miércoles, 25 de noviembre de 2015

VIOLENCIA Y VIOLENCIA DE GÉNERO


Hoy 25 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, calificada por las Naciones Unidas como “una pandemia” que azota a todo el mundo. Partidos de derechas y de izquierdas, hablan en este día de este grave problema en singular. Parecen olvidar que todas las violencias tienen el mismo origen, pero además no parece necesario que se hagan distinciones entre  violencia sexual y violencia física, porque aunque pueden ser diferentes, forman parte de un todo como lo es la violencia injustificable contra la mujer.

Deberíamos darnos cuenta de que esta es solo la punta de un iceberg, constituido por muchas violencias, entre ellas la de género, pero partes de la violencia implícita a nuestro modelo de sociedad, una violencia muda que llegamos a percibir como si de algo normal se tratase. Si se analizan los datos de violencia general, el hombre es mucho más violento y proclive al riesgo que la mujer, en todos los aspectos de la vida. La mujer es víctima, casi siempre indefensa, de esa mayor violencia del hombre en general, pero específicamente de un machismo brutal, precisamente por ser mujer.

La desigualdad de género está presente en todos los ámbitos de esta sociedad, y son incontestables los datos: una de cada tres mujeres en el mundo sufre la violencia, y en Europa (orgullosa de ser cuna de civilizaciones), la mitad de las mujeres sufren abusos. Las políticas puestas en marcha en los diferentes países europeos, y especialmente en España para erradicarla, quizás han conseguido que disminuya la gravedad de la violencia en el conjunto de casos conocidos, pero las estadísticas demuestran que el número de agresiones sigue en aumento. Si de verdad se quiere diseñar una política efectiva para hacer frente a esta lacra, ese dato ha de tenerse en cuenta.

No digo que no resulte necesaria una actuación concreta frente a la violencia sobre la mujer, pero algo no se debe estar haciendo bien, porque con un enfoque solo sobre esa problemática, no estamos consiguiendo los resultados apetecibles. Con la solución carcelaria para el maltratador está claro que no es suficiente, y el asunto no se aborda en la escuela, todo lo contrario, proliferan los colegios separados por sexos. Puede que pensar que solo la mujer es subsidiaria de una violencia singular del hombre, sea un error de diagnóstico, y no asumamos que la violencia ejercida sobre las mujeres sea parte de la que existe en esta sociedad imperfecta que hemos construido entre todos.

La línea de trabajo, a mi entender, debería ser impulsar políticas de igualdad con el objetivo de alcanzar la igualdad de géneros. De alcanzarse, mejorarían las actuales  estadísticas acercándolas a la erradicación de la denominada violencia de género. Pero parece olvidarse que alcanzar una sociedad igualitaria requiere de una estrategia que busque no solo  desterrar la violencia de género, que también, sino rebajar el nivel general de violencia existente en nuestras sociedades. Si hacemos un mal el diagnóstico, acabaremos haciendo un mal tratamiento.

Resulta poco cuestionable, que si se rebajase el umbral de lo que hoy resulta violencia socialmente admisible, y nuestra tolerancia con la violencia fuese cero, no sería necesario disponer de un teléfono de atención a cada tipo de violencia, sino que la propia sociedad en su conjunto haría aflorar todas las violencias con las que convivimos. Esas violencias en nuestros días son muchas: la oculta en el hogar, la existente en las relaciones familiares, la palpable en el sometimiento a la disciplina militar, o la hoy tan sufrida de los fanatismos religiosos, sin olvidar la que existe en la competencia laboral que en épocas de elevado desempleo, también se palpa.

Basar las estrategias solo en impulsar mecanismos compensatorios para uno de los géneros, en lugar de marcarse como objetivo la igualdad de hombres y mujeres, es querer ver solo una parte del problema. Las políticas de solución a una parte de un todo con muchos componentes, pueden convertirse en un boomerang que se lanza y  vuelve en contra de sus impulsores. Las políticas para erradicar la violencia deben  tener carácter transversal desde la infancia y contribuir a rebajar la violencia general. La violencia de género también, pero no solo esa forma de violencia.

En época de elecciones, todos los partidos deberían comprometer en sus programas, medidas igualitarias (que verbalizan pero no acaban de aplicarse por ley), como sería la obligatoriedad de listas electorales cremallera, la  paridad de sexos en instituciones de gobierno, en las direcciones de las grandes empresas, y en todas las instituciones que verbalizan estar comprometidas con la igualdad pero no se lo aplican ellas mismas. Esas medidas de igualdad surtirían resultados a medio y largo plazo, pero más sólidos que los que producen legislaciones adoptadas desde una óptica solo represiva.

Las estadísticas  sobre delincuencia en nuestro país acreditan, que las mujeres son más respetuosas con las leyes que los hombres. Las políticas de igualdad incorporadas a la lucha contra la corrupción política, también harían que las Gurtel, las Punicas, los Palau o los ERES, fuesen menos numerosos, si al frente de las instituciones estuviesen mujeres. Eso sí, sabiendo que las excepciones son necesarias para que exista la regla.


sábado, 21 de noviembre de 2015

ELECTORALISMO Y GUERRA


 Las peticiones francesas de contar con apoyo de los estados de la UE en su pelea contra ISIS, puede encontrar una respuesta condicionada a decisiones puramente electoralistas. En aquellos en que las elecciones estén cerca, como en España, la decisión de prestarle o no ese apoyo con tropas, se dilatará de cualquier manera para no adoptar una postura clara antes de celebrar las elecciones el 20 D. Si las encuestas muestran a los votantes contrarios a ese apoyo, veremos a un gobierno prudente, mientras si son favorables, ese mismo gobierno encontrará de nuevo pruebas de que el EI posee armas de destrucción masiva.

Lo cuenten como lo cuenten, lo ocurrido en Francia no es una guerra sino un acto terrorista, como el que sufrimos en Madrid o en Nueva York o en Londres. ¿Una guerra contra quién? El gobierno francés tiene que transmitir a sus ciudadanos que va a responder al ataque sufrido, pero eso no convierte los atentados en una guerra. Antes de aceptar como justificado un bombardeo indiscriminado, deberíamos saber que en la ciudad de Raqqa no solo hay islamistas fanáticos. También allí mal vive un cuarto de millón de personas que sufren en carne propia el terror de los fanáticos del EI. Bombardear es lo fácil, lo difícil es separar el grano de la paja.

Atacar a una ciudad entera no puede ser justificable, si estamos siendo atacados por fanáticos capaces de inmolarse, que pertenecen a organizaciones creadas por estados occidentales para sus juegos de poder, y ahora financiadas por millonarios fanáticos que viven tranquilamente en Arabia Saudí o Qatar. Los mismos que apoyan esos bombardeos son incapaces de criticar la actitud tolerante de esos países, ni a quienes compran petróleo a EI facilitando con ello su financiación. Que dirían esos mismos que callan ante esto, si los países implicados fuesen Venezuela, Bolivia o Cuba. Su silencio es la prueba de que el cinismo ha alcanzado el poder económico y el político.

Tampoco en Francia, aunque puede ser más justificable, han dado muestras de prudencia al hablar de armas químicas o biológicas. Solo la ceguera del poder puede justificar esas declaraciones sin medir el daño que pueden causar entre los propios ciudadanos por el miedo que crean. Sin rubor se muestran dispuestos a gastar recursos en una guerra, mientras  dejan en el olvido que en esta Europa no solo hay millones de parados, sino guetos que por su situación marginal seguirán siendo semillero de fanáticos. Los terroristas responsables de estos atentados se han criado en esos suburbios, y uno se pregunta necesariamente si no tras esas declaraciones no hay cálculos electoralistas.

Parece que occidente no quiere asumir que la exportación de nuestro modelo de democracia a los países árabes ha resultado un absoluto  fracaso. Pero lo que si podemos comprobar es que desde que se anunciaron estrategias de guerra sobre el territorio controlado por ISIS, las acciones de las grandes empresas armamentísticas se han disparado. La guerra es una solución, pero solo para los accionistas de esas empresas, a quienes no les importa involucrar al resto del mundo si con ello siguen sus beneficios.

Un Rajoy que de pronto ha descubierto las ruedas de prensa tras cuatro años escondido, junto a un Rivera haciéndose el duro, han encontrado ambiente electoral favorable en la situación de desconcierto que viven los ciudadanos, pueden llevarnos a un parlamento con mucha presencia de la derecha española, la antigua y la moderna, nos pueden colocar después del 21 D ante decisiones que no deseamos muchos, pero que a esas corporaciones armamentistas les harán el caldo gordo. El electoralismo de ambos, con el apoyo del poder económico, puede hacer que no sea necesario un nuevo trío de las Azores, y puede bastarnos un dúo en la Carrera de San Jerónimo, para acabar metiendo la nariz donde ya sabemos que huele muy mal.

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viernes, 20 de noviembre de 2015

EL MIEDO IMPRESCINDIBLE



Uno de los efectos de los atentados de París, es comprobar como miles de ciudadanos han decidido anular un viaje a esa ciudad, o a cualquier otra, o cambiar de destino vacacional sin que haya una justificación concreta para hacerlo. Parece que los seres humanos deberíamos tener asumido que para encontrar la muerte solo es necesario estar vivo, y que esta puede sobrevenir en cualquier momento, en cualquier lugar y con el matiz que queramos incorporar al hecho del óbito. Al parecer no acabamos de entender esta regla vital.

Otra cara de esa moneda post Paris, la representan los dirigentes políticos, afanados en arreglar lo que no han hecho en años, legislando de prisa para recortar libertades con la coartada que el miedo colectivo tras una acción terrorista les otorga. Tampoco eso debería extrañarnos si el comienzo del siglo XXI abrió la puerta a un alud de alarmismo, terror y miedo provocado por los medios de comunicación, en base a falacias sobre la proximidad del final de milenio y del mundo.

Más parecido a lo vivido estos días, son las sensaciones tras el atentado de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, que también trajo como consecuencias el miedo, el temor, la inseguridad y la sensación de vulnerabilidad de una sociedad occidental que se creía intocable. Esa sensación pareció poner en cuestión a todo el sistema socioeconómico, hasta ese momento garante de la confianza individual y social en los sistemas de seguridad de los estados, como ahora vemos tras los sucesos de Paris ocurrir entre los diversos estados miembros de la vieja Europa, reprochándose un mal funcionamiento de sus sistemas de seguridad.

 El 11 M en Madrid, los atentados de Londres y el de ahora en París han vuelto a poner sobre la mesa el papel que en la sociedad desempeña el miedo. A diferencia de los fanáticos islamistas capaces de inmolarse, los occidentales tenemos terror a la muerte. En que esa vulnerabilidad se a mayor o menor, no solo juegan un papel los servicios de inteligencia de los países, sino que en este mundo globalizado, el papel de los medios de comunicación también se convierte en fundamental. Ese papel ha cambiado, porque hoy los medios han dejado atrás su carácter exclusivamente informativo, para convertirse en un verdadero instrumento de poder.

Ese poder utilizar la ansiedad, el miedo y el temor, para alcanzar sus objetivos. En estos días, comprobarlo ha resultado fácil para cualquiera que haya querido estar informado sobre los recientes atentados. Por el lenguaje utilizado para hacernos llegar la información, han producido miedo y han potenciado la idea de que estamos indefensos ante un enemigo oculto, capaz de vulnerar nuestra seguridad personal y poner en riesgo a nuestras familias. Sin pretender quitar importancia a la realidad de esa amenaza, no es menos cierto que  crear esa sensación forma parte de la nueva estrategia del poder para estar presente en el subconsciente colectivo de los ciudadanos, mostrándose como imprescindible.

Los medios de comunicación ejercen así como instrumentos de un poder no visible, y actúan como agentes coercitivos y controladores ideológicos del pensamiento colectivo, haciendo que cualquiera pueda sentir la sensación de encontrarse amenazado incluso por sí mismo, si no se ajusta a un canon establecido, incluso cuando las noticias reflejadas en esos medios, no nos afecten directamente. Algunos sociólogos describen esto como una nueva versión de las denominadas “guerras de baja intensidad”. Hoy su repercusión es aún mayor, puesto que un sencillo toque en  “compartir”,  traslada sus publicaciones o videos a las redes sociales que ejercen un efecto multiplicador de sus mensajes.

Comento esa constatación, porque para los seres humanos, el hecho de que las cosas tengan una explicación, hace que  nuestra tranquilidad sea mayor, lo que refuerza que una información veraz es el primer elemento para hacer frente a la sensación de miedo que estos hechos producen. Un atentado o una amenaza terrorista buscan precisamente provocar que actuemos no de acuerdo a la lógica racional, sino de una manera irreflexiva, lo que hace que nos convierte en mucho más vulnerables. Cuando los hechos carecen de una explicación racional, mayor es nuestra sensación de miedo.

Ser prudentes y actuar con el máximo rigor a la hora de dar información o de comunicar sensaciones resulta fundamental. El papel de los responsables políticos en esa transmisión es primordial para transmitir serenidad,, pero el cómo los medios de comunicación pueden contar los acontecimientos no es secundario. El riesgo a transmitir una sensación de peligro que no se corresponde con la realidad, y que la dimensión de esa percepción sea incontrolable (el miedo es libre y cada uno toma el que quiere) está a la orden del día. No hablo del miedo individual, sino del miedo colectivo que afecta a muchos ciudadanos, y que cada uno asume de manera diferente.

Pensar que un atentado puede acontecer en tu ciudad, genera incertidumbre, y eso  impide actuar con normalidad. Si dejamos que el miedo nos supere, nos encarcela, y debemos ser conscientes de que el miedo es una emoción de las más básicas que tenemos los hombres, pero que los medios de comunicación y las redes sociales pueden multiplicarlo. Tampoco se debe olvidar que el miedo es imprescindible para la supervivencia, porque sin el seriamos temerarios. Presente en todas las culturas, en muchas ocasiones desagradable porque nos hace mostrarnos indefensos, tiene su lado positivo porque nos aleja de aquellos hechos para los que no estamos preparados.


Queramos o no, estamos condenados a intentar vivir cada día a pesar de nuestros miedos.

sábado, 14 de noviembre de 2015

14 noviembre.- DOLOR EN PARIS, DOLOR EN EL MEDITERRÁNEO



Difícil, muy difícil escribir hoy y no derramar odio hacia los fanáticos. Hacia la barbarie que no cesa, da igual donde, la barbarie del hombre depredador del hombre. A un lado y otro del Mare Nostrum, solo se escuchan lágrimas de dolor y desesperanza. Desde este lado de ese mar, mis condolencias a los familiares de los que han encontrado la muerte en una noche trágica y oscura en la ciudad de la luz. 

Sin capacidad de sorpresa esta la humanidad, y este atentado no debería sorprendernos. No puede sorprendernos que uno de los terroristas gritara, mientras mataba a gente indefensa, que lo hacía en venganza por la presencia de militares franceses en Siria. Como tampoco debería sorprendernos lo poco que han tardado en mostrarnos un pasaporte sirio junto al cadáver de uno de los terroristas, y con ello, de manera subliminal, recordarnos de donde vienen los refugiados que piden asilo en las puertas de Europa. Seguramente algunos imaginan que la sangre de París puede hacernos olvidar al niño sirio ahogado en una playa.

Y me temo que no será lo peor que veremos estos días. La incapacidad para ser sorprendidos, nos hará ver como normal, como muchos ya piensan aprovechar el dolor de todo el mundo occidental para legislar, con la sangre aún caliente de las personas muertos ayer en París, con leyes represivas en nombre de la seguridad. Los terroristas les proporcional el estado de conciencia ideal para endurecer las leyes y acercarlas a una ideología fascista. El fanatismo de todos los signos se retroalimenta de hechos como este, y en épocas sin atentados no se atreven a promulgar esas mismas leyes porque los ciudadanos las verían dictatoriales. 

Occidentales muertos por armas que se han fabricado en nuestras fábricas. Esas armas que vendimos a Arabia Saudí y Qatar, y que han acabado en manos del Estado Islámico para así poder utilizar a sus fanáticos en sus guerras contra Irán. Para desgracia de la humanidad, siempre prevaleció el negocio de las armas sobre el interés por la paz en Oriente medio, una paz que nunca se alcanzará sin un equilibrio de fuerzas en la balanza, hoy impensable. Nos toca llorar a los mismos que callamos ante el genocidio que se está cometiendo desde hace décadas con los palestinos, y a quienes veíamos motivos de satisfacción en las llamadas primaveras árabes, esas que han acabado en la mayoría de los países árabes en que se produjeron, con sus ciudadanos viviendo con mayor inseguridad que estaban.

Nadie tiene una solución milagro al problema del terrorismo islamista que tenemos enfrente, pero a que esa solución pueda ser siquiera imaginable, contribuye muy poco  lo que continúe la venta de armas de los países llamados civilizados, a esos países desde los que le llega la financiación al Estado Islámico. Decía Rajoy que no estamos ante una guerra de religiones, y tal vez sea así, pero bien haríamos con avanzar en el laicismo de nuestros estados y en respetar las diferentes identidades culturales del Mediterráneo, dejando la religión para lo personal de los ciudadanos. 

No se puede permanecer impasible ante los fanáticos, y debemos perseguir cualquier muestra de violencia con toda la dureza que resulte necesaria. Pero eso no puede hacernos olvidar que atentados yihadistas como el de París, los sufren casi a diario muchas familias musulmanas en sus países de origen. El horror que hoy sentimos por los atentados en París, no es muy diferente al que sienten ellas por atentados semejantes en sus países. No debería sorprendernos que acudan en masa como refugiados a las puertas de la vieja Europa.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

11 noviembre.- PERMANECER O MARCHARSE, ESA ES LA CUESTIÓN.


No es fácil vivir hoy el socialismo como muchos lo entendemos. Parece que lo único que hoy se valora es ser quien más “selfies” se ha hecho en su móvil con el líder socialista local, o el regional o estatal. Debe ser que ya no estamos de moda los socialistas hechos golpe a golpe y no prefabricados, ni los que somos incapaces de emitir por nuestra boca veinte eslóganes por minuto. Nos hemos quedado antiguos quienes demandamos, como imprescindible para el socialismo, la reflexión y el debate en las agrupaciones locales. Parece que pasaron los días de quienes entendemos que “política” y “sinceridad” son sinónimos, y nunca conceptos irreconciliables.

A los que creemos que pertenecer a un partido socialista es formar parte de un espacio donde impera la lealtad y no existe la sumisión al jefe. A los convencidos de que a ese espacio se acude a trabajar por el bien y el progreso colectivos, y no para el envanecimiento personal. A los que entendemos que en el socialismo las élites están en sus bases y no en las comisiones ejecutivas. A los que sin rubor afirmamos (y oféndase quien quiera), que los mejores y las mejores socialistas siguen en las bases y no en las direcciones, y que si eso ocurre va a ser muy difícil, que el socialismo avance como proyecto colectivo. A los sabedores de que en la dirección de un proyecto, deben estar al frente los que creen y trabajan cada día por hacerlo realidad. La realidad apunta a que a todos esos socialistas se nos ha debido pasar el arroz.

Señalo esto, porque cuando un proyecto no tiene las perspectivas de éxito que tuvo antaño, se tiene la percepción de que ha entrado en una crisis, y en esos momentos, quienes figuran como máximos responsables, suelen aferrarse al sillón. Buscan ser despedidos los últimos, como si de una empresa se tratase, y solo se marcharan si por hacerlo perciben una indemnización suculenta. En cualquier empresa que entra en quiebra, los directores no son los que personalmente comunican a cada trabajador el despido, ellos no se manchan las manos frente al personal de la plantilla. Para eso siempre cuentan con los encargados y administradores, que actuarán como verdugos con quienes solo unos días antes eran sus compañeros.

Los despidos pueden ser procedentes o improcedentes pero eso es secundario, porque cuando hay que buscar una justificación para el despido también en la política valen la mentira y la calumnia. A la hora de repartir responsabilidades si el despido se declara improcedente, ahí están esos mandos intermedios a los que se encargó el trabajo sucio de traicionar a sus compañeros, para asumirlas, porque la dirección de la empresa se lavará también entonces las manos.

Para desgracia de quienes nos sentimos de esos socialistas, el socialismo español se encuentra desde hace tiempo en una crisis similar a la de esas empresas. Como si de sindicalistas se tratase, quien se expresa con libertad y es crítico con las direcciones, o aún callado no obedece a las órdenes que emanan de ellas, acaba con su nombre en una lista (siempre inexistente), pero que siempre está presente a la hora de formar candidaturas o hacer designaciones. No les dirá nada la dirección, lo hará un encargado o un administrador, aquellos responsabilizados de otorgar títulos de buenos o de malos socialistas. Basta con que a sus ojos se haya sido crítico o si hayan puesto de manifiesto las contradicciones en las que han incurrido los dirigentes, para obtener la calificación de “malo”, reservando la de buenos socialistas para quienes callan y otorgan.

Y es que esos dirigentes intermedios están convencidos de que para ser socialista basta con poseer el carnet, y solo se es buen socialista si se apoya lo que las ejecutivas proclaman. No son conscientes de que con esa simplificación solo demuestran lo vacíos e inútiles que resultan para una organización socialista, a la que le es implícita la crítica y el debate, conceptos que la hacen dinámica y viva. Lo que realmente acaban es haciendo que los ciudadanos les vean como gentes que pertenecen a unas siglas porque eso les permite seguir viviendo de ellas. Puede que ese sea el motivo, por el que al contemplar ese panorama, los ciudadanos no esperan de la política que les lleguen mensajes que hagan brotar sentimientos y emociones. Más bien todo lo contrario, ven en esa política motivos para huir de ella vista la impostura de quienes son sus protagonistas y la banalidad de sus mensajes.

Si no cambiamos esa forma de actuar desde el socialismo, nos estaremos haciendo trampas al solitario, engañándonos a nosotros mismos, y hasta auto convenciéndonos de que un mal resultado electoral según lo contamos es un triunfo. Quizás los resultados de las municipales, o los de las elecciones recientes en Cataluña, deberían haber sido suficiente llamada de atención para darnos cuenta de que la gente no apoyará a un socialismo que permanece callado, mientras escucha sus propias mentiras en boca de nuestros dirigentes. No parecen haber servido esos dos avisos y habrá que esperar a que lleguen las Generales, a ver si arriba se dan cuenta.


Dicen que cada colectivo tiene lo que se merece, y las bases del socialismo somos responsables de que en este partido se haya impuesto la mediocridad disfrazada de palmero.  Esa es una de las causas por las que hoy muchos socialistas nos encontramos teniendo que elegir en una difícil tesitura: o luchar desde dentro, o (resignados) marcharnos a criticar desde fuera lo que no hemos sido capaces de cambiar desde dentro. Aunque los comentarios de quienes dirigen invitan a optar por hacer lo primero, a esos socialistas del arroz pasado, siempre nos valió más la pena aquello que nos costó lágrimas, y eso en el socialismo de siempre está vinculado al ejercicio en la resistencia.


lunes, 9 de noviembre de 2015

9 de Noviembre.- EL CANT DELS OCELLS


Nada es generalizable, pero aun admitiendo el derecho a decidir de cualquier ciudadano, se podría afirmar, que históricamente los nacionalismos se han diferenciado en sus reivindicaciones, y han coincidido en plantearlas desde posturas de superioridad ideológica, incluso cuando les ha acompañado la razón, y este caso del nacionalismo español del PP y el catalán de CDC y la CUP, no es una excepción. Con la voluntad de ruptura mostrada por un amplio sector de la sociedad catalana, sin cuestionar sus razones para defender esa voluntad, asistimos al levantamiento de un nuevo muro entre pueblos, lo queramos o no.

Lo aprobado hoy en el Parlament, no deja de ser una declaración de intenciones, pero hay muchos interesados en que se vea como una declaración unilateral de independencia, lo cierto es que aún no estamos ante eso. Algunos tienen mucho interés en que se vea así, pero su actitud solo va a conseguir que el problema adquiera una repercusión internacional (precisamente lo que más desean los firmantes de la declaración). Es difícil no pensar que estamos desandando un camino hacia la libertad, igualdad y fraternidad que todos iniciamos juntos formalmente en 1978.

La resolución de hoy, aún mayoritaria, al no estar apoyada en el resultado de un referéndum, por muy democrática que sea, no convierte el hecho de obligar a la mitad de los catalanes a hacer algo que no quieren hacer, en un ejercicio de democracia. Pero eso no niega que la situación de ruptura que pretende iniciar formalmente, ya se puso en marcha con el boicot del PP al Estatut, y la sentencia del Constitucional al respecto, y que la situación que hoy vivimos es consecuencia de aquellas decisiones. Muchos pensamos que sin la mayoría absoluta del PP en el Congreso, esta situación no habría llegado donde hoy estamos.

El PP puede achacar la voluntad de ruptura de la mayoría del Parlament, a los contenidos independentistas de la televisión catalana, a la enseñanza en catalán, o a la obstinación de Mas, pero tras esas justificaciones solo esconden que por su intolerancia el PP se ha convertido en la mayor fábrica de independentistas imaginable. En cuatro años, Rajoy no se ha dirigido a los catalanes para nada, y ahora no tiene nada que decirles que no pase antes por los tribunales. Mas y Rajoy siempre han sido dos caras de la misma moneda. El uno no es nadie sin la actitud del otro. Se necesitan para mantener a sus respectivos públicos distraídos.

A cuarenta días de unas Elecciones Generales, la polémica de la independencia de Cataluña sólo beneficia al PP y a Ciudadanos, que se presenta como una segunda reencarnación de los valores patrios. Por ahora, ya está consiguiendo que la corrupción, los recortes sociales, o la pérdida de derechos laborales que hemos sufrido todos los trabajadores (incluidos los catalanes), haya pasado a un segundo plano, y ha permitido a los responsables envolverse en la bandera de una unidad que no puede ser matizada, sin recibir el reproche de que quien la matiza quiere la ruptura de España. Los problemas reales y comunes a catalanes y españoles (desempleo, salud, cultura o calidad democrática) se difuminan detrás del espectáculo que uno se monta al amparo de la provocación del otro.
Las empresas propietarias de los medios de comunicación, solo se centran en la disyuntiva de si España se rompe o no, ocultando así un montón de problemas no resueltos en esta legislatura ni por Más ni por Rajoy. Desde ninguna de las dos posiciones se busca favorecer al pueblo catalán o al español, sino la propia consolidación como clase dirigente, tan rancia en España como en Cataluña. Son el  poder económico y el poder político, reunidos en las mismas manos.


A mí que siempre me gustó El cant dels ocells de Pau Casals, que me emocionó la obra de Gaudí, que afronte al franquismo al son de Lluis Llach, o que me enamore con letras de Serrat, en un día como hoy en el que parece que ya nada importan los lazos de amistad, o los familiares o los de comercio, que muchos ciudadanos a un lado y al otro del Ebro mantenemos, creo importante intentar respondernos a dos preguntas: ¿podemos pensar juntos como impedir que esto se convierta en una situación irreversible? ¿Tendrá algo que decir sobre todo esto el Jefe del Estado?

sábado, 7 de noviembre de 2015

6 noviembre.- LÍDERES


A medida que se acerca el 20 D, cambian los mensajes, las estrategias y las alianzas, y parece que lo único que va a permanecer hasta ese día son los cabezas de cartel de las diferentes formaciones. Lo demás parece carecer de importancia, ser simplemente accesorio, o como ahora suele decirse, ser algo colateral.

Al político ya no se le exige un proyecto claro, acorde a su ideología y que además resulte viable. Lo que hoy parece ser exigible es solamente que el candidato de espectáculo. Si además es agraciado físicamente mejor, y sino ya están los asesores de imagen para solucionarlo. Bailan, tocan la guitarra, escalan montañas, o hacer paracaidismo. Da igual, tienen que aparecer ante la opinión pública como personas normales (como si las personas normales hicieran todas estas cosas) y además han de conseguir que se les vea como el más normal de todos los normales que compiten por ser vistos como normales.

Al parecer los líderes políticos no son de esta sociedad. Esta sociedad exige encontrarse en la clínica con buenos sanitarios (a ser posible los mejores), en la panadería a los mejores panaderos, pero en la política parece no exigir buenos políticos. Nadie confía en un médico por muy bien que baile, ni en un arquitecto por muy bien que se le dé el karaoke, por eso resulta chocante que no se exija a nuestros políticos, que sean no solo buenos políticos, sino los mejores. Mucho más aún, cuando somos un país absolutamente presidencialista, en el que los que hay detrás del líder parecen carecer de relevancia.

Se da tanta importancia al líder de la formación política, que se les endiosa tanto que acaban confundiéndose con el partido, acabamos confundiéndolos nosotros también, y olvidamos el modelo de país que representan. Cuando esto ocurre, en la formación política se pierde el proyecto colectivo, y se entra en el juego de las adhesiones, que son el paso previo a las sumisiones. Esa situación acaba rompiendo internamente las organizaciones, sean del signo político que sean, divididas entre quienes adoran al líder, y quienes no creen en él. Esto provoca que unos y otros olviden que les une la ideología, porque a estas alturas ha pasado a un segundo plano.

Da igual el siglo en el que se analice la situación, no existe una vieja política y una nueva, sino una política decente y otra indecente. No existe un modelo antiguo de político y uno nuevo, sino políticos decentes e indecentes. Da igual si saben bailar o no saben llevar el ritmo. Pero no da igual si son decentes o no lo son, ni si son coherentes con su ideología o no. Que el político sea serio no significa que no pueda ser alegre, importa que este comprometido con su ideología, y que su forma de vivir sea el reflejo de cómo piensa.


Si a la hora de apoyar a unos u otros, los ciudadanos no somos capaces de separar el grano de la paja, estaremos fabricando lideres insaciables por conseguir poder, convencidos de merecer todo aunque no hayan hecho nada por su ideología, y no les importara ser carentes de humildad y prudencia. 

Tendremos lideres ególatras, solo preocupados por dar espectáculo, pero no comprometidos con un modelo de país, sino con su modelo personal.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

4 noviembre.- LA ENTREVISTA A PEDRO SÁNCHEZ



La entrevista a Pedro Sánchez en la 1 de TVE, solo sirvió para dar más argumentos a quienes interesados en defender otras posiciones políticas, lanzan la idea de que muchas cosas del programa socialista perecen no estar claras, y que el candidato no se muestra lo tranquilo que debería estar quien se sabe ganador. Por mucho que nos duela, hay que asumir que en esa entrevista el candidato no estuvo brillante, y que quizás solo sea el reflejo de lo que ocurre a día de hoy en el socialismo, y que a muchos nos preocupa porque nos gustaría que fuese absolutamente diferente. ¿Hay tiempo para la rectificación del rumbo de esta campaña electoral? Si, aunque la sensación de que existe nerviosismo en Ferraz (a mes y medio de las elecciones) porque en las encuestas el PSOE no acaba de remontar al PP y Ciudadanos nos pisa los talones, no ayuda en nada a ese cambio de rumbo. Para ese cambio de tendencia, muchos pensamos que hay que hacer algo extraordinario, y hacerlo antes de que sea demasiado tarde. No bastara con atacar a PP y Ciudadanos, porque la gente en la calle espera otra cosa diferente, cansada de escuchar machaconamente que ambos son iguales y que su oferta es peor que la socialista, aunque eso sea cierto. Hemos entrado en la recta final y no se puede cometer ni un solo error más, ya no hay sitio para los titubeos o las dudas en las respuestas. Estamos de exámenes y todo ha de estar perfectamente estudiado, planificado y ya no valen las improvisaciones. Es la hora de las afirmaciones rotundas y de los compromisos rotundos. Ya paso el tiempo de cargarse la reforma laboral de Rajoy "a medias", o de continuar con frases como “intentaré, procuraré, plantearé”. Ya no nos podemos permitir las inconcreciones del candidato en las entrevistas, porque la gente solo apoyara aquello que suponga seguridad en las propuestas, acertadas o no. Estamos caminando sobre la delgada línea que separa la atracción que produce un candidato nuevo y el miedo que en paralelo provoca. Ya no vale sostener el discurso socialista apoyándolo en el voto útil, porque en este nuevo escenario de cuatro partidos con tirón, el voto útil ya no es lo que era, y es ese nuevo escenario en el que nos vamos a jugar estas elecciones. No pido que aparezcan las prisas, que nunca fueron buenas consejeras, pero creo que hay que mover ficha, con tranquilidad, pero transmitiendo firmeza y seguridad de que se conoce el camino que se quiere recorrer. Hay que llenar la oferta electoral de elementos novedosos que definan al PSOE y no solo de compromisos de reformas que no es lo nuestro. Parece que ya en las últimas apariciones del candidato, no solo se está contra Rajoy sino que también dirige sus flechas hacia Ciudadanos, tal vez ses necesario. Pero si eso se acompaña de contradicciones del candidato o de inconsistencia en los argumentos, o de un perfil plano en las entrevistas, la gente acabará pidiéndonos que nos miremos por dentro antes de criticar lo que hacen los de fuera. Un candidato nuevo debe transmitir lo que piensa, y su primer pensamiento debe ser que se juega el todo por el todo. Hay que irrumpir con mensajes nuevos, pero también con formas nuevas de comunicar las ideas, diferentes a las tradicionales hasta ahora. Un análisis imparcial, difícil de hacer por mí parte como militante, señala que nuestra campaña electoral va muy plana y no acaba de despegar. El socialismo no ganará con el marketing de un candidato atractivo, sino con un mensaje claro de cambio del país. Y no hay que llenar la campaña de miles de mensajes, bastará con tres o cuatro en asuntos fundamentales: reforma laboral, estado del bienestar (salud, educación, dependencia y pensiones), transparencia y fiscalidad, y como no, o sobre la idea de la España que tenemos los socialistas. Se trata de transmitir el proyecto con claridad y conseguir que el electorado nos identifique con lo que el socialismo ha sido siempre, y hacerlo convencidos de que lograrlo es posible. Todo lo contrario se transmite, al mostrárse intranquilo, o cometiendo errores en una entrevista, como desconocer que hay una propuesta del PP de una FP para la tauromaquia, o atribuir a Felipe Gonzalez la ley del divorcio, o no ser claro en los conceptos al hablar de educación, pensiones o discapacidad. Apremia reaccionar. Hay candidato, hay proyecto, y hay estrategia, pero a cuarenta y cinco días de las elecciones solo se puede cambiar esta última. Estamos ante el más difícil todavía, y lo que la calle demanda es que nos olvidemos de los rivales y nos centremos en hacer propuestas interesantes que soluciones los problemas de la gente mañana, no perdernos en grandes reformas que cuando se realicen para muchos ya llegaran tarde. Algunos y algunas no perdemos la esperanza de que eso sea posible. Militemos en el optimismo de que si se quiere se puede.

martes, 3 de noviembre de 2015

ANALIZANDO ENCUESTAS: RIVERA, PESCADOR EN RÍO REVUELTO


Las encuestas deberían estar prohibidas ya que sirven de orientación a todo aquel que no sabe qué mano es la derecha y cual la izquierda. Y es que se mire como se mire, muchas encuestas se están convirtiendo en instrumentos de poder y de propaganda, y  por eso sus resultados deben ser tenidos en cuenta pero no deben creerse a pies juntillas. Cada vez es más constatable que desde los medios de comunicación, información objetiva no recibimos, y si quieres comprender la verdad que hay detrás de una noticia política, tienes que saber de qué tendencia es el medio que la pública, que intereses económicos hay detrás de ese medio, quien es su redactor, etc. Todo esto es imprescindible para al final  lograr sacar en claro tus propias conclusiones.

No me creo las encuestas, que ya parten de un sesgo como es asumir que los partidos tradicionales cuentan con una base de incondicionales, que en los nuevos esa base está más difuminada, y es el resto del electorado el que se ve condicionado por las informaciones que percibe, y ese es el que hace que se produzcan oscilaciones. Las que hemos conocido estos días son una clara muestra de que intereses se mueven en la trastienda de cada una de ellas, puesto que claramente pretenden crear un estado de opinión que apunta a que la formación de Rivera será decisiva. No importa que se desconozca su programa, o que lo que se conozca de él apunte hacia más recortes sociales, porque los propietarios de los grandes medios de comunicación (o sea el poder económico), han decidido  vendernos que son modernos y que mantendrán a España unida. Por ahora ya han conseguido  que todos nos creamos que en manos de Ciudadanos está la decisión de quien será el próximo presidente de gobierno.

Curiosamente sin embargo, esas encuestas obvian que los partidos tradicionales siempre conservan el llamado voto oculto, y ese voto oculto también puede encontrárselo Podemos. Tampoco parecen reflejar que en los resultados finales influirán los entornos, y Ciudadanos apunta a conseguir un electorado de zonas urbanas, mientras que las zonas rurales son más proclives a los partidos tradicionales que disponen ya de una estructura local implantada que consigue sus votos, de las que Ciudadanos en esas zonas carece, como se ha demostrado en las recientes elecciones catalanas en sus zonas más rurales.

Nadie duda del gancho de su candidato, o sus dotes para fajarse en los debates, o su estrategia electoral para presentarse como la derecha amable y civilizada, ni del impulso que han supuesto para Ciudadanos sus resultados globales en Cataluña. Su crecimiento en intención de voto de los últimos meses, ha hecho que en ese juego por el poder, ya no parecen contar para los medios ni Podemos (que quiso y no pudo), ni la IU de Garzón, que bastante tiene con levantarse poquito a poco del golpe que le asesto Podemos. Un cumulo de circunstancias están consolidando a Ciudadanos a dos meses de las elecciones.

Al dato de la emergencia por la estrategia propia de Ciudadanos, se le debe sumar el cansancio que de los partidos tradicionales se respira en la calle. Por un lado la calle está cansada de un PP inmovilista, pero le mantiene un apoyo alrededor del 25 %. Este dato consolida la idea de que la cuarta parte de españoles aman la corrupción o la toleran, lo que solo es explicable si se alimentan de ella y por eso pueden creer que el PP puede resolver el problema económico. Solo si es así, pueden creer que estamos en el inicio de una recuperación en grandes cifras, y por su buen estatus personal, no percibir la disminución en picado de la calidad de vida que hemos sufrido el conjunto de los españoles.

Y algo parecido le ocurre al PSOE que sigue perdiendo votantes por ambos lados, por la izquierda con votantes que se acercan a Podemos, y por el centro con votantes que se van a Ciudadanos. Gran parte de este sangrado de votos se debe a que sus dirigentes no han desechado muchos complejos adquiridos en las legislaturas pasadas, lo que les han impedido abordar una absoluta regeneración interna de todas las estructuras del partido, y a la vez se ha obstinado en continuar con la estrategia de “todos contra el PP” que se ha demostrado errónea, y ahora le hace aparecer como una alternativa al PP poco creíble.

Sociológicamente los españoles somos conservadores si las cosas van bien, y en esos momentos tenemos el sentimiento de propiedad y nos volvemos egoístas. Si nos van mal nos volvemos exigentes y revolucionarios, pero en cuanto empiezan a mejorar ya exigimos pero queremos  revolución pero poquita, no vayan a quitarme lo mío. Ese es el caldo de cultivo perfecto para una formación como Ciudadanos.

La gran incógnita que plantea Ciudadanos se resolverá después del 21 de Diciembre, porque si de verdad quiere consolidar su discurso de que son un partido de centro, no puede dejar gobernar al PP de Rajoy, pero habrá que esperar a ese día que será cuando Albert Rivera deberá quitarse la máscara.


A quienes no creemos en la bondad de Ciudadanos, siempre nos queda la esperanza de pensar, que aún quedan muchos días hasta las elecciones, y que al contrario que en otras elecciones, el voto todavía es bastante volátil.

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