Cuando alguien entra en la dinámica de sentirse cansado, harto, con la sensación de empobrecido poco a poco, y sin orgullo de ser como es, siempre busca hacer algún experimento para intentar salir de ahí. Y los experimentos mejor con gaseosa.
Puede que eso no solo nos ocurra a los individuos sino también a países enteros,. Cuándo la economía no avanza como gustaría y es insoportable, los avances sociales cuestan un mundo y el clima del planeta se deteriora, las tres patas que sostienen la vida y la convivencia se resquebrajan. Y es ese el momento que aprovechan los oportunistas para sus grandes promesas, el momento de los mirlos blancos que aparecen como Meloni, sacados de la chistera de quienes tienen chistera.
Hoy la izquierda se lamenta de lo ocurrido en las elecciones italianas. Mientras, una parte de la derecha lo ve bien, otra lo ve regular y otra, por ejemplo Feijoo, ni sabe ni contesta. Pero la izquierda no puede limitarse a cantar el Bella Ciao en los transportes públicos y con eso todo arreglado. Es esa misma izquierda que se quedó en casa desencantada, hastiada y desesperanzada la que ha llevado al poder al postfascismo.
Dice nuestro sabio refranero que cuando las barbas del vecino veas podar, pongas las tuyas en remojo. Eso no debe entenderse como que nos ocurrirá lo mismo, sino como que se debe actuar para que eso no nos ocurra. Un gobierno de izquierda debe actuar como gobierno de izquierda y favorecer con sus actuaciones a las clases menos pudientes, pero, además, el votante de izquierda debe tener claro que o acude a las urnas o el poder lo ejercerá una derecha que nunca falla en sus citas electorales, capaz de llevar a votar a quienes llevan años sin salir de casa, si con eso consiguen su objetivo.
La abstención siempre favorece a la derecha, y el resultado acontecido en Italia solo es una muestra más de que eso siempre se cumple.
No hay comentarios:
Publicar un comentario