La campaña electoral sigue y aún durará tres días más. El debate de Rajoy y Sánchez (denostado por algunos como tal debate, incluso antes de celebrarse), ha marcado el antes y el después de la misma, para bien o para mal de sus protagonistas, y de los otros dos líderes de partidos que dicen aspirar a ser mayoritarios en las urnas el próximo 20D. Hoy ha continuado la campaña con Rajoy en Asturias y Coruña, Sánchez en Alicante y Murcia, Rivera en Cantabria y Bilbao, e Iglesias en Coruña. Iglesias y Rajoy hoy han intervenido en la Cadena Ser.
A cuarenta y ocho horas del debate, ya no deberían causar extrañeza las reacciones en el PP, que son lógicas. Están tratando de solapar la incapacidad que para quitarse la mochila que la corrupción tiene su presidente, y eso les obliga a atacar por tierra, mar y aire al “maleducado Sánchez”, porque Ciudadanos y Podemos para el PP han pasado a un segundo plano. Al PP las urnas del domingo le provocan déficit cognitivo severo, y eso les hace no recordar a Rajoy llamando a Zapatero cobarde, bobo, irresponsable, inexperto, acomplejado, inconsecuente, inestable, traidor, zafio, agitador, débil, indigno, hooligan, radical, taimado, cabeza de adorno, traidor con los muertos del terrorismo, y otras lindezas tanto en los medios como en el mismo Parlamento.
La diferencia es que Zapatero jamás le devolvió ningún insulto y ellos se creen en la obligación de hacerlo. Así, Santamaria llamaba ayer a Sánchez “macarra político”, aun sabiendo que en insultos el PP puede dictar un verdadero master al resto de partidos. La consigna en el PP es clara, seguir mostrando a su candidato, como un inocente atacado por una fiera, y así convertirle en san Mariano mártir. El propio Rajoy la ha seguido en su entrevista de hoy en la Ser, haciéndose el agredido, aunque en su tono de voz empieza a dar signos de agotamiento, propios en quien está recibiendo en pocos días todos los golpes que su gestión ha cosechado en cuatro años.
Tal es su cansancio, que eludía responder a temas de corrupción como el caso de Gómez de la Serna, o sobre su futuro si no obtiene la mayoría. Rajoy ya ha asumido, que en estas elecciones tener más escaños no significa ganarlas, aunque luego así lo tenga que proclamar si obtiene un voto más que el segundo. Sabe que el domingo puede ser vencedor, pero no presidente del gobierno.
Cuando se le habla del debate, niega que Sánchez realizase ninguna propuesta, aunque la grabación recoge que realizó más de treinta, aunque no con la brillantez que el momento le propiciaba. Pero lo que más duele Rajoy, no es el calificativo, sino que el debate dejó muy claro que PP y PSOE no son lo mismo, y que después de lo oído, nadie les ve como socios de gobierno, algo de lo que Sánchez buscaba dejar claro en el debate. Ya ha asumido, que haber votado de acuerdo en algunas votaciones, no le garantiza que eso vuelva a ocurrir, y con un rival de su misma casta que no quiere pactar con él, y otro en la diáspora de su ideología, la esperanza de la gran coalición se le ha desvanecido.
Sánchez este miércoles viajaba a Alicante y a Murcia. Por la mañana se mostraba crecido tras el debate con Rajoy, y parece que en la recta final de campaña centrará su discurso en los escándalos del PP, no desaprovechando ocasión para recordarlos. Dice no estar arrepentido del tono ni del contenido empleado en el debate, aunque sabe que otras voces próximas al socialismo se muestran molestas aunque comprensivas por el tono del debate.
Atrás parecen haber quedado asuntos internos que chirriaban en precampaña, como los ocasionados por la incorporación de Irene Lozano o de Zaida Cantero en Madrid. Ahora Sánchez se siente a gusto arropado por los expresidentes, y afirma que afronta la última semana de campaña convencido de ir de menos a más.
En el PSOE saben que las últimas encuestas no hacen creíble la afirmación de Sánchez de que será el próximo presidente, pero dan por hecho que el 20 de diciembre se dará la vuelta a los pronósticos. Tampoco Sanchez tiene garantizado ningún apoyo postelectoral, ni de Ciudadanos ni de Podemos, pero a tres días del final de la campaña se conforma con que haya quedado claro ante la opinión publica la distancia ideológica marcada respecto al PP.
Albert Rivera, una de las almas cándidas post debate, viajaba hoy a Cantabria. Allí su candidato en Santander le ponía en un aprieto al defender ante la prensa, que "el aborto es una forma de violencia", lo que obligaba a Rivera, a su lado, a señalar que no compartía esa opinión. Todo esto le sucedía mientras en sus casos surgía una nueva duda sobre la fiabilidad de su candidato en Huesca, a quien como antes a otros se ve obligado a investigar.
Los problemas con los componentes de algunas listas de Ciudadanos, son lógicos en un partido unipersonal, sin estructura territorial hasta ahora, y obligado a reclutar a gente, a mucha de la cual le daría igual estar en Ciudadanos que en el PP, si uno de ellos les garantiza que van a estar. Si a eso le añadimos que en su programa de copia y pega, promete una política económica liberal de las duras, y una política social emuladora de la del PP, a quien recuerda en su postura en la ponencia de la Ley contra la violencia machista, las perspectivas no son tan halagüeñas como muchos suponían.
Y la espada de Damocles que pende sobre la cabeza de Ciudadanos es el supuesto apoyo postelectoral que darían a Rajoy, lo que les obliga a afirmar un día sí, y otro también, que no apoyarán de ninguna manera la investidura del actual presidente Rajoy. Son muchos los aprietos en los que se está metiendo en esta campaña, aunque los salva apoyándose en su liderazgo de la oposición de Cataluña, pócima eficaz con la que trata de hacernos olvidar las polémicas que día a día le surgen en su partido.
También esta mañana, en la misma emisora que Rajoy, intervenía Iglesias que luego repetía su mensaje en un tono similar al radiofónico, cuando participaba en un mitin en Coruña. En ambas ocasiones no parecía el Iglesias de las tertulias o de la campaña de las europeas, más bien se mostraba como una novicia de convento de clausura. Se confesaba enormemente afectado por la agresividad de Sánchez en el debate, y señalaba que la política necesita el tono y la dulzura de la mujer. También su memoria esta mañana parece que era frágil, puesto que no era esa su visión en los escraches a Rosa Diez por ejemplo, o no recordaba sus insultos que se pueden ver en las redes.
Viendo llegar las urnas el domingo, y buscando su anunciada remontada, Iglesias ha optado por mostrar la dulzura del seductor, una dulzura que ante las urnas ha relegado a un segundo plano el mensaje político con el que decía venir en nombre del 15-M. Ese mensaje un año y pico después, se ha quedado atrás, por mucho que Iglesias apele a su recuerdo. El candidato de hoy dista mucho del que apoyaba los principios aprobados en las asambleas de las plazas, y ya no está frontalmente contra el corrupto sistema, sino que se conforma con lograr al menos un lavado de cara de ese sistema. Un votante suyo en europeas exclamaba hoy ¡Qué pronto se olvida la historia!
Esta es muy diferente de otras campañas, no solo porque sean cuatro los contendientes con posibilidades, sino porque los medios de comunicación han adquirido una relevancia mucho mayor que en las anteriores. Hoy el PP dispone de una batería de medios impresos y audiovisuales, el PSOE no cuenta con el apoyo decidido de ninguna cadena de TV o radio, mientras que Ciudadanos dispone de medios económicos suficientes para garantizarse su presencia mediática, y Podemos ha encontrado cobijo en la Sexta y un medio digital. A tres días del final de la campaña, es difícil pronosticar un resultado, pero más difícil aún resulta saber, quién podrá gobernar.
Para saberlo, tendremos que esperar no solo al domingo, sino a que culminen las negociaciones para que se consiga formar una mayoría. Lo más aconsejable es no creerse nada de las encuestas ni de los mensajes prefabricados, y esperarse a ver las combinaciones posibles a partir de la próxima semana.
Buenas noches.