Para no perder el tiempo
cinco horas de comparecencia,
Sánchez en el Senado,
cinco horas en la frontera de lo absurdo.
No era un debate,
era montería.
No era análisis,
era cacería descompuesta por el PP,
cacería torpe
de tiros que no saben volar,
ni hieren,
ni preguntan: solo ladran.
Ataques como dientes apretados,
preguntas sesgadas,
faltos de rigor,
sobrados de furia.
Faltaba inteligencia,
faltaba trabajo,
faltaba respeto:
de lo institucional, ni las migajas.
No eran senadores,
eran tertulianos disfrazados de corbata,
preguntando lo que ya sabían,
respondiendo lo que nadie preguntó,
acusando sin pruebas,
disfrazando discursos de juicio.
Y así,
en la cacería inútil,
Feijóo cierra la puerta al fracaso
y busca consuelo
al pie frío y ciego de los tribunales.
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