martes, 25 de marzo de 2025

La Presidenta

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha vuelto a defender la gestión de su gobierno durante la pandemia de COVID-19, cinco años después de la aplicación del protocolo que impidió la derivación de ancianos de residencias a hospitales en la primavera de 2020. Ayuso afirma que su gobierno "luchó por la vida" y "por la libertad", aplicando "medidas selectivas contra el virus, no contra la gente"

A pesar de que su administración reportó anteriormente más de 7.000 fallecimientos de ancianos sin atención sanitaria en residencias, ahora cuestiona estas cifras, argumentando que algunas personas "fallecían con Covid, pero no a consecuencia del Covid". La presidenta ha invitado a las familias de las víctimas a contactar con su equipo para recibir explicaciones. De paso, defendió a su pareja, investigado por corrupción, alegando que el caso es resultado de su relación con ella, criticó al gobierno central, especialmente su política migratoria, apoyó el acuerdo presupuestario de Mazón con Vox en la Comunitat Valenciana, y anunció que su partido llevará sus quejas sobre la "operación de Estado" en su contra a los tribunales y a la Unión Europea.

Al parecer considera que no es criticable su gestión durante la pandemia, que solo es criticable la gestión de los demás cómo ella lleva haciendo años. Al igual que ahora la jueza de Valencia responsabiliza a Mazón cómo primer responsable de lo acontecido con la DANA en la Comunitat Valenciana, Ayuso es la máxima responsable de muertes en residencias de ancianos, lo quiera o no. Esta señora tiene una honestidad cuestionable, puesto que frecuentemente miente y muestra su desvergüenza. Son 7291: los fallecidos en residencias de esa Comunidad.

Y luego está lo de la situación legal de su pareja, investigado por corrupción. Sus declaraciones tratando de explicar lo sucedido provocan incredulidad sobre su gestión de la pandemia. Su actitud recuerda a la de regímenes totalitarios porque actúa como lo hicieron figuras históricas controvertidas. En estas últimas apariciones da la sensación de que los acontecimientos la tienen "desquiciada" y que vive en una "realidad paralela".

Causa perplejidad ver a quienes la apoyan defendiendo lo indefendible. Esto debe ser lo que ella misma denomina "liberalismo a la española". Pero resulta impresentable que un cargo público muestre este comportamiento


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