Ayer asistimos al terrible espectáculo de ver cómo el hombre más poderoso del mundo humillaba en directo a un supuesto aliado, a un amigo, al presidente de un país tan digno como el suyo, a Volodímir Zelenski. Pero no lo trató como a un aliado, sino más bien como a un empleado de cualquiera de sus empresas, convencido de su derecho a humillarle, a decirle que, si no haces lo que yo te mando, te despido.
Fue una tensa reunión en el despacho oval, en la Trump acusó a Zelenski de ser un desagradecido y de "estar jugando con la Tercera Guerra Mundial". Le dijo que Ucrania no tendría ninguna posibilidad en esa guerra sin el apoyo de Estados Unidos e insistió en que Zelenski no estaba preparado para la paz. Y no solo Trumps, porque su vicepresidente JV Vance también intervino, acusando a Zelenski de llevar "propaganda" a la mesa. Trump destacó que él le dio a Zelenski el poder de ser un tipo duro y que, sin Estados Unidos, la guerra habría terminado rápidamente.
El video de ese encuentro es una muestra de hasta donde ha llegado a creerse Trump eso del libre mercado, que todo tiene un precio, que todo se compra y todo se vende, y como él es el rico tiene derecho a hacer lo que quiera y cuando quiera. El comportamiento de Trump fue intimidatorio e irrespetuoso, y demostrativo de su mentalidad de matón, de "gángster". Lo hemos visto en Gaza planificando donde instalar sus resorts, como si solo se tratase de una cuestión de cimientos y levantar edificios.
Se suponía que la reunión era para finalizar un acuerdo sobre minerales de tierras raras, pero fracasó. Trump enfatizó que Putin estaba alineado con Estados Unidos y quería terminar la guerra. Zelenski expresó su desconfianza hacia Putin, por lo cual Trump desestimó cualquier atisbo de acuerdo. Da igual lo que haga Zelenski, para algunos es un nazi, para otros depende demasiado del apoyo estadounidense y de la OTAN, pero haga lo que haga, es criticado.
Asistimos a una situación terrible. Trump no quiere acordarse de que fueron los EE. UU. los que dijeron a Ucrania que solicitara su adhesión a la OTAN, y que abandonarla hoy es una traición a todo su pueblo. Estados Unidos ha dejado de ser un aliado fiable de Europa, que no puede admitir que pretenda establecerse como regla para el orden mundial la ley del más fuerte. Con Trump solo podemos esperarnos lo peor, y aliado con el imperialista Putin, otro megalómano como él, el mundo debe empezar a temblar. Pero eso tampoco implica que Ucrania sea un ejemplo de democracia, pero eso no le da derecho a Trump a humillar a su presidente. Solo una Europa unida podrá parar este dislate del pelirrojo y su amigo ruso, porque una Europa fuerte es el único contrapeso en está balanza que cada día se inclina más a un mismo lado, el fascismo.
Se ha vulnerado el derecho a la libertad individual con la expansión de esta nueva ideología fascista disfrazada de economía de mercado que nos lleva a estar convirtiendo la humanidad en una barbarie inhumana. Nos toca a los demás países vivir con la preocupación por el futuro, por el impacto que tendrá sobre el resto del mundo la ruptura de estas negociaciones. El mundo que hemos conocido se derrumba a nuestro alrededor, y Europa debería hacer algo.
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