Puede ser fruto de traumas infantiles. Tal vez sean las consecuencias de malas compañías, esas que nunca son recomendables. En otras ocasiones se debe a un afán desmedido de tocar poder y dinero. En otras puede tratarse de enfermedades mentales que requieren ser atendidas por especialistas en psiquiatría.
En esos momentos debes plantearte un merecido descanso. No solo descansarás tú, sino que permitirás descansar a todos de ti. Y no te engañes, si tienes que repetir una y otra vez que tus actuaciones y las de los tuyos deben ser y son pacíficas, en algo te estás equivocando.
Mereces un descanso. Olvídate de gigantes y cabezudos.
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