Una jornada tensa en la política española, marcada por polémicas dentro y fuera del Congreso. Dos asuntos: la reacción de Isabel Díaz Ayuso ante la sentencia del Supremo sobre su pareja y el escándalo que involucra a Leire Díez, exconcejala del PSOE, por sus contactos y promesas a empresarios encausados.
El Tribunal Supremo desestimó la demanda del novio de Ayuso contra quienes lo llamaron "defraudador confeso", considerando que esas declaraciones forman parte de la crítica política y no son delito. Ayuso, molesta, interpretó la decisión como un aval a la difamación y aprovechó para lanzar una acusación política a Pedro Sánchez, vinculándolo irónicamente con el narcotráfico en Canarias.
El otro foco principal es el caso de Leire Díez, cuyas grabaciones, filtradas a los medios, muestran supuestos ofrecimientos para mediar con la Fiscalía a favor de un empresario imputado. El PSOE, tras horas de incertidumbre y presión interna, abre un expediente informativo a Díez, permitiéndole dar explicaciones, pero impidiendo medidas disciplinarias inmediatas. Parece que en Ferraz aún no se han dado cuenta del daño reputacional para el PSOE de este hecho, y el daño que origina la reacción tardía del partido, que no aclara la conducta de Díez. Lo cierto y verdad es que el escándalo es tan vulgar y peligroso para el PSOE que no podrá resolverse con un simple expediente informativo.
La derecha ha encontrado otro filón y la cobertura mediática es inmensa, con medios de derechas que manipulan y magnifican los escándalos del PSOE mientras minimizan o ignoran los del PP. A esos medios les importa un pepino la ética periodística y son capaces de promover una "intoxicación" informativa usando pare ello filtraciones parciales y audios editados. Para ellos no es cuestionable la credibilidad de los protagonistas y la veracidad de las grabaciones, sin plantear ni por asomo que pueden estar fuera de contexto o manipuladas. Pocos lectores se van a molestar en escuchar los audios completos antes de juzgar y advierten sobre la facilidad con la que se condena mediáticamente sin pruebas sólidas.
Existe un doble rasero, porque casos similares en el PP reciben menos atención o consecuencias, mientras que en el PSOE se exige una reacción inmediata y ejemplar. Poca repercusión ha tenido en esos mediso la contratación de figuras polémicas por parte de Ayuso y la existencia de "cloacas del Estado" que operan contra el gobierno actual. Algunos escándalos pasados del PP (Cocina, policía patriótica, corrupción) les parecen banales y su tendencia a exigir más limpieza a la izquierda que a la derecha.
Ninguno de esos medios se ha planteado si Leire Díez ha actuado por cuenta propia, o está siendo utilizado por intereses ajenos al PSOE, o si incluso hasta podría estar al servicio del PP para perjudicar al partido socialista, con precedentes como el "tamayazo" en Madrid, lo que tampoco a nadie debería extrañarle. Estamos ante la necesidad de investigar a fondo tanto las acciones de Díez como las filtraciones y su origen, advirtiendo que hay intereses ocultos detrás de la difusión de estos escándalos.
Lo que si se debe reclamar desde la izquierda es una reacción más contundente y rápida del PSOE, porque la tibieza o lentitud en su respuesta daña gravemente la imagen del partido y alimenta la sospecha de encubrimiento o falta de control interno. Aunque la militante implicada no represente al partido ni actuase en nombre de la dirección, los paños calientes, tal como está el ambiente, no van a curar el mal ya causado, que no es para antibiótico sino para cirugía.
Pocos ciudadanos pueden poner hoy en duda, de que existe un ambiente de "guerra sucia" y de utilización sistemática de escándalos, bulos y filtraciones para desgastar al gobierno, con la complicidad de ciertos medios y sectores judiciales o policiales. Desde esos ciudadanos se debe actuar con prudencia, exigir pruebas y no dejarse arrastrar por el sensacionalismo. En cualquier caso, es tanta la desconfianza hacia los medios, la fuerte polarización política y la percepción de que los escándalos se utilizan como armas arrojadizas más allá de su fundamento real, que al final quien más descrédito acabarán sufriendo son esos medios que buscan más el sensacionalismo que la verdad.
Exijamonos rigor y proporcionalidad en nuestras reacciones, y al PSOE una gestión interna con toda la transparencia posible, ya la derecha y sus medios han decidido que ya todo vale en su estrategia de acoso y derribo. Que el teórico líder de la oposición se permitirá llamar al gobierno mafia, aparte de demostrarnos su desmemoria perteneciendo al partido más corrupto de Europa, nos demuestra que su talla política es propia de las cloacas, esos lugares donde su partido es una auténtica escuela de maestros.
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