“La Unión Europea necesita reafirmar el valor diferencial de sus pueblos y comarcas rurales, blindando jurídicamente el derecho de sus habitantes a decidir su propio futuro mediante herramientas financieras adaptadas, participativas y suficientemente dotadas”
Se debe denunciar el grave retroceso político y social que supondría esta medida y es una renuncia al valor estratégico, transformador y cohesionador que Leader ha tenido en el desarrollo rural de las últimas décadas. Me permito a continuación, dar un punto de vista crítico sobre los efectos y riesgos de esta propuesta para Castilla-La Mancha, España, y el conjunto de la ruralidad en la Unión Europea.
La desaparición de Leader y de las ayudas específicas al desarrollo rural puede agravar el problema de despoblación y envejecimiento del medio rural. Castilla-La Mancha es una de las comunidades más afectadas en España por la pérdida de población en áreas rurales; sin la acción de programas como Leader, será muy difícil fijar jóvenes al territorio y mantener servicios básicos. Leader ha sido fundamental para la incorporación de jóvenes y mujeres al sector agroalimentario y para diversificar la economía rural. En Castilla-La Mancha, miles de jóvenes se han integrado en el tejido agrario y empresarial gracias a estas ayudas específicas. Su desaparición implicaría una menor capacidad para garantizar el relevo generacional y la innovación en el campo.
Muchas de las ayudas a la agricultura ecológica, modernización de explotaciones y prácticas resilientes frente al cambio climático forman parte del segundo pilar de la PAC. Eliminar estos fondos es contradictorio con el discurso europeo de sostenibilidad, economía verde y lucha contra el cambio climático. A diferencia de políticas centralizadas, su enfoque participativo ha fortalecido el tejido institucional y comunitario en territorios rurales frágiles. Dejar en manos de los Estados miembros la continuidad de estas medidas abre la puerta a una geografía de desigualdades y abandono de territorios menos rentables.
La propuesta europea tiende a recentralizar la gestión y disolver la política rural en grandes fondos de gestión estatal, restando protagonismo a los actores locales que han demostrado eficacia en la gestión de los fondos. Esto supone una vuelta a políticas de “arriba-abajo” en lugar del enfoque participado y adaptado al territorio que exige la realidad rural. La visión de territorio rural como simple espacio agrícola es limitada y empobrecedora. El medio rural es diversidad cultural, patrimonial, social y ambiental. Las políticas uniformes y centralizadas ignoran estas diferencias, produciendo exclusión y cierre de oportunidades para territorios con potencialidades específicas.
La desaparición del pilar rural transmite el mensaje de que la Unión Europea prioriza la defensa, la tecnología y áreas urbanas sobre el medio rural. Esta percepción puede agudizar la desafección política y el euroescepticismo en Castilla-La Mancha, una región históricamente dependiente de fondos europeos para asegurar su cohesión y modernización.
Gobiernos autonómicos (como Castilla-La Mancha, Andalucía y Aragón), organizaciones agrarias (COAG, UPA, ASAJA) y decenas de eurodiputados de distintos partidos han protestado abiertamente por el retroceso y la 'nacionalización' de la PAC. Han alertado de que la supervivencia del modelo agrario y rural europeo está en juego.
Como han reclamado redes rurales y gobiernos autonómicos, es imprescindible que Leader y el desarrollo rural participativo sean garantizados jurídica y financieramente en el presupuesto europeo, con fondos obligatorios y reglas claras para todos los países. Si se apuesta por simplificar la arquitectura presupuestaria, debe hacerse manteniendo la flexibilidad pero asegurando el acceso prioritario de pequeños municipios, pymes y colectivos vulnerables a fondos rurales, evitando que “lo grande se coma a lo pequeño”.
Eliminar de la arquitectura presupuestaria europea supondría desmantelar una de las pocas políticas realmente eficaces para el desarrollo rural. Desde 1991, Leader ha canalizado fondos directamente a proyectos diseñados y gestionados por las comunidades locales, con resultados positivos en empleo, emprendimiento, cohesión social e innovación.
La decisión de la Comisión Europea de suprimir el programa Leader es incoherente con el discurso oficial sobre cohesión, sostenibilidad y lucha contra la despoblación, y amenaza con aumentar la desigualdad territorial. Leader debe reforzarse y blindarse como elemento clave del desarrollo rural europeo, con financiación suficiente y obligatoria en todos los Estados miembros. Sin el medio rural, se advierte, no hay futuro para Europa.
Lejos de recentralizar y diluir políticas que han demostrado eficacia, la Unión Europea necesita reafirmar el valor diferencial de sus pueblos y comarcas rurales, blindando jurídicamente el derecho de sus habitantes a decidir su propio futuro mediante herramientas financieras adaptadas, participativas y suficientemente dotadas. La próxima negociación en el Parlamento Europeo será clave. La presión social, institucional y de la sociedad civil puede revertir (o al menos, atenuar) una propuesta técnica que no está cerrada y que requiere el concurso de todos los Estados miembros.
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