Pedro Sánchez debe ser un dictador de pacotilla. De no ser así, Ayuso no podría mentir, injuriar, insultar y acusar al presidente sin que hubiese ordenado su detención.
Un verdadero dictador no permitiría que sus opositores le llamasen “hijo de puta”, se manifestaran en las calles de la capital para tacharle de “capo de la mafia” y animaran a los españoles a “asaltar La Moncloa”.
En las dictaduras se reprime, se siembra el terror en la población para disuadir y desmovilizar. No se puede uno manifestar ni protestar, los ciudadanos viven aterrorizados y no pueden montar un mitin contra él como hizo el PP este domingo en la plaza de España. En una dictadura sería imposible gritar en alto “hay que echar a Sánchez”. Franco lo hacía y sus herederos ahora acusan de hacerlo al actual gobierno.
Cuando el PP habla de mafia o dictadura se confunde con el gobierno. Son algunos sectores del poder judicial, que es la única estructura del Estado que no ha hecho transición del franquismo a la democracia y en la que perviven togados que hacen y deshacen a su antojo sin que nadie les controle o juzgue por su trabajo, como ocurre con el juez Peinado o con el juez Hurtado por poner dos ejemplos.
Esto es la oposición que miente tanto como grita. Hasta en esto
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