lunes, 3 de noviembre de 2025

LOS SUCESORES DE MAZÓN


Según cuentan hoy los medios, los próceres provinciales del PP, después de desayunar juntos, han decidido, tras arduos debates y gestos de desaprobación bastante teatrales, lanzar a Vicente Mompó como candidato a la Generalitat en 2027. Una jugada digna de los mejores estrategas de la liga de la política de clase media. Por supuesto, este movimiento arrambla con la idea de que María José Catalá, en ejercicio de sus dotes de jefa de estudios, supervise el proceso. Pero claro: aquí nadie cuenta con el factor Mazón, cuyo entorno, siempre propenso al entusiasmo, amenaza con adelantar elecciones autonómicas, lo que, en una tierra tan dada al buen comer, supone que la paella del domingo puede estar precedida por urnas antes del arroz.

Mientras tanto, Camps, ese caballero que sólo pide congresos regionales cuando se le tira la cuerda del recuerdo, quiere ser presidente. Pero las alternativas se antojan más rocambolescas que un capítulo de una novela barata. Proponen a Mompó, ilustre por sus silencios en el CECOPI y sus pequeños esqueletos, tan familiares en los armarios de la política valenciana (no se olviden de su secretaria en Gabarda, que pasó de dietista a jefa de personal en la Diputación como quien pasa de la cerveza  al gin-tonic).

Catalá, por otro lado, según se murmura en los mentideros y grupos de WhatsApp, dejó morir a gente en Valencia, aunque se las ingenió para no le quedase barro en los zapatos. Todos, igual que figurines en el escaparate, sólo pensando en sí mismos. Psicópatas de esos que sonríen en las recepciones y devoran canapés mientras se reparten los millones destinados a la reconstrucción.

Como guinda de este pastel de intereses, el presidente de la Generalitat negocia con Feijoó su jubilación dorada, tal vez un escaño en el Senado o, puestos a soñar, una institución, recomendable que sea penitenciaria y con barrotes, bastante más merecida. Y uno, mirando la prensa de hace cuarenta y ocho horas, observa a 160 altos cargos del PP rendidos ante Mazón con vítores y palmas y, unas horas después, exigiendo su dimisión con la misma convicción con la que se aplaude al campeón del mus en el Ventorro. 

La conclusión es simple y demoledora: en el PP valenciano no se lucha por justicia ni por los ciudadanos; se pelea por el poder y la “pasta”, esa pasta pública que tan bien lubrica los engranajes de las obras y los servicios. Las víctimas han pasado un año a la sombra de Feijoó y los suyos, que han triturado el duelo con cada aplauso a Mazón y cada muestra de apoyo, que hoy ya se ven tan efímeras y volubles.

Buen domingo


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