En estos tiempos convulsos que corren, donde la crispación y las posturas radicales parecen encenderse en muchos rincones de España, Villamalea, un pequeño municipio rural de Albacete brilla con luz propia como ejemplo de integración y convivencia.
En esta localidad, donde conviven más de 30 nacionalidades y el 27% de la población es de origen extranjero, la diversidad no la viven cómo amenaza, sino cómo riqueza. Villamalea ha sabido construir un verdadero, modelo de integración (seguro que con los problemas que ese reto representa), basado en la solidaridad, el diálogo y el respeto mutuo. La prueba más elocuente la hemos visto en su pleno municipal que aprobó por unanimidad, con el apoyo de todos los partidos y de los colectivos sociales, la Iniciativa Legislativa Popular de regularización extraordinaria de migrantes prevista para 2025. Un ejemplo de consenso y de mirada integradora que contrasta fuertemente con los discursos excluyentes que tratan de abrirse paso en otros escenarios.
Este espíritu de convivencia se plasma en múltiples iniciativas, desde encuentros interreligiosos en los que participan cinco confesiones distintas, a programas de convivencia y formación para jóvenes y mujeres extranjeras, o proyectos pioneros de integración laboral para personas con discapacidad. En las aulas, el profesorado y equipos directivos aplican protocolos y mensajes positivos que refuerzan el sentido de pertenencia y una convivencia pacífica. El resultado es palpable, aquí no han aflorado los conflictos que, por desgracia, sí se viven en otras localidades y regiones.
Villamalea demuestra que la suma de culturas, religiones y orígenes no solo es posible, sino deseable y enriquecedora para todos. La cohesión social, el desarrollo económico y el tejido comunitario son más fuertes cuanto mayor es la inclusión. Por eso, la experiencia de Villamalea debería ser referencia y ejemplo a seguir para toda España y especialmente en Castilla-La Mancha, un territorio que históricamente ha sido cruce de caminos y ejemplo de hospitalidad.
En este contexto, cobran especial relevancia las palabras de quienes rechazan las posturas extremas y discriminatorias, porque no puede haber espacio para discursos radicales como los que defiende Vox en una sociedad castellanomanchega abierta, plural y solidaria. Villamalea lo demuestra día a día, y nos demuestra que el futuro de Castilla-La Mancha solo puede construirse desde la integración y el respeto mutuo.
Villamalea ha puesto la semilla, pero para que el ejemplo florezca en toda la región, el gobierno de Castilla-La Mancha debe asumir un papel activo y valiente en el impulso de políticas que garanticen la inclusión, refuercen los lazos comunitarios y promuevan la convivencia. No basta con aplaudir buenos modelos: hay que replicarlos, apoyarlos y convertirlos en una realidad estructural en cada rincón del territorio. Porque una Castilla-La Mancha justa, cohesionada y diversa necesita del compromiso firme de sus instituciones para que cunda el ejemplo.
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