Me repugnan las injusticias, y mucho más las que se cometen al amparo de unos símbolos, que aunque sean de todos, se han apropiado de ellos unos pocos. No creo en las banderas, creo en las personas. No defiendo las banderas, defiendo a las personas. No defiendo territorios, defiendo a quienes viven en ellos.
Injusto es no atender a los más vulnerables.
Injusto es no devolver a nuestros mayores los cuidados que nos dieron o el cariño con el que lo hicieron.
Injusto es que los trabajadores realicen su trabajo en condiciones de inseguridad, de riesgo para su salud, por salarios mínimos, en jornadas interminables.
Injusto es que el estado permita que continuemos viendo colas del hambre en nuestro país en el siglo XXI.
Injusto es ver a quienes huyen del hambre y la miseria en sus países y solo encuentran un mar donde morir y una mano en la orilla que, en lugar de ayudarles, los devuelve a su origen.
Injusto considero el maltrato a mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. Criminal acabar con sus vidas.
Injusto veo la persecución y el maltrato a los diferentes por razones de sexo o religión.
Injusto me parece el maltrato animal y la destrucción de la naturaleza por la sobre explotación de sus recursos.
Injusto es no ser solidarios cuando se dispone de recursos o posición para poder serlo.
No creo que la izquierda se defienda más en los despachos, que en la calle, en el tajo, en la empresa, la oficina, la consulta o la escuela. Defender que todos vivamos mejor, es hacer que, como individuo , también tu vivas mejor.
Considerarse de izquierdas no puede limitarse a compartir una ideología, sino a intentar vivir como se piensa.
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