Ha terminado el debate a 7 de RTVE. Si el otro lo califique de decepcionante, este lo califico como clarificador. Muy diferente al del otro día. Muy representativo de lo diversa que es España. Ha permitido saber lo que cada cual representa. Ha sido a mi entender un debate útil para quienes lo han presenciado. Ha quedado clara la vinculación P-Vox. Se han respetado los tiempos y el moderador ha sido eso, moderador. En hora buena a la televisión pública.
Por mucho que lo están intentando estos días, con su subidón post primer debate, y aunque Feijóo juegue ahora a hacer como si se distanciase de Vox, entre ayer y hoy quedan certificados los dos nuevos presidentes autonómicos del PP que gobernarán con Vox.
Mázon en Comunitat Valenciana y María Guardiola en Extremadura intentan ayudar a Feijóo haciendo gestos al margen de su pacto con Vox:y ahora dicen que incluirán las políticas contra la violencia machista dentro de presidencia o alguna vicepresidencia. La verdad es que uno oye las promesas de María Guardiola sobre igualdad en su discurso de investidura, diciendo que “ni un paso atrás”, y lo único que invita a pensar es que lo que está haciendo por tocar el poder es un autentico papelón.
No vale la humareda creada con el asunto del voto por correo para tapar unos pactos sin freno y con marcha atrás.
VOLVIENDO A VER EL DEBATE A 7.
Algo se demostró ayer: que se puede debatir sin dar voces, ni interrumpir para que el espectador no se enteré de lo que se habla, se aburra, y desenchufe el aparato.
En resumen vimos: PP y Vox han negado cualquier dato económico que suponga mejoría para nuestro país, porque ambos siguen viendo el apocalipsis comunista; Gamarra, ha hecho de doble de su jefe Feijóo, (ese señor que dice odiar los bloques de las dos Españas, mientras pacta con Vox) y ha repetido los mensajes de su jefe en el debate a dos; no faltó la ley del si es si y los violadores absueltos( por los jueces que son quienes interpretan la ley; ahora el tema es denuncia absurda del voto por correo, cuestionando el sistema democrático aunque saben de sobra que ese asunto está en manos de la Junta Electoral Central; Gamarra ha hecho de su intervención un cumulo de reproches a la izquierda, mientras le pasaba la mano por el lomo de su can Vox; Gamarra sonreía mientras Espinosa exhibía su racismo afirmando que los agresores sexuales en España son todos extranjeros (su diputado valenciano solo es la excepción que confirma la regla).
Aitor Esteban pretendió llevar al debate el punto de vista y las preocupaciones de Euskadi, y su capacidad parlamentaria se lo permitió.
Rufián estuvo en su línea de dar titulares y ser desafiante ante todos; llamo fascista a Espinosa, lo que no se debe tomar como un insulto puesto que entonces debería serlo también calificar de comunistas como Espinosa hizo varias veces; le hizo repetir varias veces a Patxi López que el PSOE no se va a abstener si el PP gana las elecciones para que gobierne. Hizo alguna propuesta, pero buscó el voto de la izquierda catalana que hoy está en los socialistas y Sumar.
Aina Vidal de Sumar, fue la que más propuestas traslado a los espectadores y la que mejor respetó los bloques pactados para el debate sin salirse del guion. Hubo buena sintonía con Patxi López y ambos mostraron su compromiso de que si los números lo permiten, su intención es continuar con la coalición y con las políticas sociales y económicas ya iniciadas.
Matute no se sorprendió por algún momento tenso. Fue cuando Espinosa de Vox dijo “No sé si este señor ha estado involucrado o no en alguno de aquellos asesinatos”, señalando al representante de Bildu, refiriéndose al asesinato de Miguel Ángel Blanco. Matute le ha respondido “Yo estaba en una vigilia en Ermua pidiendo su liberación, no sé dónde estaba usted”. Un Matute respetuoso y que no perdió las formas ante la agresividad de sus interlocutores de la derecha.
Creo que fue mucho más clarificador de lo que nuestro país se juega el día 23 de julio. Pero ya sabemos que la decisión final va a depender no solo del proyecto político de los partidos, sino que en el voto pesan también el estado de ánimo del elector, su situación personal, o el levantarse y tener un buen o un mal día. El voto también refleja un estado emocional, tanto, que hay quien se deja de hablar por diferencias políticas, incluso con sus familiares.
Hago este comentario porque en estas elecciones se percibe tal grado de polarización, ni las encuestas ni las valoraciones de los debates, hacen fáciles los pronósticos de que ocurrirá el día 23. Puede que la causa de esa sensación de polarización la encontremos en que nuestra transición se iniciara con la muerte del dictador, pero siga sin culminarse. Ver las redes sociales te sumerge en una especie de ambiente prebélico provocado por propuestas fuera de lugar que hacen el ambiente irrespirable. PP y VOX saben que las masas se mueven por impulsos, y nada es más impulsivo que eliminar al otro: al sanchista, al comunista, al para ellos terrorista, al independentista, etc.
La derecha española no tiene reparos en mentir, y en el debate a siete también lo hicieron. ¿El por qué? porque les da igual, sabiendo que sus datos después no van a ser ni analizados ni contrastados, ni por sus forofos, ni por quien no tiene ni idea de que se está hablando. Se permiten crear sensaciones, vierten opiniones irreflexivas y subjetivas, más propias de hooligans que de representantes públicos. Sabedores de que no puede haber dialogo cuando los argumentos buscan el enfrentamiento, que es lo que llena sus urnas. Y no es un problema solo de algunas comunidades, es un problema transversal, el de las dos Españas irreconciliables de Machado: “españolito que vienes al mundo te guarde Dios; una de las dos españas ha de darte el corazón”. Bien nos vendría pensar, si una España no es la consecuencia de la otra, ¿o acaso el independentismo no es consecuencia del nacional catolicismo?
Algo quedó muy claro anoche, que se puede debatir sin dar voces. Pero también, que si PP y Vox no suman 176 escaños, ningún partido le dará sus votos para gobernar.
Pero no depende de ellos conseguirlo o no, sino de todas y todos nosotros.
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