España ha experimentado una mejora sustancial durante los últimos siete años. Basándonos en datos oficiales de organismos internacionales como la OCDE, el Banco Mundial y la Comisión Europea, destacan avances en empleo, afiliación a la Seguridad Social, reducción del paro y fortalecimiento del papel de la mujer en el trabajo, así como un impulso a la inversión internacional, las energías renovables y la digitalización. Es de subrayar el aumento en la renta media, en las pensiones y del salario mínimo, además de la consolidación fiscal con reducción del déficit y la deuda.
A eso se unen los logros sociales como la disminución del abandono escolar, la baja histórica en pobreza y desigualdad, la expansión del parque público de vivienda y el crecimiento del turismo.
Ya se sabe que hay quien no quiere ver esos datos, que les es más fácil solo ver los deficits que aun tenemos y no reconocer los avances, pero la verdad no tiene remedio, y el reconocer los resultados económicos y sociales debería ser motivo de orgullo ara todos.
España vive una transición verde, digital y más equitativa, con la aspiración de seguir mejorando la calidad de vida ciudadana. Pero lo importante es tener a quien culpar de los desastres y olvidarnos que son también los responsables de todos los avances.
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