sábado, 21 de septiembre de 2013

Un gobierno miserable


Desde primeros de octubre los enfermos de cáncer y de otras patologías graves pagarán el 10% del precio de los medicamentos. No lo han anunciado en plan globo sonda como en otras ocasiones, sino directamente en el BOE, eso sí, de tapadillo. Prácticamente todos los sectores relacionados con la salud han rechazado la medida, incluso alguna Comunidad Autónoma del PP.

Posiblemente, de todas las líneas traspasadas por el PP en su afán por cambiar el modelo social de nuestro país, esta es la que demuestra más claramente lo miserables que pueden llegar a ser, estableciendo el copago a los tratamientos que reciben los ciudadanos afectados por estas patologías. Parece poco discutible ya que con la justificación de la crisis se dedican a establecer medidas que solo empeoran las condiciones de vida de quienes menos recursos poseen o de quienes más necesitan el apoyo de lo público para mejorar esas condiciones de vida.

Lo mas extraño es que los afectados nos limitemos a protestar solo en voz baja, y no se vean las calles llenas de gente gritando que hasta aquí hemos llegado, y no pensamos tolerar tamaño atropello. Pero si manifiestas esto, siempre hay quien pone frente a cualquier propuesta de manifestarse en contra del gobierno el mensaje de siempre: es la decisión de un gobierno con mayoría absoluta. Y eso es innegable.

Pero siempre se puede responder que no tiene mayoría absoluta por la política que hace, sino por la que prometió que haría. Y en concreto, la ministra de sanidad encontró uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, gratuito y universal. Hoy ese sistema ha dejado de ser universal, porque son miles de pacientes los excluidos del sistema desde su decreto del 2012, y lo de gratuito también es otro calificativo que ya no puede aplicársele.

Mientras tanto, este mismo gobierno hace unos días, condonaba la deuda que tenían con el Estado, las entidades bancarias rescatadas. Para ellas si dispone el Estado de recursos, para estos enfermos no. Solo podemos pensar que quien nos gobierna no lleva la iniciativa, sino que está decidido a cumplir al pie de la letra las premisas del liberalismo: déficit publico cero, desfiscalización de las rentas del capital, menor gasto público en servicios sociales, privatización de los servicios públicos, deslocalización del capital, y recortes en derechos laborales y sociales.                                   

Como dice el chiste, está claro que en un país donde el mayor banquero se llama “Botín” y la ministra de sanidad “Mato”, las esperanzas de que las cosas se hagan bien son escasas. Nulas. Pero la mayoría absoluta debe darles derecho a todos los abusos a que nos someten.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Contra la corrupción, mas democracia.


Este verano han sido muchas las cortinas de humo utilizadas por el PP para tratar de ocultar la imagen de un partido sumido en la corrupción       (Gurtel o su derivación en el caso Bárcenas). Para eso todo vale, desde  reflotar el problema de Gibraltar, la posible guerra de Siria, o dar por hecho obtener los Juegos Olímpicos. Todo les ha sido útil en ese empeño. Pero fundamentalmente han utilizado el mensaje de fondo más  nocivo para la democracia: la corrupción es generalizada y es equiparable en todos los partidos, y afecta a todos los políticos.

Con esa “táctica ventilador” el PP busca su autoprotección, pero no es menos cierto que desde los demás partidos se le ha facilitado que su mensaje pueda calar en la ciudadanía.  Son hoy tantos los casos individuales y los partidos afectados, que ante los ciudadanos la imagen de la política ha quedado seriamente dañada, y la desconfianza en el funcionamiento de las instituciones es hoy un hecho indiscutible.

Por eso, quienes creemos que la mejor forma de gobierno es la democracia, estamos en la obligación de fortalecer los mecanismos legales para combatir la corrupción política. Y no valen simulacros como los instrumentos de la llamada Ley de Transparencia que ahora a toro pasado pretende imponer el partido popular, sino que urge plantear una serie de medidas que puedan devolver la confianza perdida por los ciudadanos en el sistema.

Esto es exigible a todos los demócratas, pero sobre todo somos los socialistas quienes debemos demostrar que no somos iguales al PP, poniendo sobre la mesa una serie de propuestas capaces de llevar al ciudadano al convencimiento de que realmente estamos no solo contra los casos del PP, sino contra cualquier tipo de corrupción incluidos los ERE andaluces.

Solo lo lograremos si somos capaces de liderar esa lucha, y si el nuevo proyecto socialista va a surgir de la próxima Conferencia Política a celebrar en noviembre, este es un asunto que debe quedar meridianamente claro, para que nuestro posicionamiento se visualice de manera contundente.

Podrían ser muchas las propuestas realizadas desde el socialismo en esta lucha, pero si la corrupción es una transgresión de la conducta que los electores esperan de sus elegidos, o del papel que esperan desempeñen las instituciones públicas, parece obvio que se elabore un código de conducta como primera medida a adoptar.

Debe ser aplicable en todo el territorio del Estado, y a todos los representantes de los ciudadanos, y definir claramente las funciones y competencias de cualquier cargo público para que su ejercicio sea al servicio de la sociedad. Y una vez elaborado ese código de conducta, se necesita una figura encargada de garantizar su cumplimiento, y esa figura debe ser electa por todos los ciudadanos y no depender  su nombramiento del gobierno de turno.

Esto puede complementarse a nivel interno de los partidos regulando  estatutariamente los órganos o figuras encargadas de este menester internamente. En el partido socialista hay una serie de premisas que a nivel interno deberían ser evaluadas para aplicarse: ¿debe dimitir un imputado del cargo que ejerce? ¿Debe cesar en su militancia? ¿Debe facilitarse defensa jurídica la institución o el partido? No es cuestión de expresar uno u otros posicionamientos personales, es la oportunidad de adoptar en la Conferencia Política un posicionamiento como organización, y hacerlo democráticamente.

Lo que parece no discutible, ante la posibilidad de que los corruptos se vayan de rositas si ha transcurrido un tiempo, es la opinión de la gran mayoría de ciudadanos de que es necesario legislar que estos delitos no prescriban en tan corto plazo como lo hacen ahora, y endurecer las penas por delitos de corrupción, tanto para el que instiga a la corrupción como al que se corrompe, y debería reformarse el Código Penal para posibilitarlo.

Las dudas sobre financiación de los partidos, muestran que deben ponerse en marcha nuevos mecanismos para fiscalizar sus cuentas porque el Tribunal de Cuentas se ha mostrado inoperativo para ello. No es solo ineficaz por falta de medios, que también, sino porque en su composición carece de representación ciudadana, y sus miembros están designados por aquellos a los que deben fiscalizar. En esa composición debería primar la independencia, la capacidad, los méritos técnicos y la especialización. Nadie entiende que la sociedad no tenga capacidad de control y mayor participación en un órgano de control.

Continuando con los órganos anticorrupción, parece lógico también aplicar este requisito al Fiscal General del Estado y al Fiscal Anticorrupción, y que a ambos se les eligiera por sufragio universal secreto, libre y directo de la ciudadanía, y no como se hace actualmente. Con ello se respaldaría su representatividad en nombre de los ciudadanos, mientras que la actual designación (sin poner en duda su capacidad y merito profesionales), no deja de ser una fórmula que en si misma les hace cuestionables. 

Y para completar la independencia del sistema, también la figura del Defensor del Pueblo debe ser reforzada en sus competencias y su designación también realizarse mediante sufragio universal, en voto libre y secreto, como los anteriores. Con estas modificaciones se facilitaría que la sociedad pueda, porque debe, saber en todo momento qué hacen o plantean sus representantes, y para ello la transparencia debe ser un principio exigido y practicado por cualquier cargo e institución pública, porque el poder debe ser transparente y compartido, y nunca poder ser utilizado en beneficio personal.

Para los socialistas, la Conferencia Política es una oportunidad para que los socialistas hagamos estas propuestas, y a la vez reivindiquemos la eliminación de aspectos que por los ciudadanos se consideran privilegios ligados al cargo institucional. No es llamarse socialistas, sino vivir como socialistas

Si tanto preocupa a la clase política la llamada desafección de los ciudadanos, parece necesario reafirmar que la política y los políticos solo recuperaran el crédito perdido con hechos y actuaciones. Hoy más que nunca es válido el aforismo de que las palabras se las lleva el viento. Ejemplos de que esta afirmación forma parte de cómo debemos entender el socialismo, hay muchos en nuestra historia como partido, y si alguien los desconoce puede leer a Pablo Iglesias.

lunes, 16 de septiembre de 2013

La Conferencia Politica del PSOE no puede quedar en papel mojado

Salvo que nos obstinemos en permanecer con los ojos cerrado y de espaldas a la sociedad, los socialistas debemos ser conscientes de que nuestro caudal político ha sufrido una erosión peligrosa, que fruto de la desmoralización ha disminuido el número de militantes, y que necesitamos recuperar la credibilidad y la confianza perdidas ante la sociedad. O conseguimos que los ciudadanos nos vean más cercanos porque el partido da un giro hacia la sociedad, o difícilmente recuperaremos esa confianza.
 
Nos encontramos en un tiempo de inflexión que decidirá el futuro social de nuestro país, y con él, el de nuestra organización. La regeneración democrática, la recuperación del debate político, o potenciar la cultura de la participación en las decisiones internas, son propuestas que enriquecerán nuestro acervo socialista.
 
Cada vez es más notorio en las redes sociales, que los ciudadanos entienden los partidos como punto de encuentro para la convivencia democrática, y no solo como maquinarias electorales. Hay que apostar por una democracia de calidad, porque los ciudadanos rechazan más la apariencia de democracia que su falta.
 
A lo largo de nuestra historia hemos combatido: las desigualdades de clase; las desigualdades de género; y la situación que viven nuestros jóvenes hace que ahora nos toque combatir las desigualdades que se producen entre generaciones, y ese es un reto inaplazable con uno de cada dos jóvenes españoles en situación de desempleo. El futuro del socialismo está en la juventud, y eso debe ser una creencia, no una frase bonita.
 
Todos los y las socialistas debemos aportar nuestro impulso a ese cambio necesario, y debemos hacer que todas estas ideas se vean plasmadas en las resoluciones de la Conferencia Política de noviembre. Es el tiempo de las propuestas para mejorar la democracia interna y la participación; es el momento de “repensar” nuestro partido buscando fórmulas que nos conecten con la ciudadanía.
Los debates en la Conferencia no pueden eludir aspectos como intentar aglutinar y liderar a toda la izquierda Ideológica, el impulso de la participación, la demanda de listas abiertas, de limitación de mandatos, de incompatibilidad, de financiación de partidos, la consulta a la militancia, mejorar la transparencia, etc.
 
La Conferencia marca la hora de una profunda renovación. Debemos ser los militantes quienes decidamos el rumbo a adoptar, quienes definamos una nueva organización adaptada a las exigencias del siglo XXI. Nada puede unirnos más, que el deseo de sentirnos socialistas cada día, de trabajar por alcanzar una democracia interna efectiva en la que cada militante con su participación construya los designios de un partido del siglo XXI, y así seguir luchando por el progreso, la igualdad y los derechos de todos los ciudadanos y ciudadanas.
 
A dos meses vista, nadie puede ignorar la importancia de la Conferencia de noviembre, ni siquiera los que tenemos nuestras dudas sobre sus resultados. Si hay algo que todos y todas compartimos es que sus resoluciones no pueden quedar en papel mojado, y el resultado debe ser un PSOE renovado completamente. Si quienes organizan la Conferencia y quienes participen en ella, no son conscientes de eso, que no duden que este partido se renovará a sí mismo, lo quiera o no su dirección.

CAMBIO DE FASE

Se acabo la fase uno con Feijoo. Entramos en la siguiente fase, esperemos que, con Sánchez, porque el monarca es competente para darnos sorp...