueblo blanco”. Igual se lo pensaban antes de hablar por
hablar.