lunes, 27 de junio de 2016

Veinticuatro horas después.del 26 J

Dos meses en silencio sin realizar ninguna entrada en el blog, ni publicar ningún post ni artículos. Aunque con los resultados de ayer aún calientes,  sabiendo que no es recomendable hacerlo, voy a hacer algún comentario porque no puedo abstraerme a la realidad que personalmente menos deseaba, la nueva victoria del PP.
 
Lo primero evidente es que con los resultados de ayer, la esperanza de un cambio progresista se esfuma. Desde un PSOE que pierde ciento diez mil votos, a un Podemos, que no solo no suma los votos de IU, sino que ha perdido millón y medio millones de votos que se dice pronto, y eso tras afirmar que pisaba los talones al PP y tenía consolidado su sorpasso al PSOE.

Es el conjunto de la izquierda quien ha perdido, y aunque no nos guste a muchos, así son las cosas. Lo primero es aceptar esa realidad, lo que no requiere necesariamente de ofender a quienes han votado PP, y si requiere analizar que se ha hecho mal desde la izquierda. Porque se hagan las cuentas como se desee, no hay mayoría posible de izquierdas, y creo que una gran mayoría de sus votantes piensan hoy que en unas terceras elecciones solo servirían para que el PP se coma completo a Ciudadanos y se acerque más a la mayoría absoluta.

Por eso me llama mucho la atención, comprobar hoy en las redes dos cosas: como muchos votantes de Podemos siguen culpando al PSOE de que la victoria haya correspondido al PP (curiosamente los mismos que creían que el sorpasso era posible); y que también muchos votantes socialistas culpan a Iglesias de la victoria de Rajoy por no apoyar un gobierno socialista hace unos meses. Unos y otros parecen olvidarse, que si el partido de la corrupción tiene hoy catorce escaños más es gracias a quienes legítimamente  les han votado. No es culpa ni del PSOE, ni de Podemos, ni de Ciudadanos, sino exclusivamente de todos y cada uno de los españoles que les han votado de nuevo, a pesar de la corrupción, y de la desigualdad e injusticia social que han generado sus políticas.

Como a lo largo de la historia, la izquierda parece empeñada en no aprender, y volvemos a reproducir la misma discusión que hace unos meses: los votantes socialistas culpando a Unidos Podemos y los votantes de este partido culpando al PSOE. Me cuesta ser objetivo, pero respeto todas las valoraciones, desde quienes consideran que el líder de Podemos es el único culpable y que el líder del PSOE hizo todo lo posible, a las de quienes piensan que haber mantenido sólo dos reuniones entre los dos partidos que se necesitaban para alcanzar la investidura, es tener poca voluntad de llegar a un acuerdo.

Pero si se quiere ser objetivo hay que asumir, que si vamos a tener un nuevo gobierno del PP, es como resultado de que en el PSOE no se ha tratado a Podemos de igual a igual, y  de que Podemos ni ha tenido la paciencia que requiere un aspirante a gobernar y no ha sabido guardar las formar a la hora de como plantear esa negociación. Pero desde luego, lo que no se debe ignorar, es la responsabilidad que en ello tiene una ciudadanía que no ha acudido a votar, si quería un cambio.

Repito que es pronto para un sesudo análisis de cómo hemos llegado hasta aquí, pero habría que valorar si el anuncio de sorpasso de Podemos, repetidamente anunciado por los medios de comunicación y sus dirigentes, no ha sido la causante de que la estrategia prioritaria para el PSOE haya sido evitarlo atacando a Podemos dejando en un segundo plano el ataque al PP su rival tradicional. En segundo lugar, el reiterado mensaje de Podemos de que estaba pisando los talones al PP solo ha servido para que la derecha haya optado por el voto útil al PP, quitándoselo a Ciudadanos.

Y aunque a quienes nos definimos de izquierda nos duela, no podemos negar,  que todavía está por escucharse un discurso desde la izquierda que sirva para acabar con el miedo de la clase media, y a la vez desmonte las mentiras y la demagogia de un PP, que

se autodefine como el salvador del país, cuando solo lo es de las clases pudientes. La virtud del PP ha sido saber jugar con el "antagonismo ridículo" entre el PSOE y Podemos" para ellos sacar tajada. En resumen, hemos asistido a un capítulo más de la historia interminable de la izquierda española.
Pensar lo aquí expresado, pare propio de bichos raros. Sin ir más lejos, hoy, tras la Ejecutiva Federal, el portavoz del PSOE aseguraba que el PSOE no se plantea apoyar ni abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, y sin embargo las redes esta tarde están repletas de fobias y soflamas anti socialistas de quienes se atribuyen la pureza izquierdosa y el apoyo del PSOE al PP. Para hacérnoslo mirar.

Por mucho que algunos se empeñen, con el resultado de ayer, hoy ya  no vale volver al mantra de la gran coalición, que ya solo sirve para recordar a los socialistas existió la

posibilidad de un gobierno progresista. Lo cierto es que uno de los dos perdedores, PSOE y Podemos, o los dos, tiene que abstenerse, porque esta batalla se ha perdido y nos toca gobierno del PP en minoría. Si hace unos meses fue imposible, hoy no hay posibilidad de formar un gobierno de izquierdas, y proponer de nuevo la investidura con PSOE+Podemos+Cs, resulta ahora mucho menos justificable.
La sensación es que, ni con palos como el de ayer, en la izquierda de este país aprendemos, pero la alternativa no puede ser otros seis meses sin gobierno para volver a votar otra vez. Hoy he escuchado a un dirigente de Podemos afirmar que "es el momento de ser humildes". A buenas horas mangas verdes, porque esa reflexión hace tres meses, hubiese sido la oportuna para el conjunto de la izquierda, pero  hoy es solo para consumo interno.

Eso sí, que nadie confunda lo antes expuesto como una sensación de renuncia a la lucha por la izquierda, porque  no lo es. Lo comentado, no me evita sentir vergüenza como ciudadano de un país en el que se sigue votando a políticos corruptos que han engañado y robado, y en el que por falta de valentía y con exceso de conformismo ciudadano con lo que tenemos sabiéndolo que es manifiestamente mejorable. Pero lo peor del resultado de ayer es que muchos corruptos pueden tener la sensación de que pueden seguir robando sin problemas. Penoso.


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