miércoles, 22 de octubre de 2025

LA LIBERTAD TIENE DUEÑO


La libertad tiene dueño y, como todo lo que tiene dueño, se reparte a la carta. En Madrid, la reina reparte su caridad y su castigo, según sopla el viento, y su compasión viene con fecha y con bandera. A Ucrania pan y abrazos. A Gaza, un muro. Los niños muertos no tienen rostro, porque han nacido en el lado equivocado del mapa.
Ayuso manda y desmanda: hoy, solidaridad; mañana, silencio. Ayer ondeó banderas, hoy prohíbe hasta los pañuelos. Y la tele canta lo que su ama quiere oír. El dinero público es una regadera solo para las flores propias, las ajenas lo mejor es que se sequen. Si eres periodista y preguntas de más, te despiden. Si eres un medio e informas de más, te recortan. Los periódicos del régimen ayusista nadan en la abundancia, los libres simplemente sobreviven a nado.
Las leyes nacen y se doblan, como tallos. El Parlamento, obediente. El Consejo de Transparencia, ciego. El poder se estira, se amolda, se endurece. Así es la receta: victimismo para desayunar, censura de postre, y un envoltorio de una libertad de cartón para envolverlo todo.
La derecha radical de todo el mundo, receta victimismo, grita censura, y ella censura después. El que manda es la víctima nos dicen, y el que sufre es el verdadero culpable. Y con la palabra libertad, han disfrazado al verdugo los de arriba.
Treinta años de “régimen” en Madrid que no se puede nombrar. Cuando el poder cambia de nombre, es democracia. Si lo hace el enemigo, es un golpe de Estado. Y los hijos del destierro que huyeron del fuego, aprenden pronto que no hay sitio en la mesa, salvo que aplaudan al fuerte.
Dice Ayuso que la libertad es una caña de cerveza en la terraza y pocos impuestos. Pero los impuestos son los hospitales donde se cura el pobre, son las escuelas donde aprende el hijo del jornalero, son las becas del nieto del migrante. Quitarle el impuesto a la ciudad, es quitarles la medicina a los enfermos. Es dejar la libertad solo para el que puede pagar la entrada.
La solidaridad se reparte solo entre los justos, y los justos son los que mandan. El dolor, si tiene la piel oscura, no debe doler. La censura, si es para “protegernos”, entonces no existe. Y el futuro, se construye igual que el pasado, levantando muros y apagando voces.
Así andamos: con el fascismo disfrazado de libertad, y convenciendo a los jóvenes de que el viento helado no será para ellos, sino para los de fuera.

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