El pleno del Ayuntamiento de Albacete ha declarado persona non grata a Pedro Sánchez en una decisión tan simbólica como lamentable, orquestada por PP y Vox en pleno arrebato partidista. Pregúntense cuanto tiene que ver esta iniciativa con el interés general, porque es pura revancha política y odio sectario. El alcalde, muy cómodo amparándose en los votos ultras, se suma a un espectáculo bochornoso que desacredita a una institución democrática, puesto que la utiliza para el linchamiento público de un presidente legítimamente elegido.
Es la puesta en práctica del sectarismo por bandera. Las acusaciones para justificar el veto a Sánchez son las clásicas: pactar con “herederos de ETA”, corrupción “crónica”, degradar la democracia. No sólo son inconsistentes, sino que encubren una hipocresía de fondo. Vox y PP buscan debilitar la legitimidad de sus adversarios usando instituciones locales para la escenificación de sus soflamas, apoyándose incluso en propuestas de concejales expulsados de Vox y conocidos por lucir simbología franquista. Declarar persona non grata a un presidente en ejercicio por razones de disenso político marca un preocupante retroceso en la cultura democrática.
Es parte del olvido selectivo del PP-CLM. Resulta grotesco el cinismo cuando PP y Vox nunca impulsaron la figura de "persona non grata" contra cargos del PP. Ejemplo claro: Arturo García-Tizón, histórico dirigente del PP y ex presidente de la Diputación de Toledo, condenado por malversación y prevaricación; los impulsores del fallido aeropuerto de Ciudad Real; los responsables de la trama Gürtel que operaron en Castilla-La Mancha. Pero, claro, la vara de medir del actual alcalde y su corte ultra parece depender únicamente del color político del retratado.
Este tipo de declaraciones ni resuelven los problemas de la ciudadanía ni representan el sentir real de Albacete. Son un instrumento de acoso y derribo contra el adversario político y degradan la convivencia democrática. Son un insulto a la pluralidad democrática. Sectores sociales y otros partidos han denunciado, con razón, que el uso partidista del “persona non grata” supone un ataque inaceptable a las instituciones y un pésimo ejemplo para la tolerancia y el pluralismo democrático.
Los ciudadanos de Albacete merecen debates honestos y gobiernos preocupados por sus problemas reales, no una caza de brujas alentada por quienes, ayer mismo, callaban o vitoreaban a los corruptos de su propio bando. La dignidad institucional y el respeto a la democracia no puede depender del turno ni de la consigna del partido de turno.
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