Promesa con bata blanca
Por momentos, Castilla-La Mancha se parece a esos personajes secundarios, que
en las novelas de aventuras pasan inadvertidos, hasta que de repente una
circunstancia, los saca del anonimato. La creación de una Unidad de Investigación
de Atención Primaria (UIAP) es, quizá, ese instante en que lo que para muchos
solo es un decorado de provincias, de repente se transforma en un verdadero
escenario. De pronto, los médicos de atención primaria, los de esos centros de
salud donde a veces nos ves con la bata gastada y la mirada cansada, podemos
convertirnos en protagonistas de nuestro propio relato científico.
La idea no carece de sustancia, porque unir el día a día del paciente en la consulta
rural con los laboratorios donde se decide el futuro de la medicina personalizada,
la tiene. Entre el fonendoscopio y la historia clínica, entre el comentario de pasillo
y la frialdad del dato, se abre un camino que promete convertir la observación
cotidiana del sanitario en conocimiento sólido. Si sale bien, Castilla-La Mancha
dejará de ser únicamente tierra de molinos y será también tierra de hipótesis
médicas verificables.
El proyecto nace en el marco de las Jornadas Cohorte IMPaCT, nombre que suena
a ópera posmoderna o aplicación para el móvil, y persigue dotar de músculo
científico al nivel asistencial más castigado por la burocracia y la ausencia de
recursos cómo es la atención primaria. Su propósito me recuerda a esas
iniciativas y programas europeos donde la innovación se pronuncia con cierta
esperanza, como si el mero hecho de invocarla bastara para que la idea
apareciera.
Es, sin duda, una buena noticia. Después de años de discursos con más rutina
que respuestas, sobre la falta de médicos y los contratos precarios, que alguien
hable de investigación suena a aire fresco en un espacio cerrado. Sin embargo,
porque en Castilla-La Mancha el “sin embargo” siempre acecha, hay que
preguntarse si esta iniciativa será autentica semilla o simple decorado, un
verdadero laboratorio de investigación o una foto institucional.
Quienes no nacimos ayer, sabemos que conviene mirar este anuncio con una
mezcla razonable de entusiasmo y otra de prudencia. Entusiasmo, porque dotar
a la Atención Primaria de herramientas científicas es apostar por un sistema más
justo, más inteligente y nuestro. Prudencia, porque ya se conocen demasiadas
inauguraciones que terminaron disueltas en esa sopa fría que es el olvido
administrativo.
Que la Unidad nazca, crezca y se sostenga dependerá menos del titular y más
del compromiso callado de aquellos que, en los pueblos y las ciudades, seguirán
viendo pacientes mientras sueñan con resultados, protocolos y publicaciones. A
ellos, y a su fe férrea en que también desde un centro de salud se puede cambiar
el mundo, habría que dedicar este impulso.
Porque sí, hay motivos para el optimismo: que se investigue desde abajo, desde
la consulta, es revolucionario. Pero también hay razones para el escepticismo:
toda revolución empieza con palabras hermosas, y las palabras, ya se sabe, son
tan escurridizas que a veces se evaporan antes de encontrar el papel del decreto
o los números que la concretan en el presupuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario