El Partido Popular ha desplegado en las últimas semanas una actitud que no solo es hipócrita, sino profundamente irresponsable y oportunista al criticar ferozmente al gobierno central por la gestión de los incendios, ocultando que las competencias legales sobre prevención y extinción recaen inequívocamente en las comunidades autónomas, muchas de ellas gobernadas por sus propios presidentes autonómicos. Resulta escandaloso que estos dirigentes se afanaran en señalar a La Moncloa al tiempo que sus equipos mantenían operativos inactivos por falta de personal o, directamente, ordenaban la retirada de cuadrillas, agravando la tragedia mientras clamaban por más recursos estatales.
La maniobra del PP, basada en la confusión de competencias, solo puede interpretarse como una estrategia para eludir sus propias responsabilidades ante la crisis, explotando la desgracia para erosionar al Ejecutivo central y desinformar a la ciudadanía. Como ha señalado el ministro de Política Territorial, las funciones están perfectamente claras: la planificación, prevención y dirección en la lucha contra los incendios es tarea autonómica, y son las comunidades las que deben solicitar ayuda adicional cuando lo consideran necesario. En vez de asumir la coordinación, el PP ha preferido el ruido mediático y la confrontación, recurriendo al clásico de su política del “cuando las cosas van mal, la culpa siempre es de otro”.
El remate vergonzoso lo encontramos en la actitud de varios presidentes autonómicos del PP que, cuando se iniciaron las catástrofes, no se encontraban en sus puestos, ni al frente del operativo ni liderando la respuesta: estaban de vacaciones, ausentes, o gestionando la crisis desde la distancia. En Galicia, por ejemplo, se llegó incluso a ordenar la retirada temporal de brigadas mientras los pueblos ardían. Esta falta de implicación directa es sintomática de una cultura política donde el ejercicio del poder solo se asume para recibir aplausos y jamás para enfrentar la adversidad.
La DANA de Valencia es otro ejemplo paradigmático de la desidia institucional y la confusión intencionada del relato. El presidente Mazón, lejos de estar coordinando el operativo de emergencia, se encontraba comiendo en un restaurante mientras los barrios empezaban a inundarse y las llamadas de emergencia se multiplicaban. Su explicación, envuelta en contradicciones entre lo privado, lo político y lo institucional, revela una alarmante falta de transparencia y compromiso público en el momento en que miles de valencianos sufrían las consecuencias del temporal. Mazón no solo llegó tarde a la reunión clave de coordinación; hasta su agenda oficial oculta dicha ausencia durante horas críticas.
La actitud del Partido Popular y sus líderes autonómicos ante las catástrofes recientes resulta un ejercicio de cinismo y manipulación orientado exclusivamente al desgaste político del gobierno central, sin asumir la más mínima autocrítica ni responsabilidad ante sus propias competencias y omisiones. La receta es siempre la misma: desaparecer cuando se requiere liderazgo, aparecer ante los focos para culpar a otros y reclamar más recursos, aunque sean incapaces de gestionar eficazmente los propios. Mientras tanto, los ciudadanos padecen la inoperancia de quienes prefieren el enfrentamiento partidista a la gestión rigurosa de las crisis.
¿Sabes ya lo que es hacerse un Mazón?
No hay comentarios:
Publicar un comentario