domingo, 9 de agosto de 2015

EL DIAGNOSTICO DE LA DOCTORA AGUIRRE

Ahora Esperanza Aguirre se ha convertido en doctora, se ha colocado la bata blanca, y desde la puerta de urgencias del PP de Madrid, nos obsequia un diagnóstico preciso: “el juez de la Púnica sufre alucinaciones”. El síntoma patognomónico para su diagnóstico ha sido escuchar al juez afirmando que los euros chorizados por la trama acabaron financiando al PP.

Desgraciadamente para la clase política española, la presidenta del PP madrileño es real y no una alucinación. Seguro que en su partido le habían contado varias veces los trapicheos que sus consejeros se traían en los ayuntamientos de Madrid, pero ella jamás ha querido saber nada. Esperanza se ha pasado la vida dando lecciones de democracia y de legalidad, mientras tropezaba por los despachos con la Gurtel y la Púnica, conformándose con no caerse tras el tropezón.

Las declaraciones que hizo ayer resultan patéticas, sobre todo en boca de una política que no ha sabido retirarse a tiempo de sus guerras, y que sin darse cuenta se ha convertido en un hazmerreir hasta para muchos de sus fieles. Ya apuntaba maneras como bufona profesional con declaraciones como aquella de "Con lo que gano de presidenta me cuesta llegar a fin de mes", o la también sonada de  "Sara Mago, una excelente pintora".

Esperanza es ya una imagen esperpéntica de un PP esperpentico, e incluso parece haber perdido el sentido del ridículo. Tras la derrota en las municipales, en su huida hacia adelante, y mientras sus fieles van cayendo y encaminándose hacia Soto del Real y trullos aledaños de la capital, está en la obligación de negar absolutamente todo, aun sabiendo que hay una investigación policial y judicial en marcha. Y como no, recurre a la socorrida estrategia del PP siempre que lo pillan con el carrito del “helao”, personarse en la causa como acusación, para así intentar obstruir el curso de la justicia.

La nueva “doctora Aguirre” se ha pasado los últimos años tan ocupada en destapar la trama Gurtel, que le han pasado por sus narices la trama Púnica, y claro, no se ha enterado. No es de extrañar, porque es tan difícil hacer dos cosas a la vez… Sin embargo ahora sí que parece estar bien despierta para afirmar segura  “que el juez de la Púnica sufre alucinaciones”. Parece que su vida debe ser un duerme vela, porque tampoco se enteró de los padecimientos de sus amigos más cercanos: un tal MAR al que detuvieron por conducir borracho, un tal Carromero que chocó ebrio contra un taxi, o a un tal Josemari que se preguntaba quién era la DGT para decirle a él cuanto podía beber. El etilismo también es causa de alucinaciones, pero a ellos no les hizo un diagnostico tan precoz la “doctora” como al juez.

Sin embargo, lo preocupante no es esta señora camino de su personal precipicio, sino los madrileños, que pese a haber sufrido las políticas del personaje, aún la han respaldado en un número importante para que volviese al Ayuntamiento. Solo con una venda voluntaria en los ojos no se puede ver que cada vez son menos los lugares donde los compañeros de Aguirre no han metido la mano, según parece, ella consintiendo calladita, y sus amigos dedicándose a mover el dinero y las influencias.


Si la moral de la lideresa fuese tan intachable como presume, ella misma hubiera instado más de un juicio para que demostrar su inocencia. Pero como visto el personaje no lo hará, bien harían los madrileños de bien, en estar ojo avizor a que no se produzca una compra masiva de trituradoras de papel con destino a los ayuntamientos de la Comunidad que aún controla tan impresentable señora.

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