Me preocupa la cuestión de “El apoyo popular a partidos de derecha y ultraderecha” que estamos observando en las encuestas, y especialmente en la gente joven. Algo se debe estar haciendo mal desde la izquierda, para que personas cuyo perfil profesional y social están muy distantes de los objetivos políticos de esas formaciones, acaben inclinándose y dando su voto a quienes posiblemente defiendan objetivos y se rijan por principios absolutamente antagónicos a su realidad económica, social y ambiental. Este es un fenómeno complejo que responde a múltiples factores sociales, económicos, culturales y políticos.
Este post es un intento por explicar las que considero razones más relevantes para ese apoyo, basadas en la lectura de algún documento académico, en el análisis de la situación política reciente, y algo también en mi experiencia personal en cargos públicos de responsabilidad.
La inseguridad económica y miedo al cambio. Son muchas las personas que sienten que sus condiciones de vida están amenazadas por la globalización, la automatización o las crisis económicas. Los partidos de derecha y ultraderecha utilizan lo que conocemos cómo “populismo” y suelen ofrecer respuestas simples y soluciones contundentes ante la incertidumbre, prometiendo protección del empleo nacional, control migratorio y políticas económicas tradicionales.
Una reacción ante cambios culturales. El avance de valores progresistas en temas como género, diversidad sexual o multiculturalismo genera rechazo en sectores que perciben estos cambios como una amenaza a su identidad o tradiciones. Los partidos de derecha y ultraderecha capitalizan ese malestar defendiendo valores conservadores y apelando a la nostalgia por un pasado idealizado de manera falsa tratando de cambiar el relato real de la historia.
La existencia de una desconfianza progresiva hacia las élites y el sistema político. El descrédito de las instituciones, los escándalos de corrupción y la percepción de que los partidos tradicionales no representan a la ciudadanía alimentan el voto de protesta. Las formaciones de derecha y más aún de derecha radical, se presentan como alternativas “anti” ese sistema establecido y cómo defensoras del “pueblo común”. Recordemos el “solo el pueblo salva al pueblo” utilizado en la DANA.
El fenómeno de la inmigración y sentimiento de competencia. En un contexto de aumento de la inmigración, parte de la población percibe que los recursos públicos, el empleo o los servicios sociales están en competencia con la población migrante. Los discursos de derecha y ultraderecha suelen explotar estos temores con mensajes de cierre de fronteras y prioridad nacional que, siendo falsas las premisas iniciales, si son eficaces a sus fines. Sin embargo, esas mismas personas que rechazan y dibujan al inmigrante cómo un problema, son las primeras que se sirven de la inmigración para enriquecerse, y en muchos casos, de manera ilegal y hasta rayando la explotación.
Los medios de comunicación y las redes sociales. La difusión de mensajes simplificados, noticias falsas o discursos polarizadores en redes sociales y ciertos medios contribuye a la consolidación de narrativas que favorecen a estos partidos, generando burbujas de opinión y reforzando prejuicios existentes. Esta manipulación de la información se realiza no solo por la extrema sino también por la derecha digamos centrista, intentando que no se le vaya un voto que tiene, sin ser consciente de que ese discurso acaba acercando al votante al original y alejándolo del sucedáneo moderado.
El aprovechamiento del sentimiento de pertenencia y movilización emocional. - Los partidos de derecha y ultraderecha apelan a emociones fuertes como el miedo, la ira o el orgullo nacional, y ofrecen una identidad colectiva clara y excluyente, lo que resulta atractivo para quienes buscan pertenencia y certidumbre. La bandera es un símbolo utilizado, extendiendo su uso a fines absurdos (collar del perro, prendas de vestir, abalorios, etc.)
En un análisis politológico reciente he leído que “La gente común y corriente no necesariamente vota por razones racionales o por interés económico directo, sino movida por emociones, percepciones de amenaza y la búsqueda de seguridad o identidad”. Pero en síntesis podríamos afirmar, que el apoyo popular a la derecha y ultraderecha no se debe a un solo motivo, sino a la combinación de factores económicos, culturales, identitarios y comunicativos. Debemos admitir que estos partidos logran conectar con preocupaciones reales o percibidas de amplios sectores sociales, apelando a emociones y valores tradicionales.
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