viernes, 26 de diciembre de 2025

DE TORRE-PACHECO A BADALONA


Creciente tensión social en Badalona tras el desalojo de un antiguo instituto, ocupado por decenas de migrantes. El alcalde impulsó el desalojo como parte de su estrategia política y se negó a que los servicios sociales municipales atendieran a las personas afectadas, pese a que un juez lo ordenaba. Esta decisión provocó que muchos migrantes quedaran en la calle y formaran campamentos improvisados.

La situación ha derivado en enfrentamientos entre grupos vecinales: unos, alentados por Albiol, se oponen a la presencia de migrantes, mientras otros, junto a entidades sociales, reclaman soluciones de vivienda y denuncian el racismo y la falta de gestión municipal. El fin de semana anterior, una protesta vecinal impidió que Cruz Roja acogiera a parte de los migrantes en una parroquia local. Mientras tanto, la mayoría de los migrantes desalojados sigue durmiendo al raso, sin alternativas habitacionales adecuadas a pesar del frío invernal.

Hay días en que pensar duele, y escribir es cómo llorar con palabras, y no de alegría, sino del frio a la intemperie. En estos días nos cuentan que hace más de dos mil años, una pareja sin techo parió a su hijo en un portal cualquiera, porque todas las puertas se la cerraban los que tenían miedo o tenían dueño.  Ahora, los herederos de aquel recién nacido levantan altares, organizan misas, ensayan villancicos ultracatólicos con Hakuna, representan belenes perfectos, y. esos mismos mientras tanto desalojan a los que duermen bajo cartones en el invierno más helado, jurando que siguen al niño de la calle, pero siguen  caminando en dirección contraria.

En 1967 Miguel Delibes escribía que “El español siempre ha jugado a polarizarse en los extremos. En España, país muy poco leído, no se rechazan las ideas –que se desconocen– sino las personas; no hay juicios, sino prejuicios”.

Esto es el fruto de la gran gestión de un alcalde que no apaga fuegos, sino que los fabrica en serie, porque ha convertido su despacho en un laboratorio de incendios, no de soluciones.  Menudo experimento político, viscoso y oscuro, el de Albiol: receta de odio, probeta de miedo, resultado contrario a toda convivencia que merezca llamarse democrática. Es el viejo sueño húmedo de los fascistas: inventar enemigos donde no los hay, sembrar peleas en la nada, y luego vender la mercancía averiada de la inseguridad como si ellos fueran la salvación.

No se engañen, que ya lo vimos en Torrepacheco. Lo que hoy estalla en Badalona es el ensayo general de una obra triste que pronto se representará en muchos rincones del país.  PP y Vox han elegido el odio al inmigrante como bandera de campaña, y esa bandera, hecha de miedos y mentiras, la están clavando en todas partes. Pero no les bastará con odiar a los que llegan de lejos.  Mañana el odio irá de puerta en puerta: mujeres, colectivos LGTB, pensionistas, los más frágiles, todos alineados en la diana, mientras los fantasmas más tétricos del franquismo bajan del desván y vuelven a pasearse, orgullosos, por las plazas.

Pero eso sí, sus muros en redes están llenos de Feliz Navidad, Gloria a Dios, y sus mejores deseos. Para perder la fe en la especie humana.


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