Alberto tuvo que tragarse el sapo de la renovación del TC. Pero sigue erre que erre y ahora intenta mantener bloqueado el CGPJ que lleva cuatro años caducado. ¿Por qué lo hace? porque ese Consejo es el que nombra determinados puestos claves de nuestro sistema judicial. Renovarlo implica un acuerdo por mayoría de tres quintos y eso es imposible sin el PP.
Pero eso le desgasta ante quienes tienen una mínima noción de como funciona este asunto. Por eso ahora propone una modificación de las reglas en mitad del partido, que además implica que ese CGPJ quedaría para siempre en mano de jueces conservadores. Lo que hace es una propuesta que intenta cambiar el modelo actual, propuesta que ya fue rechazada en las Cortes hace unos meses, pero le da igual. La fórmula actual es que Congreso y Senado seleccionan a 12 de los 20 vocales de una lista de 50 nombres que les facilitan las asociaciones judiciales (los otros ocho sólo pueden ser elegidos por las Cortes porque así lo establece la Constitución).
Esa fórmula se aplica en España desde que tenemos Constitución, pero ahora no le interesa, mientras que dice que la Constitución hay que cumplirla. Su objetivo no es cambiar la Constitución, sino por un lado romper cualquier puente con el gobierno y así encontrar el apoyo de la ultraderecha, y por otra intentar que nadie hable de que ellos son los que la incumplen. Lo peor es que, además, sabe que esa propuesta volverá a ser rechazada.
Este señor domina la contradicción como nadie, y lo mismo es capaz de acusar al gobierno de ser el que bloquea, que al momento presume de ser el quien lo bloquea. Lo ha hecho con otros muchos temas, recordemos que hoy decisiones que hoy critica y mañana dice que son una propuesta suya. Aún recuerdo cuando criticaba la limitación de movilidad por el Covid, y como luego exigía aplicar el toque de queda. Lo mismo te dice que energéticamente España depende de Europa, que a la semana afirma que España energéticamente es independiente. Critica una medida, y al momento acusa al gobierno de haberla copiado de sus propuestas.
Los que acusan a Sánchez ser de "incumplidor" de sus propuestas, para ser creíbles, deberían empezar por admitir que su líder (el de hoy, que mañana ya veremos), es el mayor incongruente que hemos conocido en estas diez décadas de democracia.
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