viernes, 16 de agosto de 2024

NO BASTA SOLO CON ANULAR LA PREGUNTA


El pasado sábado 20 de enero, cerca de catorce mil aspirantes médicos realizaron las pruebas MIR para optar a una de las ocho mil setecientos setenta ofertadas por el Ministerio de Sanidad. De ellas casi dos mil quinientas están destinadas a la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria para atender nuestra Atención Primaria (AP). En los últimos años, una parte de estas plazas de AP no se han cubierto, y puede que en esta convocatoria también ocurra.
Pero esto ha pasado a un segundo plano estos días, como consecuencia del revuelo causado por el contenido de una de las preguntas de esa prueba. Su redacción supone una falta de respeto a quienes cada día soportamos las dificultades y consecuencias de los déficits que tiene nuestro sistema sanitario.
La pregunta estigmatiza a un médico de familia que, por la sobrecarga de trabajo y la dificultad para hacer frente a una situación que es casi cotidiana para muchos profesionales de AP, acaba por presentar un trastorno de salud mental. Parece insinuar que el medico es el responsable de la sobrecarga que soporta.
El Comité de expertos, cuya composición es confidencial, cada año elabora las preguntas de esta prueba para acceder a la especialización sanitaria. Sus miembros tienen experiencia docente y formación sanitaria especializada, lo que hace aún más rechazable su redacción, por la falta de respeto a compañeros de profesión que refleja la polémica redacción de la pregunta.
Todas las asociaciones y sociedades médicas han mostrado su rechazo a la pregunta y el Ministerio de Sanidad ha pedido disculpas y solicitado su anulación. El Comité de expertos que la ha redactado, no. La elección del escenario clínico por los redactores es una verdadera metedura de pata, y un argumento más para alejar a los futuros especialistas de la opción de decidirse por la medicina de familia, a quienes da por sentado que la situación que les puede esperar es una presión asistencial inasumible y una escasez de recursos que debería abochornar a los responsables sanitarios.
Pero este asunto es una nueva cortina de humo para no abordar el verdadero problema: la falta de condiciones laborales que garanticen la salud laboral de los sanitarios, y la improrrogable necesidad de acciones concretas que las mejoren. Unas condiciones que hagan más atractivo el ejercicio de la medicina de familia, porque si el momento actual de la sanidad española es complicado, y el de la AP en particular se puede ver agravado por el hecho de que en los próximos cuatro años de jubilará uno de cada tres médicos de familia de los que hoy ejercen. La AP debe ser tenida en cuenta como verdadero cimiento del sistema, y eso pasa por hacerla más atractiva a los nuevos médicos no solo por calificarla como cercana, integral o humanista. Tampoco con solo mejorar la tecnología, que también, sino por asumir que los profesionales de AP somos personas que atendemos a personas.
La AP necesita una reflexión profunda, recursos humanos y materiales suficientes para hacerla atractiva a los profesionales. Eso pasa por un mayor apoyo institucional, dotación de medios, mejorar la comunicación con la hospitalaria, promoción profesional, y el reconocimiento desde las otras especialidades porque nosotros también trabajamos desde un prisma científico con protocolos y actuaciones definidas. Y sí, también mejoras retributivas, que recojan la diversidad de situaciones existentes según el entorno en que se ejerce, y que permitan la conciliación familiar y laboral. Todo ello como parte de un plan bien definido y estructurado y no basado en las ocurrencias del momento.
No somos el todo, solo una pieza más del sistema, pero imprescindible para su funcionamiento. El sistema actual de acceso a las facultades de medicina prima las muy altas calificaciones, pero a su vez está apartando muchas vocaciones, que podrían ser grandes profesionales, pero no pueden acceder a la formación en medicina. La medicina de familia tiene un componente vocacional muy importante, y cuando las plazas ofertadas en esta especialidad no se cubren, año tras año, debería repensarse el sistema de acceso a los estudios de medicina.
Anular la pregunta insultante u ofensiva, y pedir disculpas es muy importante. Pero más lo es que varios años consecutivos queden plazas de la especialidad de medicina de familia sin cubrir, sin que se adopten medidas con urgencia para evitarlo. No hacerlo es aceptar que nuestro sistema sanitario, tal como hoy lo conocemos, tiene fecha de caducidad y no está muy lejana.

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