Podemos ya es un nuevo partido político. Su apoyo ciudadano, en pocos
meses, ha sido sorprendente para otras formaciones políticas al constituirse.
Como nuevo partido, no merece reproches por su pasado, y quienes se los hacen obedecen
a diversos intereses. Como todo lo nuevo, goza de la frescura emocionante de lo
joven, y sus formas y propuestas a muchos nos recuerdan los primeros años del
PSOE a finales de los años setenta.
El paso a ser formación política dado
el pasado fin de semana, supone para quienes apoyan a Podemos un antes y un
después. Como partido político se encuentran en la misma situación que los demás,
con toda la legitimidad para realizar la crítica
a sus adversarios políticos, y la obligación de asumir que ellos también son ya
objeto de la crítica de los otros partidos, algo que muchos de sus miembros
no parecen entender por la reacción que muestran ante esas críticas en las
redes sociales.
No es cuestionable, que si calculásemos
el coste económico de una campaña publicitaria como la que muchos medios de
comunicación le han regalado a Podemos, veríamos que ni el PP ha obtenido tanta
promoción en esos medios propiedad del gran capital. La razón
de este apoyo aún se desconoce de manera fehaciente.
Decía su líder, que lo difícil para
Podemos comienza ahora, ya como partido. Pero esta semana PP y PSOE parecen empeñados en llevarle la contraria y hacer
que la nueva formación de Iglesias no precise ni tan siquiera elaborar un
programa electoral El acuerdo PP-PSOE sobre los viajes de los diputados les da
otro motivo para sentarse en el escalón de la puerta y esperar el entierro de sus
rivales políticos.
Si el PP goza de una mayoría absoluta que utiliza sin rubor para sacar
adelante sus propuestas, sin necesidad del apoyo de otros partidos, nadie entiende porque el PSOE no le ha dejado que
modificara en solitario el reglamento de la cámara que regulará el uso de los
recursos públicos en los viajes de sus señorías, cuyo mal funcionamiento
hasta ahora ha salido a la luz por los amores de Monago. Mucho más, cuando esa reforma es solo un paripé.
Que el PSOE haya alcanzado este
pacto solo va a servir para poner en tela de juicio las declaraciones de
transparencia de su secretario general. Puedo equivocarme, pero ese
pacto carece de las mínimas exigencias democráticas, no hay quién se lo trague,
y resulta una tomadura de pelo vergonzante
para las bases socialistas. No representa solo un filón de nuevos argumentos para la formación de
Pablo Iglesias contra el PSOE, sino lo que es más grave, supone darle aire a un PP ahogado por los corruptos de entre
sus filas.
Me decía un compañero socialista que pinta canas, que para pactar esto, mejor no pactar nada. Aun siendo
cierto que supone un mínimo avance de control respecto al descontrol existente,
los cambios introducidos no son los que
la sociedad exige y mucho menos los que nuestra democracia necesita. Con este
acuerdo, el señor Monago seguir haciendo de su capa un sayo si en su grupo se
lo permiten. El Presidente de las Cortes argumenta que conocer los viajes de los diputados afecta a su
intimidad, pero ese es un argumento falso. La
intimidad es otra cosa, no conocer los viajes que se hacen con cargo al
bolsillo de todos, quien los hace y para qué.
Los ciudadanos de a pie solo
pueden pensar que tras ese acuerdo, ambos partidos no están interesados en
destapar el basurero, y transmitiendo la sensación de que existe un corporativismo entre ambas formaciones que para
un socialista solo puede enervarme. No importará que el PSOE publique lo que
hagan sus diputados, nadie lo valorará, y mucho
menos si ese acuerdo incorpora la amnistía de todo lo anterior y con ello
impide cualquier investigación sobre cómo se ha gastado el dinero de los viajes
hasta ahora.
Para muchos socialistas es
vergonzoso anunciar una reforma que solo sirve para seguir haciendo lo mismo. Por eso si
Podemos no lo tenía fácil con ser un nuevo partido sin pasado, y contar con un
apoyo mediático desproporcionado, este
pacto le sirve en bandeja de plata una prueba más en su discurso de que la
lacra de este país no es la corrupción sino el bipartidismo. En el PP mientras podrán seguir jactándose de que no existe
oposición, y ante los ciudadanos se reforzará
la percepción de que ambos
partidos solo desean continuar teniendo los mismos privilegios.
Con estas actuaciones del grupo parlamentario, las bases socialistas cada vez tenemos más difícil la
defensa de la organización ante los ciudadanos, porque no entendemos como si el PP es el partido de la
corrupción, la respuesta del PSOE no es que a este PP ni agua. Cambiar
no es solo una cara nueva como Secretario General, sino abrir las puertas y ventanas para demostrar que no nos
parecemos al PP absolutamente en nada
Algo he aprendido en política, y sé que obtener el respaldo en las urnas resulta mucho más difícil que lograrlo
en las redes sociales, y eso lo aprenderán pronto Podemos y su Pablo Iglesias. Pero también he
aprendido que si en Ferraz no se enteran
de que el PSOE tiene el deber de tirar de la manta de una vez, y que caiga
quien caiga, se está perdiendo la oportunidad de recuperar la credibilidad implícita
en el mensaje de nuestro Pablo Iglesias.
Las oportunidades son pocas y no podemos dejarlas pasar.
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