miércoles, 22 de octubre de 2025

LIMPIAR EL MONTE NO ESTÁ PROHIBIDO


Llama la atención la confusión y los bulos que circulan en torno a la limpieza de montes en España. Muchas personas creen que las leyes prohíben a los propietarios limpiar sus terrenos, atribuyendo la supuesta limitación a la Agenda 2030 o a presuntas imposiciones de los ecologistas. Sin embargo, hay que desmentir rotundamente esta idea, porque las normativas autonómicas no solo lo permiten, sino que en muchos casos obliga a los propietarios a mantener limpios sus terrenos para prevenir incendios.
Pongamos por ejemplo las normativas de Castilla y león y Galicia, donde más comentarios de ese tipo se han escuchado o escrito en las redes. En Castilla y León, desde 2012 y más aún con la actualización de 2025, los desbroces en fincas privadas no requieren autorización, salvo en espacios protegidos. Además, la Ley de Montes de 2009 permite limpiar libremente la franja de 100 metros alrededor de núcleos urbanos. En Galicia, la Ley 3/2007 de Prevención y Defensa contra Incendios obliga a los propietarios de parcelas en torno a poblaciones a limpiarlas y a no plantar especies inflamables (como eucalipto, pino o acacia) cerca de viviendas. El plazo para cumplirlo es el 31 de mayo de cada año.
Aunque muchos crean que el monte no es de nadie, el monte siempre tiene dueño, pudiendo ser de propiedad privada, comunal o pública, y cualquier aprovechamiento (como recoger leña o retirar ramas) requiere permiso del propietario.
Lo que parece que a quienes afirman que el monte no pueden limpiarlo, es que no ven o no quieren ver, es que el problema real es el incumplimiento de esa norma, porque son muchos los propietarios, sobre todo en áreas rurales con población envejecida, que no pueden hacerse cargo de la limpieza por falta de medios físicos o económicos. También la propia Administración, propietaria de montes en algunos casos, carece de recursos suficientes o no los planifica bien.
Los expertos recalcan que los incendios actuales se deben más a la acumulación natural de biomasa y a las condiciones meteorológicas extremas que a una supuesta falta de limpieza de los montes. El monte no es un jardín, y lo que arde es vegetación forestal que forma parte del ecosistema.
Es casi imposible identificar cómo nació la idea de que “no dejan limpiar el monte”, algo muy diferente a arrancar plantas protegidas, porque lo que hay es una narrativa distorsionada sobre supuestas prohibiciones generales.
El discurso de que “no nos dejan limpiar el monte” son bulos impulsados por ciertos sectores políticos y mediáticos. Las leyes ya obligan a mantener las parcelas limpias, pero algunos propietarios no cumplen por desidia, edad avanzada o falta de rentabilidad agrícola y ganadera. Hay muchas zonas conde la causa de fondo es la despoblación, la falta de beneficios de la agricultura y la progresiva desaparición de la ganadería en extensivo, y la importación de productos extranjeros que arruinan a los pequeños productores. Tampoco es ajena a este riesgo la excesiva burocracia, la complejidad de permisos y trámites para limpiar, cortar o incluso quemar rastrojos. Ver el monte solo como algo a “limpiar” es erróneo: sotobosque, biodiversidad y especies forman parte del ecosistema. Necesitamos más respeto ambiental y menos simplificaciones populistas.
En cualquier caso, el problema es complejo y multifactorial, con desinformación, falta de pedagogía, abandono rural, exceso de burocracia y carencia de políticas eficaces de desarrollo sostenible en el territorio.

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