domingo, 13 de agosto de 2023

REFLEXIONES SUELTAS. POR NO ESTAR QUIETO


Si uno se pone a pensar con tranquilidad, todo lo que llevamos pasado los progresistas este año 2023, hay que concluir, que el balance tiene miga.
Hemos asistido a dos campañas electorales, que sin miedo pueden calificarse de campañas de la infamia. Han estado repletas de mentiras para agitar las más bajas pasiones, generar el odio, con una estrategia descerebrada resumida en una frase “acabar con el sanchismo”.
Ni una sola propuesta en positivo creían necesaria para ilusionar al votante. Les bastaba con contar lo que iban a demoler de lo que los contrarios habían construido.
Nos comieron el terreno en las municipales y autonómicas con esa misma estrategia, y la gente que quiere que la sociedad avance y no dé marcha atrás, ha necesitado verle de cerca las orejas al lobo para salir a decirle aquí no pasas, porque por aquí yo no paso.
Nunca es tarde si la dicha es buena, pero nos puede volver a ocurrir con poco que se calme la tormenta. Tenemos memoria frágil, y lo mismo que hicimos con el Covid 19, pasando de encerrarnos en casa, a protestar porque no nos podíamos quitar las mascarillas, ahora hemos dicho que marcha atrás no, pero ¿hasta cuándo?
Una vergüenza que Núñez Feijoo, como no le salen las cuentas con su derechona pequeña, (porque no hay ninguna cuenta que hacer), quiera que el PSOE se abstenga para que él sea investido presidente del gobierno. No han tardado sus voceros y tertulianos en decirnos lo que la izquierda debe hacer.
Eso sí, todo vale por la estabilidad de España, porque hoy ya han llegado a la conclusión de que los únicos partidos que son de España son ellos y el PSOE. Anoche el PNV también era de España, hoy ya no. Todo antes que repetir unas elecciones. Dicho de otra manera, quieren ahora la ayuda del sanchismo para derogar el sanchismo. Una huida hacia adelante de libro.
La realidad es que no esperan que el PSOE se abstenga, pero es la mejor forma de disimular, que si hace falta, que por debajo algunos maniobran y a Feijoo le pueden hacer un Casado, más pronto que tarde. Feijoo se lo teme, porque seguramente recordará, que él también se prestó a clavar la daga a su antecesor, y naturalmente sabe que donde las dan las toman.
En esta campaña no hemos acabado de saber si PP y Vox son uno o son dos. A veces los encontramos acaramelados y en la cama, y en ocasiones lanzándose improperios. Feijoo sabía y sabe del fascismo de Vox, pero callaba. Han tenido un amor toxico, como lo llaman ahora, con unas relaciones cara al público, diferentes a las de puertas para dentro. Son esas cosas que parecen banales, pero que anuncian que viene la catástrofe. Y al final, como casi todos los amores tóxicos, esto ha acabado en un divorcio duro, como le gusta calificar a Feijoo a la violencia machista, aunque aquí sí que ha sido intrafamiliar.
Feijóo, aunque sonría en el balcón, y hoy acudía a la misa en honor del apóstol en Santiago, como si de emular a Fraga se tratase, debe sentir que ha fracasado. Y no es la primera vez, porque ¿quién no consideraría un fracaso, pasearte con tu mejor amigo, convencido de que es una bellísima persona, y enterarte que es un contrabandista? Cualquiera. Luego dirás a tus otros amigos, que pensabas que era una persona respetabilísima, pero sabes que tu ojo para escoger amistades es un fracaso.
Lo de diseñar una campaña como el verano azul también es para hacérselo mirar. Parece que los creadores no sabían que al final Chanquete moría. Toda una premonición para Feijoo. Con el moderado Samper descalzo, en una playa falsa, con aire falso, con un mar falso pintado en la pared. Pero ojo, que, pese a decirnos tan claro que todo lo que contaban era falso, todavía muchos les han creído y han pensado que con ellos llegaba un verano azul, sin cambio climático ni sequía, ni incendios. Lo único que podían garantizar es la especulación inmobiliaria que fue el centro del guión.
No han faltado los gallos con espolones en esta campaña. González Pons, el imitador del Guadiana, que aparece y desaparece del PP según conviene a la voz de su amo (que no es Feijoo y ya se enterará quien es). Estos gallos curtidos son los que actúan de sicarios, de matones a sueldo. Le encargaron machacar a todos los periodistas de TVE que no adorasen a Feijoo, acusar de manipulación a Correos si no ganaban ellos en esos votos, una actuación que ha merecido el oscar al miserable y el goya al villano del año.
Y como no acordarse del asco, de la vergüenza del “que te vote Txapote”. Verles celebrando la victoria electoral mientras su facción de energúmenos lo coreaba, y el gran líder callado como si estuviese sordo, daba repelús. Aunque en descargo de Feijoo hay que decir, que debía llevar un cuerpo e jota por dentro fino, que igual ni oía, después de escuchar el Ayuso, Ayuso.
Pero creo que hay que ser con Feijoo lo benévolos que él no ha sido con nosotros. El pobre había apostado todo su futuro político a sus pactos con Vox. Llevaba un año blanqueando a la ultraderecha, convencido de que Santi y los suyos lo llevarían a hombros a la Moncloa, porque para el todo vale si al final consigue su objetivo. Si tiene luego que prohibir películas, cerrar teatros, censurar libros, o lavarle la cara al machismo, todo será por un buen fin: Feijoo presidente. Sin embargo, hoy quieren matarle los mismos.
Nos han querido vender como bueno a Feijoo. El moderado. El tranquilo. El experto. El amigo hombre que todos necesitamos en nuestra vida. Lo cierto es que como líder ha resultado una castaña. Hasta ha hecho bueno a Rajoy, porque tiene bastante menos gancho electoral que su antecesor. Se puede mirar con los mejores ojos, pero Feijóo es malo como líder de un partido. Tendrá sus virtudes, pero una de ellas no es la del liderazgo. Y si a eso añadimos que el consorte que ha elegido se gasta una actitud chulesca, da miedo, genera odio, y recuerda a un matón de discoteca, no ha elegido muy bien la pareja de baile.
Dicho lo anterior, no nos engañemos. Todo es posible, porque nunca la política fue una ciencia y si además tienes enfrente a un experto en el arte de la política, tus debilidades se ven aún más, y eso le ha pasado a Feijoo con Sánchez, más gato que perro por el número de vidas que tiene. Puede que hasta se consiga un gobierno de coalición más estable que el anterior si Feijoo sigue llamando a las puertas del resto de partidos.
Pero sería de tontos no darse cuenta de que Feijoo ha ganado las elecciones y lo que eso significa, aunque las haya perdido.

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