“Las dificultades en zonas rurales se agravan por los médicos que se recorren para trabajar, el uso del vehículo sin compensación, que persisten las carencias estructurales desde hace tiempo. El medico rural tiene más estabilidad, pero mayores carencias logísticas”
El pasado 28 de mayo de 2025, culminó el proceso de adjudicación nacional para elegir plaza de Formación Sanitaria Especializada (MIR), logrando en Castilla-La Mancha la cobertura total del 100% de las 507 plazas ofertadas. Este número representa la mayor oferta de plazas en la historia de la región, un incremento notable respecto a las 194 plazas que se ofrecían en 2015. Esta diferencia de 313 plazas en 10 años demuestra un compromiso con el futuro de la sanidad.
Para nuestra comunidad, haber cubierto la totalidad de las plazas de Medicina de Familia por cuarto año consecutivo, es un logro relevante. Se adjudicaron 107 plazas este año, superando las 99 del año anterior, lo que convierte a nuestra región en una de las seis comunidades que han conseguido cubrir el cien por cien de estas plazas durante cuatro años seguidos. Este apunta a que las condiciones de formación son valoradas positivamente por los aspirantes, e incluso qué áreas sanitarias pequeñas también han ofrecido formación especializada logrando cubrir todas sus plazas ofertadas. También es una gran noticia, puesto que somos muchos los sanitarios en edad de jubilación y nuestras plazas deben ser cubiertas. Si las últimas tendencias se siguen cumpliendo, ocho cada diez profesionales formados en nuestra región se quedarán a trabajar en nuestra Comunidad. El Ministerio de Sanidad es el encargado de la realización, selección y adjudicación de estas plazas, y la última plaza en Castilla-La Mancha fue adjudicada al número 12.499 en concreto al área de Manzanares.
A nivel nacional, el proceso de elección de plazas FSE ha vuelto a mostrar tendencias recurrentes, consolidándose de nuevo especialidades como Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología, y Cirugía Plástica, como las más demandadas y han sido adjudicadas en tiempo récord por los aspirantes con mejores calificaciones en el examen MIR. Detrás de esa priorización a la hora de elegir, no solo está el aspecto vocacional, sino que influyen mucho otros factores como la calidad de vida, las condiciones laborales, el acceso a la actividad privada, el prestigio social o las posibilidades de conciliación personal y profesional, aspectos que ofrecen estas especialidades con menor desgaste emocional y físico, respecto a otras. Frente a estas elecciones prioritarias tenemos a la Medicina Familiar y Comunitaria que un año más, ha sido una de las especialidades menos solicitadas, a pesar de ser la especialidad con el mayor número de plazas ofertadas a nivel nacional, con un total de 2.508, cifra que cuatriplica a Pediatría y quintuplica a otras especialidades como Anestesiología o Medicina Interna.
El año pasado se cubrieron casi la mitad de las que habían quedado desiertas en Medicina de Familia en repesca, pero aún así 246 se quedaran sin elegir, especialmente en lugares de difícil cobertura, generalmente zonas muy rurales y aisladas. Este año, incluso esas han quedado cubiertas sin necesidad de repesca, las últimas en la provincia de Lugo. Fue el turno 13.430 el que escogió la última, en Burela. Una muestra de la discriminación rural que sufre la profesión.
Las condiciones laborales de los médicos rurales son percibidas por los aspirantes como una 'penalización', que tras años de formación exigente, desalientan a los nuevos facultativos, puesto que esos destinos implican casi siempre aislamiento, plantillas en mínimos, una falta de relevo generacional, aislamiento profesional, y unas guardias con características muy concretas y no siempre gratificantes.
Impulsar la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria requiere de un compromiso de todas las instituciones y organizaciones implicadas, y necesita de campañas de sensibilización para destacar su importancia, una mejora de los recursos y una formación específica con prácticas clínicas en Atención Primaria, la mejora de las condiciones profesionales. Solo un dato para respaldar esas necesidades: más del 40% de los médicos de familia en Atención Primaria tenemos 60 años o más. La Organización Médica Colegial (OMC) presentó recientemente el estudio “El Médico de Familia en España”, que pone en evidencia que la Atención Primaria está en crisis, que la mayoría de los médicos de familia acumulan más de 26 años de ejercicio, que uno de cada cinco médicos de familia no está satisfecho con sus condiciones laborales, que solo uno de cada cuatro logra conciliar vida laboral y familiar en el ámbito rural, y que tres de cada cuatro no se sienten respaldados por la administración sanitaria.
Las dificultades en zonas rurales se agravan por los kilometros que los médicos recorren para trabajar, el uso del vehículo sin compensación, que persisten las carencias estructurales desde hace tiempo. El médico rural tiene más estabilidad, pero mayores carencias logísticas. La población envejecida requiere más tiempo. La insuficiencia de plantillas genera sobrecarga. Es una realidad la precariedad en Atención Primaria.
Que, pese a todo en nuestra región todas las plazas de Medicina Familiar y Comunitaria lleven cuatro años consecutivos cubriéndose al cien por cien de las ofertadas, debemos entenderla cómo satisfactoria, pero también cómo un reto para la administración sanitaria que debería ver en ello, cómo con una mejora en los aspectos citados cómo deficitarios o problemáticos, se estimularía a que el problema real de carencia de médicos de familia, en nuestra comunidad podría paliarse antes que en otras.
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