viernes, 31 de enero de 2020

EL CORONAVIRUS DE CHINA

Cada vez es más común en nuestra sociedad, la difusión de noticias falsas, de verdaderos bulos y de titulares sensacionalistas. Evitar la desinformación y el alarmismo corresponde fundamentalmente a la administración pública, a la sociedad científica y al periodismo veraz. Da miedo contemplar cómo la desinformación se propaga cada vez con más rapidez.
Y mucho más en el siglo del imperio de las redes sociales, donde las llamadas “fake news” son lo habitual. Las noticias falsas siempre ocultan un objetivo, lo que hace imprescindible acudir a fuentes solventes para recabar información sobre cualquier asunto. Quienes difunden esas falsedades son conscientes de que no todo el mundo tiene acceso a una información contrastada.
Asistimos a la Alerta Sanitaria Mundial decretada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante el coronavirus aparecido en China. Parece aun mayor, (al menos para la comunidad médica) el peligro que representa para un sistema de salud, un ciudadano desinformado por la difusión de bulos interesados, que frecuentemente buscan provocar el miedo, la desconfianza y la xenofobia (en este caso contra la población china) en nuestro país y en otros.
Bien haríamos en recordar que, hace unos diez años, asistimos a un precedente similar: una mutación del virus de la gripe H1N1, denominado 'gripe A'. Muchos recordaremos la preocupación que provocó entre la comunidad médica, ante la información de un disparatado poder de contagio y mortalidad.
Por eso, merece la pena realizar una serie de puntualizaciones por parte de quienes trabajamos en el sector sanitario, buscando dimensionar el problema en su justa medida, con independencia de si la información recibida del país donde se ha iniciado el problema, está sesgada o no es exacta ni completa.

La peor crisis que podemos sufrir no es la presencia de un caso en nuestro país, que pronto aparecerá, sino a una demanda de asistencia sanitaria injustificada, que sature nuestros centros asistenciales, por los temores infundados que provoque el desconocimiento de lo que significa una Alerta sanitaria mundial, que desde la OMS se declara para todo el planeta, sabedora la OMS de que no todos los países tienen un sistema sanitario capacitado para hacer frente, no solo a este, sino a otros muchos problemas de salud.
Vayamos con la cronología de los hechos para saber de que estamos hablando. El ultimo día de diciembre de 2019, la Comisión Municipal de Salud y Sanidad de la ciudad china de Wuhan, informó de 27 casos de neumonía de causa desconocida, cuya sintomatología se había iniciado el 8 de diciembre. Se cerró el mercado el 1 de enero de este año, lugar presunto origen del problema. Una semana después, se identifica el virus causante, perteneciente a la familia de los coronavirus. El 12 de enero, las autoridades chinas comparten la secuencia genética del virus. El 23 de enero, esas mismas autoridades del país asiático confirman la transmisión entre humanos. El Comité de Emergencia de la OMS se reunió por primera vez el 22 de enero, y ayer, 30 de enero la OMS declaró la Alerta Sanitaria Mundial.
Como periodo de incubación deben barajarse los 14 días en base al conocimiento actual sobre los coronavirus. La transmisión es fundamentalmente por las gotitas de Flügge que expulsamos al respirar. Preocupa la infección por provocar un cuadro de neumonía con fiebre, tos, falta de aliento, dolor corporal, garganta irritada, vómito, diarrea e incluso la muerte. Todos los ingredientes necesarios para que en nuestra sociedad occidental acomodada, se disparen todas las alarmas.
El personal sanitario debemos investigar si se cumplen unos criterios epidemiológicos (viaje a China 14 días antes de los síntomas; contacto con enfermo confirmado o portador); unos criterios clínicos (clínica de infección respiratoria grave, radiología de neumonía, disnea, tos o dolor de garganta); y que la sospecha sea confirmada con criterios de laboratorio. Los centros hospitalarios y de Atención Primaria, están alertados y se dispone de un protocolo de actuación. Pero el paciente ha de cumplir al menos un criterio epidemiológico y uno clínico, para hacer la confirmación de laboratorio. No puede alarmarse a la población haciéndoles pensar, que esta sintomatología tan común en épocas invernales, es ya un motivo de alerta para acudir al medico, si antes no se ha viajado a China o se ha estado en contacto con un enfermo.
Nuestro Sistema Sanitario está suficientemente dotado y formado, para poder hacer frente a un proceso de este tipo. Toda la información que pueda recabarse en las diferentes CCAA, que pudiera hacer sospechar la existencia de un caso de la enfermedad, se remitirá al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad y al Centro Nacional de Epidemiologia.
El personal sanitario, ante una Infección Respiratoria Aguda, debe comprobar si cumple los criterios expuestos anteriormente. Si es así adoptará medidas de protección para el caso sospechoso y todos los contactos, reduciendo al mínimo el numero de personas que puedan tener contacto con el caso sospechoso identificándolo y valorando individualmente el potencial riesgo.
En Castilla-La Mancha, los centros sanitarios que identifiquen un caso en investigación lo comunicarán de forma urgente a la Sección de Epidemiología correspondiente. Estas Secciones de Epidemiología que reciban la notificación de un caso en investigación lo comunicarán de forma urgente al Servicio de Epidemiología que lo notificará con la máxima urgencia al Director General de Salud Pública. Los casos en investigación y los casos confirmados se notificarán, de forma urgente desde el Servicio de Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública de Castilla-La Mancha al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad y al Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del ISCIII.
Los medios de comunicación no pueden desinformar creando un alarmismo injustificado, que puede colapsar las puertas de entrada del Sistema sanitario. Deben actuar con absoluta responsabilidad, y la mejor manera de hacerlo es informando de las medidas de prevención y de control de la infección. Como ante cualquier otro problema de salud, debemos estar atentos, adoptar las medidas de prevención y estar ojo avizor a los síntomas. De ahí, a acudir en masa a los hospitales por un catarro banal, hay un abismo.

jueves, 30 de enero de 2020

MEDICO RURAL

Todo cambia con el transcurso de los años. A esa evolución no ha sido ajena la percepción por los ciudadanos y ciudadanas de la figura del médico. Hemos pasado de ser los hechiceros de la tribu o una de las fuerzas vivas de las sociedades (especialmente en las rurales) a convertirnos en unos trabajadores más de las diferentes áreas de atención a los ciudadanos. Un cambio que pienso que ha sido para mejor.
Esa evolución también se ha producido en nuestro trabajo. Hemos pasado de ejercer una medicina que describía y contemplaba lo que presentaba el paciente, a realizar una medicina moderna, mucho más activa e intervencionista, y en la que incluso se nos exige anticiparnos a la aparición de los síntomas.
Y a esos cambios no ha sido ajena la medicina rural. Lo que nos obliga a los médicos rurales, a estar al día de los últimos avances científicos, lo que hace imprescindible el trabajo en equipo: colaborar con otros médicos, de nuestro centro de salud, o compañeros de los hospitales. Esa colaboración resulta fundamental, para llegar a un diagnostico acertado, para agilizar la asistencia cuando esta no pueda demorarse, o para poder dar una respuesta adecuada desde el propio consultorio de atención primaria.
Te conviertes en un multi oficios de la salud: eres pediatra, neumólogo, endocrino, psicólogo, geriatra, etc. A veces trabajador social y hasta confesor. Todo se resume, en que te conviertes en alguien a quien mucha gente le confía sus problemas. Como otros muchos médicos rurales españoles, que trabajamos en municipios pequeños, después de tantos años, acabamos formando parte de todas y cada una de las familias de ese pueblo, al igual que todos sus vecinos acaban formando parte de las nuestras.
Las dos palabras clave que definen lo relación médico paciente son CERCANÍA y CONFIANZA. La confianza en otra persona, significa “esperar de ella, que actúe como tú deseas y estar seguro que así lo hará”. Pacientes y sanitarios confiamos algo nuestro al otro, y esa confianza mutua es imprescindible para que, esa relación directa y tan íntima, funcione, y te sirve para seguir aprendiendo. La cercanía al paciente, hace muy atractivo nuestro trabajo. Al menos para mí.
Esa implicación personal en la asistencia sanitaria, hace que llegue un momento en el que te resulta tan importante atender un infarto, como escuchar a alguien cuya "enfermedad" se llama soledad, esa epidemia que sufren muchos de quienes viven en nuestros pueblos.
Nacemos y morimos por ley natural. Pero eso lo saben los mayores, los jóvenes tardan tiempo en darse cuenta. Recuerdo a una abuela de casi noventa años, a la que hice unos análisis y volvió a recoger los resultados. Le dije que tenía todo bien, “no tienes ni azúcar, ni colesterol, ni anemia, ni nada, todo lo tienes bien, ni un asterisco en los análisis”. Ella sonrió y me contesto “¡Ea! doctor, que me voy a morir completamente sana”.
Vemos pasar nuestra vida, reflejada en el paso de la de nuestros pacientes. Nuestro sufrimiento no es diferente a su sufrimiento, ni nuestra alegría distinta a la suya. En la consulta se mezclan la alegría de una prueba diagnóstica que descarta una enfermedad grave; con la tristeza de una muerte repentina, o de un proceso crónico que se lleva a personas que apreciabas y te apreciaban. Nunca es fácil mantenerse impermeable a esas situaciones.
Cada mañana, cuando comienzas la consulta, sabes que alguien va a depositar en tus manos sus miedos, sus dudas, su dolor o su alegría. Cada mañana es una oportunidad para ejercer el humanismo.

CAMBIO DE FASE

Se acabo la fase uno con Feijoo. Entramos en la siguiente fase, esperemos que, con Sánchez, porque el monarca es competente para darnos sorp...